7. Siempre soy un tonto por ti.

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John no era una persona que llorara con facilidad, y la mayoría de las veces, era producido por la impotencia más que por la tristeza. Cuando su cerebro proceso lo que estaba sucediendo, sus ojos se llenaron de lágrimas. Silenciosas cayeron por sus mejillas unos segundos mientras sujetaba el saco entre sus brazos. Aún olía a su esposo. Pero la sangre lo volvía mucho más siniestro.

Es su favorito, pensó.

Y luego de tragarse la horrible sensación como un nudo en la garganta, se puso en acción. Hizo llamadas. Mycroft primero, Greg segundo. Ambos llegaron al 221b en los minutos que siguieron, y encontraron al doctor sentado en los primeros escalones de la escalera, aun abrazando aquella prenda. Ya no lloraba, estaba enojado, pero sabía que él no era Sherlock Holmes, no era el único detective consultor del mundo, y había recurrido a las dos personas que sabía que podían realmente ayudar.

- Por favor - les pidió apenas los vio llegar, con los ojos rojizos y su voz quebrada.

Los siguientes días transcurrieron como un borrón para John Watson, pero se decidió rápidamente por ser útil. No iba a pasar el tiempo sumergido en su sofá viendo el espacio vacío del que estaba enfrente. Pasaba mucho tiempo entre el Club Diógenes y el Yard, porque de alguna forma aquellos dos sujetos se habían decidido a mantenerlo vigilado. El investigaba con las formas que había aprendido de su esposo con tantos años de amistad, pero no era suficiente. Sin embargo, todos sabían que el único haciendo progresos reales era Mycroft. El mayor de los Holmes tenía los contactos necesarios para localizar a su hermano. Pero John no se detenía; se había comunicado con la red de vagabundos de Sherlock y pasaron horas junto con Molly buscando pistas en aquel saco.

Pero no aparecía. Sherlock Holmes había desaparecido de la faz de la Tierra, ni siquiera la MI6 podía dar con él, y su esposo no aceptaría jamás la posibilidad de su muerte. No iba a perderlo, no de nuevo. Si así era, él sabía que no quedaba mucho por lo que vivir. Y tal vez por pensamientos como ese se rehusaban a dejarlo solo. Cuando pasó un mes, estaba lejos de darse por vencido, pero si se acercaba más y más a deprimirse por completo.

- No - le advirtió apenas el detective inspector cruzó el umbral de su puerta - no tengo nada nuevo.

Lestrade lo miró, a su amigo, a aquel buen doctor que había ayudado tanto a Sherlock, que lo había visto sufrir tras su suicidio, con quien había pasado buenas noches en bares bebiendo alguna cerveza y riendo sobre la vida marital que tenía con aquel excéntrico sujeto. Aquel sujeto que había llegado a considerar uno de sus mejores amigos. Vió al pobre hombre, con grandes ojeras bajo sus ojos y tristeza en la mirada, quien llevaba un mes sin descanso buscando al amor de su vida... y decidió guardarse la información que tenía para sí mismo.

- De acuerdo, pareces cansado, trata de dormir por hoy - le dijo Lestrade, dando la vuelta.

- Un mes Greg - masculló el doctor, que hizo que el inspector se volteara - hoy se hará un mes desde que desapareció.

El policía queria decirselo, pero no iba a llenar al hombre de esperanzas tal vez infundadas. Suspiro y le contestó:

- Lo vamos a encontrar -

Pero John Watson ya no estaba tan seguro.

PoV John

No se porque lo hice, pero lo hice. Me abrigue y baje las escaleras para tomarme un taxi, y a este le indique mi destino:

- Al cementerio -

Su tumba seguía allí, según sabía. Nadie se había molestado en quitarla, se había convertido en un lugar de homenaje hacia mi esposo, hecho por sus fans. Era un tanto macabro y de mal gusto, si me lo preguntan, pero supongo que no había muchos más lugares de referencia. Nadie se atrevía a dejar cosas en nuestra puerta desde que él... Sonreí para mis adentros, pero esa gracia causada por el recuerdo rápidamente se convirtió en amargura. Extrañarlo no era el término correcto, porque era mucho más que eso. Estaba desesperado. El vacío en mi interior crecía como un hoyo negro y me rompía en mil pedazos que debía juntar, o me desarmaria. No podía perderlo. No podía pasar de nuevo. No estaba preparado para eso. Mi hija, mi esposa, y él... ¿qué sentido tenía todo esto?

La historia sobre nosotros - Parte 2 (Johnlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora