Su ser se descontroló por completo. No dejaba de echar miradas fugases por cada área del agua buscando al sujeto que le ayudo. Gritar su nombre no era de tanta ayuda, puede que no le pueda oír bajo el agua pero no estaba de más en seguir intentándolo.
De repente una gran onda se propagó hasta su lugar, golpeándole ligeramente. Al voltear en el lugar donde esta fue lanzada, su corazón dio un vuelco.
Efectivamente Bill se encontraba a unos cuantos metros de distancia, pero no estaba solo. Un cuerpo por detrás de sí le sostenía en un intento de ahogarle. Descubrió que el sujeto que sostenía al rubio, no era más ni nada menos que Gideon. Creyó que había desaparecido por completo de este mundo, pero el destino le jugó una mala pasada.
Automáticamente nadó en dirección a la de ambos humanos, lo que menos deseaba era que algo le pasara a Bill así que en cuanto Gideon notó su presencia, se detuvo.
El peliblanco tenía una mueca de disgusto reflejada en su rostro, no le satisfacía para nada la repentina aparición de aquel tritón que tanto detestaba. Apretó de a poco el cuerpo del investigador contra el suyo.
Bill se limitaba a sólo patalear y apretar con fuerza el brazo que estaba localizado en la parte de su cuello, esperando a que lo liberara. El aire se estaba yendo de a poco de su sistema.
Dipper se acercó unos cuantos centímetros, con la mirada totalmente enfocada en el rostro de Bill. Lo quería tener a su lado en esos instantes, a salvo. En un momento de desesperación, mordió de su labio inferior con cierta fuerza que le provocó una pequeña cortada mientras el color en sus ojos se opacaba.
Tenía que hacer algo pronto, cualquier cosa para tener a Bill entre sus brazos.
Veía como los parpados de este caían de a poco al mismo tiempo que sus manos perdieron agarre del brazo de Gideon, quien sonreía con superioridad con un leve color morado adornando sus labios.
Dipper, irritado por la situación, estaba a punto de lanzarse con fuerza contra el peliblanco, de no ser por otra silueta que se le adelantó.
En menos de un segundo, el cuerpo de Bill se encontraba libre. Dipper nadó instantáneamente en donde se encontraba y sus brazos le rodearon por la parte baja de su espalda, su propio corazón le latía con fuerza. Era una sensación extraña que sólo le sucedía cuando estaba cerca de Bill, llegaba a congelarse por tenerlo a una corta distancia.
Buscó con la mirada a la criatura que le ayudó, hasta que notó que se trataba de su hermana Mabel. Ella estaba nadando hasta el fondo del mar con Gideon forcejando entre sus garras. Dipper soltó una risilla burlona ya aceptando el final que tendría ese sujeto.
Se centró nuevamente en Bill, quien estaba más pálido de lo normal. La única vez que le vio en ese estado fue cuando fueron a la isla y él estaba recargado en su espalda.
Elevándose hasta la superficie, sujetaba con firmeza el inmóvil cuerpo del rubio hasta depositarlo en tierra firme.
—Es hora de despertar, bello durmiente —murmuró con sus manos puestas en el pecho de Bill, dejándole pequeñas caricias con ellas. Al ver que no reaccionaba, le llamó por su nombre con suavidad. Sus manos pasaron de su pecho hasta llegar a su rostro, siguiendo con sus leves movimientos—. Despierta...
Sus ojos marrones se trasladaban por todo el rostro ajeno, aún sin comprender porque no reaccionaba. Lo único que comprendía de los humanos, era que necesitaban aire para respirar y seguir viviendo.
Sonrió nervioso jugando con sus mechones dorados, nada pasaba. Una idea surgió en su mente y en menos de un segundo estaba abrazándole con su cabeza sobre su pecho.
—¿No estas enfadado? Estoy abrazándote y se lo mucho que no te gusta que lo haga —susurró apretando más su agarre. De un momento a otro alzó su mentón de su pecho esperando encontrarse con un rostro sonrojado y un montón de quejas, pero el mismísimo silencio fue lo que tuvo como respuesta.
Las dudas tomaron lugar por todo su ser, no entendía lo que estaba pasando.
Un fugaz recuerdo apareció por su mente, fue tan rápido que le ocasionó un pequeño mareo. Fue el momento de la isla donde estuvieron. Cuando llegaron y Bill estaba en esta situación, su rostro pálido recobró color cuando tosió. En ese momento, él había escupido todo el agua de su cuerpo.
Dipper abrió los ojos a tope volviendo a la realidad, llevando sus manos hasta las mejillas del humano sintiendo como su propio corazón se estrujaba.
—¡No se que hacer! —lloriqueó con un ligero tono de voz, esperando que la esperanza viniera—. Haz algo. Vuelve.
Las lágrimas se formaron por sus ojos, pero estas no salieron.
Algo tembloroso, aproximó su rostro contra el de él y dejó salir un suspiro. Descendió de a poco hasta quedar con ambas frentes pegadas. Sus manos fueron directo hasta las de él para tomarlas, apretándolas ligeramente.
—No me dejes solo, por favor —susurró con un deje de tristeza, cerrando con fuerza sus ojos ahora no impidiendo el paso de sus lágrimas hacia el exterior.
El silencio fue eterno al igual que desesperante.
Pareció que transcurrieron años en lugar de segundos.
Todo signo de esperanza desapareció, hasta que un ligero apretón en su mano le llegó a erizar su piel. El cuerpo bajo el suyo empezó a temblar insaseables veces, Dipper abrió de golpe sus ojos cristalizados separandose unos cuantos milimetros del rostro ajeno.
Un quejido salió de los labios grisaseos de Bill, un sonido que no hizo más que hacer que el corazón del tritón latiera con rapidez.
Una sonrisa radiante tomó lugar en su rostro al percatarse que los ojos ambarinos de el mayor se abrieron dificultosamente.
Bill tosió un par de veces hasta por fin darse cuenta en la situación en la que se vio metido, sus mejillas se adornaron de un color carmín y su ceño se fruncía de a poco.
—¿D-Dip...? —las palabras no lograron salir por completo de su boca cuando sintió unos labios rozarse contra los suyos, su sonrojó se intensificó a la par que entablaba mirada contra los ojos del castaño.
Lo que llegó a ser un momento de desesperación se convirtió en tranquilidad pura, las olas del mar eran música para los oídos de cualquiera. Ni una reacción se formaba entre ellos, sólo se miraban como sí con eso pudieran descifrar los sentimientos y emociones enfrentadas.
Sus manos se entrelazaron contra las de él con sutileza y lentitud. Los corazones de ambos latían con cierta fuerza que temían que el otro se diera cuenta de lo fuerte que sonaba.
Con sus respiraciones mezclándose, el sentido común desapareció por un instante. El entrecerrar de sus ojos fue tan ligero como el revoloteo de las alas de una mariposa.
Lo que inició con un roce, terminó con un beso.
El toque entre ellos era suave, algo que les derritió por completo el alma. Los segundos pasaban y se tomó más confianza en el asunto, el beso se profundizó repentinamente.
Las manos de Bill se separaron de las de él, hasta posicionar una en su cintura y otra acunando su mejilla, recibiendo caricias por parte de su pulgar. Las suyas pararon en su cuello intentando juntarse aún más a sus ahora adictivos labios.
El beso se volvió cálido, mientras Dipper ladeaba su cabeza para tener más accesibilidad a todo centímetro faltante de los labios de Bill.
Se separaron pero con sus labios aún rozándose entre estos.
—¿Quién diría que el monstruo, que atemorizó a tantas personas, tendría sentimientos? —bromeó acariciando su cintura con una delicadeza que hizo ronronear de gusto al tritón. Como respuesta recibió una sonrisa coqueta.
Lo besó nuevamente, con algo de pasión y cariño, para luego separarse en el poco rato y mirarle con los ojos entrecerrados.
—¿Quién diría que un humano los haya correspondido?
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Monster. [Sirenas]「BillDip/DipBill」
Fiksi Penggemar»AU Sirens Toda la gente de una isla tiene un gran temor por un tritón, al que le llaman Dipper. Han inventado muchas historias sobre la criatura y lo que puede llegar a hacer con sus cantos sobre todos. En eso llega un joven llamado Bill Cipher, pa...