66. "Un error muy grande"

174 27 3
                                    

Cuando entré a la cabaña los gritos de mi madre casi me dejan sorda y sin embargo parecía que había mantenido el mismo tono por bastante rato... ¿Cómo era posible que Lyra no estuviera ya sorda? No lo sabía. Reparé en que ninguna de las dos se había dado cuenta de mi presencia, dado que seguían ambas en su acalorada discución.

—Siempre fuiste un problema para mí, siempre me causabas problemas, jamás resolviste más de lo que causabas —le explicaba mi madre con un tono de voz que pudieron escucharla hasta LA.

—Y ¿Cómo esperabas que lo hiciera? Si jamás tuve una guía como muchos otros de mis hermanos.
—Tú no te la ganabas niña.
—Lyra, madre L-Y-R-A. Tengo un nombre. Aunque te pese. Y aunque te cueste pronunciarlo. Te recuerdo que tú estuviste  de acuerdo con ello.
—Porque no sabía que iba a resultar contraproducente.

Se hizo un silencio atroz en el cuál mi madre y Lyra irradiaban ambas luz, parecía que en cualquier momento, cualquiera podía explotar, se miraban a matar con la mirada. Lo sorprendente aquí, era que mi madre le permitía que le hablara así, yo creo que si yo le hubiera hablado así, ya estaría incinerada.

—Nunca has querido a tus hermanos, siempre has preferido de hermanos a quienes no te dan nada ¿O vas a negarlo?
—¿Para qué acercarme a ellos, si siempre se veían tus preferencias sobre ellos?
—A mis hijos no te acercabas... pero a los hijos de otros si... inclusive los cuidaste...
—Porque no me sentía rechazada con ellos.
—Pero... las moiras son justas Lyra, te dieron lo que merecías. Y debes aceptar el precio de tus errores. Fue tu culpa y lo sabes, tú lo mataste.

—¡¡Cállate!! —le gritó Lyra— Yo no lo hice, yo no hice nada.
—Exacto, nunca hiciste nada... y por eso ahora está muerto —le dijo mi madre con una sonrisa.
—No fue mi culpa yo siempre lo quise, y hubiera dado mi vida por él.
—Pero no lo hiciste.
—No podía, y tú bien lo sabes, todavía no era mi tiempo.
—Egoismo... valla que todo sale a la luz.

—Tú no tienes derecho a hablar de egoismo —le espetó Lyra furiosa entre lágrimas— eres quien menos puede hablar de ello. Siempre fuiste egoista conmigo, siempre pensando en tu estúpido orgullo, siempre pensando en el "qué dirán" cuando nadie te iba a juzgar por ello más de la cuenta. Siempre manteniendome como si fuera lo más despreciable del mundo. Como si fuera un monstruo que no debió existir.

—Tu lo has dicho, fuiste un error Lyra, un error muy grande, del que no me dejaron deshacerme, y con el que me obligana a cargar.

Yo no era Lyra, pero me sentí horrible, se me puso la piel de gallina y me sentí muy mal, nunca había estado muy en contaco con Atenea, y como semidioses sabíamos que nuestros padres mortales, normalmente nos odiában, sin embargo escuchar que tu padre o madre divino te dijeran que fuiste un error... jamás había escuchado algo parecido, y esto fue suficiente como para desear no haberlo escuchado y desear no volverlo a escuchar en el resto de mi vida.

Si hubiera sido yo la que estaba parada frente a mi madre, me hubiera hechado a llorar, la intensidad con la que hablaba era increiblemente horrible y determinante.

—Tu favorita es Annabeth, puedo con ello, siempre he podido con ello, pero no es necesario que la hagas odiarme a muerte. Deja de meterle ideas en la cabeza, sabes bien quien es el malo aquí.

—Hermes siempre fue buen amigo, y confío en su hijo Lyra. AL menos más que en tí. Nunca he sabído cuales son tus intenciones hasta que todo está hecho. Nisiquiera sé dónde están tus lealtades Lyra, has estado en tantos lugares, que es perfectamente comprensible ue dude de tus lealtades. Como sucedió con Noa.

—¡De él no te permito que hables! —le gritó Lyra o que le sigue de furiosa, y por una milésima de segundo mi madre se encogió— A Noa ni lo menciones, porque no tienes derecho. Y tienes razón en dudar de mis lealtades, pero te voy a confiar un secreto "madre". Mis lealtades, están conmigo y solo conmigo. Yo no le debo a nadie mi lealtad. Hay secretos que no pueden ser revelados a los débiles, ni a los idiotas. Sé cosas que nadie más sabe, cosas que ustedes los dioses, no se tomaron el tiempo de querer saber. Cosas que incluso a tí te arterrorizan. Es desepcionante que la guerra final... no la van a ganar con la estretegia de Atenea. Sino de la desepción de esta.

—No profanes al oráculo.
—No lo hago, simplemente digo lo que sé. Tú jamás vas a ser la estrategia divina perfecta, porque tienes más fallas que una máquina que Hefesto hace dormido.

En ese momento algo le pasó a la cabaña, un frio horrible me heló los huesos, parecía como si el tiempo se hubiera congelado, por un momento no pasó nada. El tiempo parecía congelado, entonces de la nada, Atenea le dió a Lyra un fuerte bofetón que hasta a mí me dolió, al ser Diosa, obviamente tenía fuerza sobrenatural, así que el bofetón fue lo suficientemente fuerte como para tirar a Lyra al piso y mandarla hacia atrás varios metros.

Sin embargo, contrario a lo que cualquier persona juiciosa hubiera hecho, Lyra se levantó sin tocarse la mejilla siquiera y miró a mi madre. Tal vez ella no lo notara... o tal vez no le importaba, pero la mano de Atenea estaba perfectamente marcada en la mejilla de Lyra. La mirada de Lyra hacia mi madre era confusa de desifrar, no estaba segura de qué es lo que pasaba por su cabeza, pero no era nada sano.

—Golpeame todo lo que quieras... con eso no cambias nada, al contrario, sigues abriendo la maldita brecha —dijo Lyra, quien con horror me di cuenta estaba sangrando de la boca.
—No me hables así.
—Lo siento "mamá" —dijo con sorna— no pretendía insultarte más de la cuenta.

Entonces regresó la sensación y le dió otra bofetada pero en la otra mejilla, y esta vez vi con horror, cómo al levantarse del piso, le chorreaba sangre de su boca.

No estaba segura de cuando exactamente, pero ahora estaba escindida detrás de una columna para que no me vieran.

**********

Hola Mis queridos semidioses, perdonenme por no haber publicado el Jueves, creí que lo había hecho hasta que alguien me hizo favor de recordarme, me disculpo porque ya volví a la escuela y creo que entre todo, pues se me olvidó. Una gran disculpa.

Abrazos y Saludos

Azeneth

El Secreto del Olimpo |CRUDET 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora