Punto 5

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Aplicar técnicas creativas para no ceder ante el encanto de su mirada, labios y sonrisa.


Viviana me visitó de nuevo durante el fin de semana, pegó una foto del rostro del innombrable en la pared y me sentó frente a la misma. Ella iba de un lado a otro, hablando.

― Recapitulemos. Ha pasado un mes. ¿Tienes algún objeto que te recuerde a él?

― No.

― ¿Cuál es su número de celular?

― Cero, nueve, siete, cero... dieciséis... —luché para recordar los números correctos, pero en mi mente estaban revueltos. Repetí aquel ejercicio que me indicó Viviana todos los días.

― Perfecto. ¿Lo has visto en el buffet?

― Solo cuando ha entrado a la oficina de su padre y de reojo.

― ¿Lo viste directamente?

― Un par de veces.

― ¿Qué pensaste?

― ¡Que era un ser despreciable! De hecho, hasta Joaquín se dio cuenta.

― Son excelentes noticias. Ahora debemos reforzar. ¿Lo ves? —señaló la foto en la pared.

― Sí.

― Este rostro ahora será el referente directo del trasero del profesor López.

― ¿El del colegio? —arrugué mis facciones faciales.

― Exacto y todo lo que provenga... de él...

― ¡Vivi! —me tapé el rostro— ¡Qué asco!

― Ahora estás entendiendo.

Mis compañeros de curso solían burlarse de él por lo poco favorecedora que había sido la naturaleza, con dicha parte de su anatomía, hasta lo comparaban con una almohada después de muchos años de uso.

― Está bien, está bien, es una idea extremista, pero creo que funcionará —reí.

Viviana le dibujó con marcador rojo una línea en el centro y otros detalles desagradables.

― El innombrable ahora será «cara de asterisco».

Soltamos las carcajadas.

― Te tomaste muy en serio el punto número cinco, Vivi, te pasaste.

― Lo sacaremos de tu vida sí o sí, Kat.

Y seguimos riendo.

La lista del olvido | Relato corto en fragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora