En las citas no comparar al objeto de olvido con el joven protagonista de la velada.
No había visto a Joaquín como un chico con el que pudiera salir, tampoco pensé que le pudiera atraer, es decir, lo consideraba muy guapo pero un poco inalcanzable.
Joaquín estaba tan bien puesto que considerar la idea de tener una cita con él me causaba algo de rubor interno, de modo que me limité a verlo solo como compañero de trabajo.
Y tras recibir su invitación, empezó a caber en mí una pequeña posibilidad de verlo como algo más.
Lo esperé en la heladería pactada a las tres de la tarde. Opté por un vestido fucsia y una boina blanca, además de zapatos de tiritas del mismo color, y un pequeño bolso azul.
Pocos segundos después apareció Joaquín con jeans, mocasines negros y una camisa remangada hasta los codos. Además olía muy bien.
― Hola, Katherine —me besó en la mejilla—. Estás muy linda.
― Gracias.
― ¿Esperaste mucho?
― No, no, acabo de llegar.
― Menos mal. No creas que suelo llegar después de las damas.
― No te preocupes.
― ¿Pedimos?
― Sí, sí.
Nos acercamos al mostrador de sabores. Él pidió un helado de ron pasas y yo uno de mora.
― Esto es un poco extraño, ¿no crees? —dijo, después de acomodarnos en una mesita, al exterior del local.
― ¿Por qué?
― Llevamos un tiempo trabajando juntos y de repente me lanzo a invitarte a salir.
― Bueno... —sonreí—, no me lo esperaba, pero creo que fue grato.
― ¿De verdad?
― Pues sí.
― Pensé que no aceptarías.
― Al contrario, creo que es una bonita oportunidad para conocernos mejor, Joaquín.
― Qué bueno que pienses así —y respiró como aliviado.
A las seis de la tarde estaba de regreso en casa y tomé el celular enseguida, para contarle todo a Vivi.
― Dime, amiga, dímelo todo.
― ¡Hola, Vivi! —me acosté en la cama, sonriendo.
― Estás de buen ánimo, esto suena prometedor.
― No sé ni por dónde empezar. Le gusta el helado de ron pasas, jugar videojuegos los fines de semana, también billar con amigos, piensa hacer una maestría y montar su propia oficina.
― ¿Beso?
― Solo uno muy interesante en la comisura de los labios.
― ¿Cómo te sentiste?
― Me estremeció, amiga.
― ¿Silencios incómodos?
― Ninguno.
― ¿Pensaste en el innombrable?
― Solo ahora, que lo mencionas.
― No se diga más, el muchacho se ganó puntuación perfecta en la primera cita.
― Dijo que uno de estos días iríamos a comer después de la oficina. Tenemos que ponernos de acuerdo.
― Ya quieres que sea lunes, ¿cierto?
― Como no tienes idea.
― Creo que tu lista está funcionando, después de todo.
― Sí, Vivi y es genial.
― Tendremos que esperar y continuar con Joaquín y Roy. ¿Sabes? Tengo un buen presentimiento.
― Yo igual, amiga.
Con el paso de las semanas, Joaquín y yo nos hicimos más cercanos, hasta que llegó el momento de un beso de verdad.
El sabor fue distinto y agradable, como entregar los labios a otros, que sabes que los va a cuidar.
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La lista del olvido | Relato corto en fragmentos
Short StoryKatherine estaba muy segura de algo: sacar de su mente y corazón a Víctor. Cansada de batallar contra el recuerdo y después de darle vueltas a varias ideas hasta encontrar una posible solución, ejecutaría, paso a paso y en complicidad con su mejor a...