No hacerle mucho caso al señor corazón cuando el objeto de olvido se cruce en el camino.
La técnica de Viviana funcionó tanto que cada vez que veía al innombrable me daban ganas de reír.
Así, ni siquiera el señor corazón tenía oportunidad de comparecerse por el susodicho, además, poco a poco iba aprendiendo que él no merecía su afecto.
― ¿Por qué sonríes, eh? —preguntó Joaquín, después de que el innombrable —o «cara de asterisco»— entrara por un papel importante y saliera.
― Me acordé de algo, es todo.
― Mmm... Siento que aquí pasa algo.
― No, para nada. ¿A qué hora es la audiencia del señor Zambrano mañana?
― Ahí está, me cambiaste el tema y es a las diez.
Tecleé en la computadora la respuesta.
― Solo me acordaba de algo que dijo una amiga mía.
― ¿Todavía te cae mal Víctor?
― Digamos que su presencia empieza a resultarme indiferente.
― Él estudia contigo, ¿no?
― ¿Cómo sabes eso?
― Alguna vez lo mencionó.
― Pues sí, estamos en el mismo salón. Pero ya sabes cómo es, uno no es amigo de todo el mundo.
― Mmm... Bueno.
― ¿Qué ocurre?
― Pues me parece un poco contradictorio que te resulte indiferente y no quieras acompañarnos a comer los viernes.
― Es complicado.
― Ay estas mujeres —se levantó de su escritorio con unos papales—. Ya vuelvo.
Me quedé riendo en voz baja.
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La lista del olvido | Relato corto en fragmentos
Short StoryKatherine estaba muy segura de algo: sacar de su mente y corazón a Víctor. Cansada de batallar contra el recuerdo y después de darle vueltas a varias ideas hasta encontrar una posible solución, ejecutaría, paso a paso y en complicidad con su mejor a...