Capítulo 18

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Un repentino impulso provoca mi exaltado despertar, encontrándome sentada sobre la cama, sintiendo el rápido latido de mi corazón. Fragmentos de la pesadilla que tenía vienen a mi cabeza sin orden, impidiéndome recordar por completo. Observo el reloj en la mesa de noche, las seis y cuarenta y cinco de la mañana, antes de poder recostarme me doy cuenta de que todo rastro de sueño ha desaparecido. Unos minutos me hacen falta para reconocer el lugar donde me encuentro, mis pies tocan el gélido suelo desapareciendo la pereza de mi cuerpo, camino hasta las cortinas permitiendo algo de luz en la habitación.

Al menos cuarenta minutos me permiten elegir la vestimenta que me pondría luego de ducharme, suficiente tiempo para reflexionar sobre los acontecimientos sucedidos la noche anterior, y en cuanto termino de vestirme, me dirijo hacia las escaleras en busca de mi celular arruinado. Observo una vez más los espacios, teniendo en cuenta aún más los detalles, cuidando de no provocar demasiado ruido al tomar el aparato que se encontraba en completa disfunción, tomo las piezas importantes que no fueron afectadas para después guardarlo en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Siete y cincuenta y seis de la mañana, la hora en el reloj posado en la pequeña mesa me hace meditar en el regreso a mi hogar, negándome rotundamente a provocar una interrupción en el sueño del castaño que se encontraba en el segundo piso. Después de tomar la ropa del día anterior que aún continuaba húmeda, me dirijo a la salida.

— Es descortés partir sin despedirse — la voz retumba detrás de mis oídos, al girar en mi posición consigo al castaño de ojos azules descendiendo las escaleras adormilado.

— Lo lamento, creí que aún dormías — respondo dirigiéndome al pie de la escalera para lograr dejar un beso en su mejilla en cuanto termina de bajar.

— Desperté hace un rato, quería comprobar que seguías con vida — comenta breve, el atisbo de gracia presente en su voz.

— De igual forma creo que ya debo partir, necesito comprar un celular nuevo y resolver un montón de cosas aún — un largo suspiro escapa de mis labios al terminar la frase, el castaño asiente brevemente.

— ¿No quieres desayunar primero? — ofrece, obteniendo una respuesta negativa de mi parte casi de inmediato.

— Tengo mucho qué hacer, para ser honesta tengo el estómago cerrado — respondo con sinceridad. Su cabeza moviéndose de lado a lado dejando en claro su desaprobación me hace percibir el inicio de un pequeño debate con el castaño, que seguro perdería.

— No estoy de acuerdo en que te marches así Gianna, menos con eso en tus manos — explica señalando la ropa en mi mano derecha. — Permíteme prestarte un morral y además desayunar antes de irte, prometo que será divertido — culmina con una sonrisa amable, suspiro porque sé que aceptaré su propuesta.

— Está bien — respondo riendo rodando mis ojos con falso fastidio.

Una vez el desayuno llega a su fin, organizamos todo lo utilizado en su lugar. Thomas rápidamente se ofrece e insiste en acompañarme durante mis ocupaciones, pero me negué, no queriendo interrumpir su horario de práctica, pronto tendría una importante competencia.

Luego de cederme aquél morral que prometió para llevar mi ropa aún húmeda y con un reciente mal olor, nos despedimos.

— Fue divertido compartir contigo — dice el chico de ojos azules, su mirada sincera mientras caminamos a la salida del lugar. Joseph esperando impaciente desde la camioneta.

— Lo sé, lo mismo digo, gracias por todo Thomas — respondo sonriente dejando un beso en su mejilla, haciéndole saber al castaño que en tan poco tiempo se había ganado mi aprecio.

Jugadas Del Destino © | Camila CabelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora