Dos.

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Maratón [1/3]

Con los ojos abiertos a tope admiraba a aquella hermosa criatura, pero no debía dejarse engañar por su apariencia inocente, ya que no lo era según todos en la isla le habían comentado.

Se quedó congelado aún sentado sobre la húmeda arena, sentía la mirada el tritón analizando todo su cuerpo. Tal vez buscando su punto débil y atacarlo mientras menos lo espere. Después de todo no debía poner su confianza en este.

En un movimiento lento y sigiloso se puso de pie frunciendo el entrecejo al ver que "Dipper" no tenía ninguna intención, por el momento. Sin siquiera decir palabra alguna se acercó con cautela al tritón, por cada paso que daba lo sentía más tenso.

—Tranquilo... —alzó ambas manos para demostrarle que era de confianza.

La criatura al ver que alzaba estas se encogió en el agua alejándose a una distancia prudente, después fijó su mirada de nuevo a la del rubio. Por alguna razón no podía dejar de ver sus ojos y eso le incomodaba un poco a Bill.

—Venga, acércate —descendía sus manos de manera lenta dando de nuevo un paso más, su pie sintió algo húmedo y al bajar su mirada notó que ya estaba en la orilla del mar.

Con algo de inseguridad la criatura se acercó aún viéndolo fijamente con un rostro muy sereno.

Ahora otro paso más y ya tenía ambos pies tocando el agua, debía tener cuidado. No tenía que dejarse llevar por la belleza del tritón.

—No eres como los demás te describen, quiero decir que desde ahora que te veo con precisión no actúas de manera violenta. Y claro, no quiero que lo hagas —el rubio no sabía realmente si entendía lo que le decía, pero al menos debía intentarlo.

Dipper seguía viéndolo fijo acercándose un poco más a aquel joven al punto de llegar a ver con más claridad sus pies por el agua cristalizada.

Las cosas iban bien, el ambiente estaba calmado y solo se limitaba a descifrar que era lo que la gente tanto le asustaba.

—¿Qué es lo que la gente tanto teme de ti? No pareces una amenaza —muy tarde para hablar. Su espalda se golpeó con violencia sobre la arena haciéndolo soltar un quejido agónico.

Al darse cuenta de lo que en realidad estaba pasando, la mitad su cuerpo ya estaba sumergiéndose al agua. El tritón le jalaba de los pies arrastrándolo por la orilla para tal vez ahogarlo en el mar. Soltó un respingo aferrando con fuerza sus manos sobre la arena pero fue en vano ya que esta no era realmente estable. Sin duda comenzó a patalear intentando zafarse del agarre del otro.

Tomó profundamente aire de la superficie y cerró su boca esperando a lo que posiblemente estaba por venir. Su rostro se adentró por igual al agua ahora estando por completo en esta luchando por liberarse de aquella bestia. Abrió con dificultad sus ojos, no es como si hubiera muchas cosas que admirar realmente. Todo el agua estaba tenebrosamente oscura. Solo estaba frente a él una silueta moviéndose desesperadamente para hundirlo.

Logró zafar un pie de sus manos y con este pateo con dificultad la otra mano del castaño logrando por igual librarse de su agarre. La criatura al parecer chilló con un sonido algo irritante ante los oídos de cualquiera.

Nadó nuevamente a la superficie soltando todo el aire retenido y respirando con dificultad al igual que agitadamente.

—¡Oh por todos los dioses! ¡Bill! —gritó alguien a lo lejos. Volteo inmediatamente su cabeza sorprendido de saber de quién se trataba. Gideon corría por la arena hasta llegar a la orilla con una cuerda entre sus manos.

Bill sintió unos brazos rodeándole por detrás con fuerza al igual que un gruñido en su oído que lo hizo temblar.

—¡Gideon! —luchaba entre los brazos de la bestia que aún tenía la idea de hundirlo.

—¡Toma de la cuerda, rápido! —el chapoteo de un objeto cayendo al mar con fuerza llamó la atención tanto del tritón como del rubio, quien con rapidez agarró con ambas manos la cuerda. El señor jalaba con todas sus fuerzas la cuerda que poco a poco resbalaba de entre las manos de Bill.

Dipper aún seguía aferrado como un chicle en el cuerpo del otro moviendo su aleta en dirección contraria de donde Gideon estaba jalando.

—Parece que no te quiere dejar ir —comentó con burla el enano estirando con más fuerza de la cuerda, el cuerpo de Bill estaba ahora saliendo de a poco del mar.

—¡Sólo sácame de aquí! —le gritó ganándose una risa ronca como respuesta. Sentía la arena en sus pies finalmente, pisando firme en ella caminaba gastando de su fuerza para por fin soltar de la cuerda y tomar la mano que Gideon le ofrecía. Entre los dos arrancaron las dos manos del cuerpo del rubio.

Corrió un poco respirando agitado y volteándose temblando por cómo el tritón gruñía y se adentraba de nuevo a su hábitat ya que estaba en medio de la arena. Abrió en grande su boca y gritó con una fuerza anormal que hasta las ondas sonoras se propagaban por el agua, la cual se sacudía por aquel chirriante sonido.

—¡Atrás, atrás bestia! —con su cuerda golpeaba la arena amenazando a Dipper para que se alejara. Este en una auto reacción retrocedió y dejó de gritar.

Desde el agua solo sacaba la mitad de su cabeza mirando fulminante y con evidente enojo a Gideon.

—Y parece que a ti te odia —comentó jadeante Bill ante aquella extraña escena.

—Siempre lo ha hecho, no es de esperarse —con las mejillas enrojecidas por la furia pateó la arena en dirección a la criatura marina, pero ni un grano de esta le tocó—. Larguémonos de aquí —masculló volviendo al pueblo, el rubio lo seguía con la mirada aún sin moverse de su sitio.

Volteó de nuevo al mar y evidentemente ahí seguía Dipper mirándolo con los ojos brillantes e iluminados. Puede que sea por el reflejo de la luna.

Suspiró siguiendo por detrás al alcalde de la isla revisando su cuerpo en donde ni un rasguño se hallaba.

—Que raro —se encogió de hombros sacando el libro de su saco ahora más inservible que nunca, debe esperar a que se seque para releer la parte de las sirenas una vez más.

Monster. [Sirenas]「BillDip/DipBill」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora