21-Familia parte 2: (Lazos de primavera)

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La luna bien redondeada y pulcra, se posicionó en el centro del cielo estrellado, era medianoche. Ningún vehículo transitaba por la cuadra, nadie caminaba. Un viento helado soplaba entre las casas. Los gatos maullaban y los perros ladraban. El invierno había llegado. Dentro de un departamento, en el piso número tres, unas figuras se movían en el interior. La persiana estaba cerrada por la mitad, la luz anaranjada que iluminaba la sala permitía ver las sombras danzantes de una mujer y un hombre.

─ Ahh...─ gimió Ezequiel apoyando a Lula contra la pared con suavidad, mientras la besaba apisonadamente. Sentía que sus labios estaban un poco resecos. ─ ¿Segura qué no vendrá... tu amiga? ─ Interrumpió un momento.

─ No tranquilo...─ Le respondió Lula con su rostro colorado, desabrochando los botones de la camisa. Ezequiel desprendió su brasier lila. ─ Ohh...─ suspiró con sus ojos cerrados levantando su cabeza, mientras este le besaba y chupaba delicadamente su delgado cuello.

─ Como me gustas Lucila... ─ dijo apretando su delgada cintura. Era muy delgada y por un instante, el seño se le frunció apenas. Lula con su cálida mano agarro la palma de él y la llevo hasta la parte húmeda entre sus piernas. Ezequiel descendió como una gota de agua sobre un cristal, hasta sus escasos y casi inexistentes pechos, que tenían sus pezones rosados bien duros como su miembro.

─ Es...como... chupar una pared. ─ dijo con una sonrisa. Lula excitada no lo escucho. Cuando este decidió a seguir bajando, notó unas extrañas marcas y hematomas sobre su vientre, que se extendían hasta sus pálidas piernas. ─ ¿Lula? ─ Exclamó con preocupación.

─ Ahh... que... ¿Qué pasa? ─ Abrió sus ojos como si estuviera en una especie de trance. Su cara rojiza, se apagaba resaltando sus múltiples pecas. ─ Esto es...─ Dijo en tono confundido observando su torso. Las pupilas de la joven se llenaron de enojo y con sus largos brazos de aguja, lo corrió a un lado.

─ Déjame...─ Se alejó de él, buscando su ropa. ─ Ya no quiero... ─ Comenzó a vestirse ofendida. Ezequiel no dejaba de ver sus marcas que eran cubiertas por su blusa azul floreada.

─ Te desmayaste en el bar...─ Comenzó a sacar conclusiones, mientras abrochaba su camisa y se ponía de pie. ─ Y esas marcas en tu cuerpo...─ Sus ojos se clavaron en ella como aguijón de abeja. ─ ¿Te drogas? ─ Preguntó de forma directa, sin ninguna carga negativa. Lula quedó callada unos segundos, volteó de forma brusca dándole la espalda. ─ No...─ Dijo tapándose el rostro.

─ Está todo bien...─ La abrazó con dulzura. ─ No te juzgo...

─ ¡No! ─ Quitó sus brazos de ella bastante enojada y algo solloza.

─ Puedo ayudarte... ─ Hubo un nuevo silencio, donde se podía percibir la angustia que radiaba Lucila.

─ No... ─ Volvió a repetir sin tanta euforia. ─ Nadie puede. ─ Lo miró fijamente con su rostro lleno de lágrimas.

─ Lula... ─ Intentó acercarse para contenerla. Esta lo esquivo y desde otra punta señalo la puerta.─ ¡Vete!

─ Por favor... me gustas...yo... ─ Lula le arrojó el florero que tenia a su derecha. Tenía mala puntería, reboto en el sofá y se desparramó en el suelo de madera clara.

Ezequiel, sin decir una palabra más, abatido, confundido y perdido abrió la puerta y antes de salir, la volvió a mirar. Su fría y triste imagen, le hacían doler el corazón. Cuando se marcho, Lula golpeó su cabeza contra la puerta.

─ Perdón... ─ susurró con labios casi apretados.

Ezequiel bajaba la escalera y justo cuando llegaba a la planta baja. La amiga de Lula, de piel morena y cabello oscuro, lo miró con despreció al pasar a su lado mientras subía.

"Los Cuentos de Eze"#PT2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora