32. Maldita sonrisa ladina

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Estuvimos caminando hasta que llegamos a Flagstaff, ahí decidimos parar, lo que fué una suerte. Estaba cansada y tenía hambre, Thalia y yo estabamos buscando algún lugar dónde comer.

—Chicas, vengan a ver esto —nos llamó Percy. Algo reticentes, ambas lo seguimos hasta la estación de autobuses de Flagstaff. Nos guió hasta donde estaban las próximas salidas.

—Si lo tomamos esta noche, llegaremos mañana, así que solo tendremos otro día y medio para llegar a la playa, claro suponiendo que sea allí a donde debemos ir.

—Claro genio, solo tengo una duda —dijo Thalia— ¿Cómo vamos a abordar ese autobús, si no tenemos dinero?
—Annabeth ya resolvió ese problema —dijo sonriendo, ¿A qué hora había yo resuelto eso?— usaremos tu gorra de invisibilidad —me dijo y casi se me cae el alma a los pies, ibamos a infiltrarnos en el camión.

—Vale, por mi está bien, pero inmediatamente, tengo hambre Percy.

Thalia guardaba algo de dinero, solo que no nos lo había dicho porque era para "Emergencias" y... para ella una emergencia era el hambre. Comimos tranquilos, aún faltaban algunas horas para abordar el autobús.

Ya me estaba preocupando, no nos habíamos encontrado monstruos, y eso lo único que significaba, era que en cualquier momento, nuestra paz terminaría y nos encontraríamos en medio de una gran horda de monstruos.

Una vez en la estación, me puse mi gorra de invisibilidad y subí al autobús, fuí hasta el final de los asientos y dejé caer la gorra, en unos minutos, Percy estaba sentado a mi lado, repetimos el proceso y Thalia estaba con nosotros al poco tiempo. Por fortuna, no había mucha gente que tomara ese autobús, por lo que pudimos sentarnos cómodamente.

Estuvimos haciendo un largo recorrido, Percy se pasó toda la noche despierto, de nuevo me senté junto a él. A mí me había despertado mi raro sueño... así que decidí acompañarlo en su desvelo un rato. Estábamos en Danby cuando desperté agitada, así que el resto del viaje ya no dormí, tampoco hablamos, fué el tiempo ideal para pensar en lo de Rachel, ella había estado hablando por mensaje Iris con alguien, hablaban de un vínculo, y algo me decía que Lyra estaba involucrada. Pero ¿Cómo se puede hacer un vínculo y que éste se debilite? Se supone que solo se debilitan, por lo que me había explicado Grover, cuando una de las personas vinculadas esta... entonces reaccioné, ¿Podría ser que Lyra estuviera en peligro?

Miré a Percy, no había notado hasta ese momento, que parecía más grande, se veía cansado y preocupado, sus ojos no tenían el mismo brillo tan característico de él. Reía y bromeaba, pero haía falta esa chispa marca Percy. Él había concluido antes que yo que tal vez fuera Lyra quien estaba en problemas. Ahora entendía su prisa por llegar. Si fuera Luke, yo también movería cielo, mar y tierra hasta ayudarlo. Sin embargo, me dolía verlo así <<Te duele que ella le preocupe tanto>> Claro que no, es su amiga <<Si, bueno, eso no te consta>> Cállate.

Cuando llegamos a San Bernardino, Percy despertó a Thalia. Bajamos en la estación de Riverside, donde tomamos el tren hasta Los Ángeles... de nuevo, mi gorra ayudó a transportarnos. Conforme ibamos avanzando los nervios de Percy se alteraban más. Thalia y yo le habíamos insistido hasta que logramos que se durmiera todo el camino en tren.

—Cómo desearía tener aún una de las tarjetas del Casino Loto —dije frustrada.
—¿De qué? —Preguntó Thalia.
—Del Casino Loto, una como ésta ¿No Listilla?

Miré a Percy, en su mano sostenía una tarjeta de las que nos habían dado a él, a mí y a Luke. Sonreía ladinamente, esa maldita sonrisa se me estaba haciendo tan molesta y encantadora, que daba miedo.

—¿La guardaste? —pregunté sorprendida.
—Después de ver que funcionaba, decidí que era buena idea, solo que no sabía que la traía, pensé que la había olvidado. Además, para pagar en Taxi sirve, pero no creo que en el autobús la aceptaran.

Paramos un taxi y le dijimos que nos llevara a La Selva Beach. Él accedió cuando pasó la tarjeta de Percy y esta volvió a marcar el símbolo Infinito. necesitaba hablar con Percy acerca de Lyra, Rachel y la extraña conversación que había escuchado. No había sido muy justa con el Sesos de Alga. Antes de subir al taxi, había le había hecho un mensaje Iris a Luke, quería ver que tal le iba en su misión, ni Percy ni Thalia se enteraron de esa llamada, no quería que nadie más supiera. Mi preocupación por él estaba totalmente justificada, lo quería mucho, demaciado como para no ver cómo estaba de vez en cuando. Le comenté a grandes razgos la misión, y que ahora ibamos rumbo a La Selva Beach. Me dijo que tuviera cuidado, y que hablaríamos luego.

Tardamos un rato en llegar, más que nada, porque había obras y comenzaron a desviarnos, Percy estaba tan ansioso por llegar, que Thalia tuvo que darle un golpe para que se tranquilizara. El taxi nos dejó en Playa Blvd, con lo que tuvimos que caminar un poco. En cuanto nos bajamos notamos un clima bastante raro.

Los vientos estaban muy fuertes, las palmeras casi se acostaban, todas las personas, corrían a refugiarse en los lugares que podían, en otras circunstancias, ví un letrero que anunciaba la librería, me fijé en lo general del lugar, en otras circunstancias, ese sería un hermoso lugar para vacacionar, pero el clima actual no contribuía. Hacía frío, y estaba todo húmedo.

—Debemos ir a la playa —dijo Percy.

—¿Estás loco? Está a punto de haber un huracán —Gritó Thalia— deberíamos refugiarnos, no ir allí.

Había notado que el clima no había hecho más que empeorarse desde que habíamos bajado del taxi.

—El mar tiene lo que buscamos Thalia, yo voy a la playa, ustedes pueden quedarse.

Jamás ví tanta determinación en Percy, estaba decidido, Thalia debió pensar lo mismo que yo, porque también siguió a Percy, definitivamente había un huracán, y no uno cualquiera, era el huracán más grande que había visto, al huracán lo coronaban truenos, el viento y el agua nos golpeában en la cara, Percy solo veía fijamente ahí. Una sombre obscura apareció en la pared del huracán. Los ojos de Percy se abrieron como platos.

—Tengo que ir —dijo quitándose la mochila.
—¿No Percy qué haces? —dije asustada, era hijo del dios del mar... pero eso no me tenía nada tranquila.
—No vas a detenerme Listilla, voy a ir, jamás te pedí permiso —y así se lanzó hacia el mar.

*         *        *

—Lo odio —le dije a Thalia— Es un irresponsable, "Jamás te pedí permiso" —dije imitando la voz de Percy, Thalia solo se reía— es que no entinde que el que sea hijo del dios del mar no le impide morir ¿O qué? Terminaré algún día por darle con un sartén en la cabeza. ¿Y tú por que te ríes? —le espeté a Thalia, quien no había parado de reír.

—Annabeth, pareces una novia desesperada ¿cómo quieres que no me ría? —dijo riéndo aún más, lo que solo me molestó.

—¿A tí no te preocupa?.

—Claro, pero tampoco me voy a poner como si me fueran a dejar plantada en el altar.
—Thalia, lleva horas ahí dentro, ¿Qué tal si le pasó algo? —dije molesta por sus inadecuadas comparaciones.
—Annabeth solo lleva como media hora ahí dentro, relájate, una pelea toma más o menos eso, en tierra, tal vez en mar tome un poco más.

Justo cuando dijo eso, el huracán sufrió violentas sacudidas y se cayó, si, así, se cayó y desapareció, Percy se fué acercando, traía cargando al estilo nupcial a una Lyra desmallada y bastante malherida, además de mal vestida, contrariamente a lo que ella acostumbraba.

La cara de Percy era un poema, pero un poema funerario, estaba preocupado, tenía varios cortes en la cara, por no contar los de los brazos, y apretaba de forma protectora a Lyra. Venía hacia nosotros, pero notaba que hacía todos sus esfuerzos por no venirse a bajo.

El Secreto del Olimpo |CRUDET 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora