Tres.

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Maratón [2/3]

Una gran cobija cubría sus hombros y parte de su cabeza haciéndolo ver vulnerable ante los ojos de cualquiera. Su posición en el sillón era cómoda ya que estaba con una pierna cruzada sobre la otra cual indio.

Sus dientes le llegaron a doler por tanto haber estado mordiendo una pluma, unos ojos ámbar curiosos releían con atención la página sobre las sirenas. Ya llevaba unas cuantas horas buscando algún indicio, algo que le ayudase con aquel tritón que atormentaba a todo el mundo.

¿Será que busca algo en específico para complacerse y por fin dejar la isla en completa paz?

Sintió un amargo sabor en su boca hasta llegar a asquearlo, la tinta de la pluma se había escurrido por entre sus labios. Hizo una mueca de disgusto removiéndola de estos para aventarla lejos agarrando de vuelta otra pluma de repuesto iniciando la misma acción que hizo anteriormente con la otra.

—¿Cuál es tu debilidad?, ¡¿Cuál?! —gruñó cerrando el aún inservible libro después de todo. Soltó un largo suspiro recargándose por completo en el sofá escupiendo la pluma, a este paso no logrará definitivamente nada.

Miraba con atención la chimenea frente a él. Gideon había sido amable al dejarlo hospedarse en una de las más lujosas y rústicas casas de aquel lugar. Recuerda como cuando llegaron nuevamente al pueblo, el señor hizo una rabieta algo infantil de su parte, luego sonrió susurrándose cosas a sí mismo. ¿Era raro? Claro que lo era.

Ese alcalde le llegaba a asustar un poco, tal vez él sepa algo que oculta de todos.

Aburrido observó la ventana a su lado, el mar se veía a la perfección. Todo parecía estar en orden, hasta que algo capto su atención. Una silueta se movía en el agua de un lado a otro, entrecerró los ojos tratando de averiguar que era aquello hasta que por fin la bombilla se le prendió.

[...]

Se arrepentiría de hacer esto, de nuevo. Pero debía ganar su confianza, madre mía. ¿Qué tan difícil puede ser?

Para ello compró una lata de sardinas en uno de los mercados cercanos, tal vez a la criatura le guste.

Colocó ambas manos en su boca como si fuera un megáfono y grito; —¡Hey, pescado!

El tritón en el agua se tenso quedándose totalmente estático al punto que cualquiera pensaría que estaba muerto.

—Traje algo para ti, la verdad no se si las sirenas comen de esto pero hay que intentar —luego se dio cuenta que no tenía un abre latas a su disposición. Soltó un bufido intentando abrirlo con sus manos con torpeza.

Mientras tanto el tritón reaccionó y miraba con admiración a aquel ser frente a sus ojos, no perdía ni un movimiento que este daba.

Después de tantos intentos fallidos, caminó de a poco a la orilla del mar sacudiendo la lata de su mano incitandolo a que se acercara.

Se movía sigiloso en el agua aún clavando sus ojos en los del rubio sin siquiera notar el objeto que este traía en sus manos. Para los ojos de Dipper era uno de los seres que más le había llamado la atención en su larga vida, era de esperarse que lo quisiera como trofeo. Esperando a que se acercara un poco, aprovechó la situación para sacar sus manos del agua tratando de tomar sus pies nuevamente.

Obvio que Bill tuvo el suficiente tiempo para reaccionar retrocediendo instantáneamente. —¿Otra vez? —colocó ambas manos en sus caderas mirando fulminante a la criatura marina como si fuera una madre regañando a su hijo.

Dipper sólo se alejó con una mirada apenada al comprender las emociones del humano frente a él.

Lo que aún no entendía era el porque no tenía un comportamiento agresivo si se trataba de un ser mitológico al cual millones de marineros encararon su furia, no es algo normal. Después de soltar un largo suspiro relajó sus facciones y se sentó en la orilla en la misma posición cuando estaba en el sofá. Dejó la lata frente a él observando los movimientos del tritón, quien nadó hasta la orilla nuevamente y sólo se limitaba a ver la lata como si fuera la cosa más extraña del mundo.

Dipper la olfateó como canino y tomó el objeto entre sus manos, dio unos zarpazos quebrando así la lata y revelando lo que había dentro. Bill sólo miraba todo con intriga desde su asiento, veía como el tritón tomaba de una sardina para luego consumirla.

—¿Qué es lo que ellos ven mal de ti? ¿Dónde quedó la bestia que tanto hablan? —aunque no lo escuchara debía comentarlo, sólo había tranquilidad en esos momentos. Dipper seguía devorando el contenido de la lata cuando una idea cruzó en la mente del investigador, para mostrarles que la criatura era inocente acercó una de sus manos de a poco al cabello castaño del tritón. Sería como una muestra de confianza.

Mordía con nerviosismo su labio inferior temiendo a los resultados, trataba de mantener su mano totalmente firme apenas tocando los pocos mechones de su cabello. Sintió como el otro cuerpo se tensó completamente ante el toque, el tritón miró con los ojos dilatados al rubio aún rígido. Siguió acercando su mano hasta el punto de tocar su cabeza, no le había hecho nada. Se quedaron así por unos momentos hasta que un sonido agudo alarmó a la criatura que instantáneamente rasguñó por el susto todo el brazo del rubio ganándose un chillido de dolor por su parte.

Dipper se mantenía alarmado ante cualquier sonido a su alrededor y al escuchar el chillido de Bill, se alejó de la escena hundiéndose en el agua nadando lejos. Mientras tanto Bill miraba con temor su brazo sintiendo la poca sangre que resbalaba a lo largo de este. Se podían ver a la perfección tres marcas horizontales rojizas, no muy largas.

Se paró con dificultad sintiendo como el brazo le ardía, cubrió la herida con la palma de su otra mano esperando a que nadie le viera ya que creerían que todo por su parte fue un completo fracaso y en parte era cierto. Miró a su alrededor hasta encontrar un silbato en medio de la arena, aquello fue la cosa que arruinó el momento. Alguien le había estropeado el plan y sentía una rabia inmensa en esos momentos.

Pero a lo lejos, unos ojos observaron toda la escena entre el tritón y el humano sin perder ni un detalle.

Monster. [Sirenas]「BillDip/DipBill」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora