Personalidad Confusa: el regreso

Capítulo 22

    Jason ya había estado en 2 de las casas sin éxito, habían pasado 2 semanas desde mi secuestro y ya empezaba a desesperarse. Entre tantas violaciones y los diferentes tipos de tortura que sufría yo empezaba a debilitarme considerablemente, pensaba que este sería mi fin. Jason fue a la tercera casa pero tampoco encontró nada, ya solo le quedaba una y pensó que por fin me encontraría. Mientras Josh entro en el cuarto para violarme de nuevo pero esta vez algo cambió, me tumbo y aparte de decirme que no me moviera me aparto la mordaza y me dijo que no quería que pidiera ayuda ni nada, que solo quería escucharme gritar, quería ver el placer que él pensaba que me estaba dando. Como siempre hacía, empezó a desnudarme y acariciaba mi piel, yo cerraba los ojos e intentaba pensar en otra cosa, y empezó de nuevo el sufrimiento. El querer escucharme gritar fue un descuido porque Jason estaba cerca. Cuando Josh empezó a gemir me cogió la cara, me miro a los ojos y me exigió que gritase que sabía que me estaba haciendo sentir un placer extraordinario, entonces empecé a gritar pero no era de placer sino de dolor, de sentir la sangre nuevamente por mis piernas, aunque el creyó que era placer. Jason me escucho, entró rompiendo la puerta y se enfureció al ver lo que Josh me estaba haciendo. Josh se levantó y se vistió, yo disimuladamente me vestí, pero me vio y me ató de nuevo a la silla con la mordaza puesta. Jason estaba frente a frente con Josh y yo estaba aterrorizada porque me daba miedo lo que podía pasar. 

-¿Por qué haces esto?

-Yo solo sigo órdenes, aunque he de reconocer que disfruto violando a Lucy.

-Eres hombre muerto.

    Jason corrió hacia el fingiendo un ataque frontal que sabía que el vería venir pero cuando Josh intento atacarle le enganchó del brazo y lo tiró al suelo. Aprovechó esa ventaja para situarse encima y empezó a darle puñetazos. Lo levantó cogiéndole del cuello y lo puso en la pared, saco un cuchillo y se lo clavó en el costado y sacó un arma para finalizar y le disparó en la cabeza. Corrió a desatarme y me quito la mordaza de la boca, yo lloraba y me abrazo tranquilizándome de que todo se acabó. Me cogió en brazos e íbamos a salir cuando de repente apareció.