9. John

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- John -

Esas eran las primeras palabras de Sherlock cada vez que despertaba. John. Era todo lo que pasaba por su cabeza cuando las cosas se volvían complicadas. Era el nombre que gritaba cuando su esposo lo tocaba de aquella manera que tanto le gustaba. John era la razón para ser bueno, para comportarse frente a otros. John era aquel nombre que debía estar en un diccionario como sinónimo de bondad, inteligencia, valor y belleza. Era su palabra favorita.

Decía John y estaba pidiendo ayuda.

Decía John y estaba gimiendo de placer.

Decía John y estaba presumiendo al mundo que aquel hombre era su esposo.

Y lo observaba. Vaya que lo observaba. Lo observaba despertar por las mañanas y buscar su ropa en el suelo. Lo observaba preparar café mientras bostezaba. Lo observaba decirle que llegaba tarde al trabajo, lo observaba irse luego de besar su frente con amor en su mirada. Lo observaba volver y quejarse de que había estado en aquella posición durante todo el dia. Lo observaba acompañarlo sin quejarse a los casos, a pesar del cansancio.

John sería lo último que diría antes de que la vida desapareciera de su cuerpo, y compensaría así no haberlo hecho en su nacimiento. John era la razón por la que luchar por un mundo mejor. John era el incentivo cuando la humanidad parecía demasiado estúpida, demasiado autodestructiva. John era el amor de su vida, luego de pasarla creyendo que tal cosa no existía.

- John - susurro aquella noche, mientras su esposo comenzaba a desabrochar su camisa.

- ¿Sherlock? - le pregunto, y cuando levanto perezosamente la vista, vió que su esposo tenía algo diferente en la mirada.

En aquellos ojos cambiantes como la tormenta encontró más que amor, más que pasión, más que cualquier cosa que había visto antes. Encontró algo indescriptible con palabras. Algo que se sentía en la piel, algo antiguo y profundo, algo que parecía olvidado, pero que reside en las personas que se permiten amar con tal intensidad, sin miedo, sin reserva.

Y el palacio mental del detective era un desastre. Datos volando por todas partes que intentaban ganarle a aquella simple palabra: John. Pero ningún dato era tan fuerte, tan necesario, tan primordial. Esa palabra que jamas podría ser borrada, ni siquiera si Sherlock lo deseara. Tatuada en su cerebro como otros amantes se tatuaban la piel. Imposible de removerse, se negaba a desaparecer.

- John - repitió, y esta vez aquellas letras dejaron de ser letras. Pasaron a ser un rostro que se encontraba apenas a unos centímetros de los labios que la pronunciaban. Pasaron a ser un hombre completo.

Porque John era solo un nombre, un nombre famoso entre los británicos, un nombre que había pertenecido a cientos de seres humanos. Pero para Sherlock Holmes, solo había un John Watson, y lo tenía entre sus brazos, con sus labios casi unidos.

El doctor no necesitó volver a preguntar. Lo veía, simplemente lo veía y lo entendía. Y con la misma intensidad, con ese mismo sentimiento innombrable dijo:

- Sherlock -

Y nada en el mundo, nada, volvió a sonar de la forma que aquellos nombres sonaban para ellos.

N/A: es un poco corto, pero no deseaba estirarlo más. Nos vemos en los siguientes días, lo prometo, saludos!

La historia sobre nosotros - Parte 2 (Johnlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora