¿Ambulancia?

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No fue una mañana demasiado estresante, aunque no quedaba tiempo libre entre clase y clase.

El calor apenas molestaba, el frío no se hizo presenten a las más altas horas de la madrugada.

Jacob caminaba en dirección a su automóvil, que no destacaba demasiado por su negro color, al igual que la figura del profesor.

Las gafas de sol sobraban de su rostro, y el paraguas que sujetaba una de sus manos no hacía más que molestar.

Una vez abierto, montó en el auto, y casi de manera automática, sacó de su maletín un alargado cigarro junto con un mechero, situando la boquilla de este entre sus labios y dándose fuego él mismo.

Podría decirse que los hechos transcurrían de manera habitual, un adulto que, tras su jornada de trabajo, conducía a su casa, mientras llenaba el ambiente del humo que se escapaba entre su boca.

Eso sí, en cuanto su teléfono comenzó a vibrar mientras Jacob esperaba un semáforo, fue cuando las cosas no transcurrieron del todo como de costumbre.

-Hola, Jacob- al otro lado de la línea, una fina que no débil voz pronunciaba su nombre de manera lasciva, haciendo que el moreno se extrañase.

-No son horas para estar borracho, Troye, ni tan siquiera son las tres de la tarde- comentó el mayor, activando el altavoz de su teléfono al tiempo que daba otra calada al pitillo.

-¿Quién te dice que lo este?- aseguró el ojiazul.

-Ve al grano, Troye...- Jacob acomodó sus manos frente al volante, dejando en el asiento de al lado su móvil.

-¿Sabes qué estoy comiendo?- preguntó el menor, dando un poco de énfasis en la última palabra.

-Oh, vamos Troye, ¿estás cachondo o qué te pasa?- se mofó el adulto, consumiendo un poco más de tabaco entre risas.

-Calla imbécil, sólo estoy practicando para esta tarde...- contestó el menor, cambiando su voz por una más grave.

-Uy, ¿la princesita tiene planes?- el profesor trataba de hacer rabiar al alumno, como era de costumbre.

-Y mejores que los tuyos, Connor no puede quedar hoy, así que... ¿adivina quién viene a mi casa?- al decir esto, se sonrió para él mismo, imaginando la cara del más mayor.

-¿Y tu plan es recibirle con una fruta en la boca? ¿No te vale con la suya?

-Nos hemos despertado groseros, ¿eh?- afirmó, esta vez enfadado.- Si lo llego a saber ni llamo.

-Venga ya, no te enfades... Dime que tienes pensado...

-Lejos de lo que tú piensas, sólo lo besaré un poco antes de que se vaya y morderé su labio, para que piense a quién le merece la pena amar- se pudo oír cómo habría una lata de coca-cola y pegaba un sorbo de ella.

-Te recomiendo que te insinúes, pero que sea él el que se lance, así tu imagen queda limpia y le haces que le dé más vueltas en su cabeza- estrujó lo sobrante del la colilla tras pronunciarse respecto al tema, lanzándola tras asegurarse de haberla apagado completamente.

-Mhm... Supongo que sí, gracias Jacobacon- inmediatamente después, le colgó, dejándole con la palabra en la boca.

-Este crío...- agachó su cabeza un segundo, quitando sus ojos de la carretera, para guardar el dispositivo en su pantalón.

Claro error.

(...)

Troye se cambiaba por duodécima vez de sudadera, estirando de ella, tratando de amoldarla por completo a su cuerpo.

Eligió un buzo de color gris, junto con sus pitillos negros favoritos, acompañando todo ello con sus zapatillas Nike rosas, y pegó saltitos hasta la puerta, sentándose en el pasillo, esperando a Tyler mientras jugaba con el móvil.

Por su parte, el rubio aceleró su paso al notar cómo una vibración, procedente de su bolsillo, se extendía por su cuerpo, haciéndole saber que había recibido un nuevo mensaje.

Llegó en el menor tiempo posible, tocando el timbre, provocando que un tremendo escalofrío recorriese la espalda del menor, incorporándose del suelo mientras se limpiaba un poco su polera.

Antes de abrir, se le ocurrió una cosa.

"¿Por qué no?" pensó, e inmediatamente gritó, dirigiéndose a Tyler.- ¡Un segundo!

Tras ello, cogió algo del frutero, y una vez lo hubo pelado, mojó la fruta en nutella, manchándose la comisura de los labios.

-Hola, siento haber tardado- comentó, apoyándose en el marco de la puerta mientras daba un nuevo mordisco a la fruta- ¿Quieres pasar?

-Ah...- gimió sin querer el rubio, evitando mirar muy seguido hacia los movimientos de la banana dentro de la cavidad del menor- S...sí, claro... Dé, déjame sitio... Por favor.

"Va a ser una tarde larga" se dijo a sí mismo el rubio, siguiendo al rizado que movía acentuadamente sus caderas, provocando cada vez más al mayor.

(...)

-¡Eh, mira por dónde vas...!

-¡Perdón!- se disculpó el ojiverde, haciéndose a un lado para tratar de no llevarse por delante a ninguna persona más.

Llevaba andados unos cuantos kilómetros por los alrededores de la ciudad, rumbo a la zona industrial, en busca de un Pikachu.

Sus ojos ya comenzaban a enrojecerse, y se pegaban cada vez más a la pantalla, quedando totalmente prendados por los suaves colores del juego.

Cruzó uno, dos, hasta ocho pasos de cebra, sin levantar la mirada de la app, haciendo que su vida peligrase sin importarle lo más mínimo.

Y ya cuando sus pies pasaban por encima del undécimo cruce... El preciado Pokemon apareció, dejándolo completamente pegado al suelo.

Con suerte, ningún coche pasaría...

-¡Connor!- se oyó retumbar por las paredes de los edificios más cercanos, junto con un gran estruendo, provocado por el choque del cuerpo del castaño contra el capó del automóvil de Jacob.

-¡Connor! ¿Estás bien? ¡Respóndeme, por favor!- suplicaba el profesor, sintiéndose terriblemente mal por haber atropellado al querido de Troye.

Marcó el número de emergencias, pidiendo una ambulancia urgentemente al notar que el pulso del castaño no se había parado.

Y cuando fue a llamar a Tyler, no hacía más que comunicar.

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Habrá más entre mañana y pasado, lo prometo.

Últimamente no estoy muy inspirada, pero ya, no os preocupéis, habrá lío... De todo tipo ;)

Adiós, se despide

-Nat

Mi Peor PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora