Capítulo 22

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— Camila — espeto, el pánico en mi rostro detonando una mezcla de preocupación y nostalgia en el rostro de la morena, recriminándome casi de inmediato por mi dificultad al abrirme. — Nunca lo he hecho, nunca pude — mascullo dolorosamente, sintiéndome miserable, indeseable, culpable al permitirle a mis miedos tomar control de la situación.

El lugar sumido en el silencio, sin mencionar palabra alguna Camila se limita a colocar sus manos sobre mis hombros, reconfortándome.

— No hay nada malo en ti — afirma al pasar unos minutos. — Eres perfecta justo como eres y no debes sentirte mal por ello, deberías estar orgullosa de que pocas personas pueden ser como tú — al sentir su mano acariciar mi mejilla, no puedo evitar que mi vista se nuble. — Debes aceptarte, estar segura de ello así como yo lo estoy — finaliza, una sonrisa radiante revela el amor desmesurado presente en sus ojos.

— Te amo — expreso, creyendo fielmente que la palabra no podría hacerle justicia a lo que sentía. Mis brazos la rodean con amor, dejando pequeños besos delicados en sus labios.

— Te amo más — dice, retribuyendo besos a toda mi cara provocando mi risa.

Camila toma el dobladillo de mi camisa, levanto mis brazos casi de inmediato como un acto reflejo, decidida a que finalmente se deshaga de la prenda.

— Está marcado — expresa con fascinación dejando leves toques en mi abdomen.

— Tomé prácticas de diferentes deportes en mi país a modo de defensa propia — mi explicación crea su gesto confuso.

— ¿De dónde eres? — pregunta con genuina curiosidad, una leve risa escapa de mis labios. — Nunca me dijiste — afirma, su ceño fruncido con un atisbo de gracia.

— Venezuela, mi amor — respondo finalmente dejando un corto beso en sus labios, obteniendo a una Camila sorprendida.

— O sea que tú hablas... —

— Español, sí — termino la frase. — Sé que tú también porque eres Cubana y Mexicana — afirmo ésta vez, los ojos chocolates entornándose con cautela. — Tuve suficiente tiempo para acosarte en internet, en mi defensa — digo, provocando risas en ambas.

Un par de segundos acompañados de un suspiro son suficientes para determinar mi siguiente acción, con fuerza pero manteniendo delicadeza sujeto a Camila, su risa inundando la habitación mientras quedamos de pie, sus piernas firmes alrededor de mi cadera. La mirada intensa de la morena detona en mi cuerpo toda clase de emociones vertiginosas, el siguiente beso explotando la vehemente pasión en nuestros cuerpos, mi mano derecha sostiene con firmeza su espalda mientras la izquierda reposa alrededor de su cadera. Un movimiento de Camila es suficiente para unir la calidez que proyectan nuestros sexos, un fuerte gemido escapando en la humedad de nuestros besos justo cuando la dejo caer suavemente sobre la cama.

— ¿Estás segura? — cuestiono, mi voz jadeante no pasa desapercibida la preocupación e inseguridad.

           «Porque en realidad estoy nerviosa hasta la mierda...»

— ¿Completamente? — cuestiono nuevamente a pesar de haber obtenido un asentimiento más que seguro de la morena, sus mirada enternecida acompañada de una sonrisa provocan la mía.

— Nunca estuve más segura de algo en mi vida — con certeza responde justo antes de besarme, de ésa manera tan jodidamente perfecta que solo ella sabe.

Cualquiera en su sano juicio podría enamorarse de Camila, cualquiera habría podido perder la cabeza ante su despampanante belleza. Solo basta observarla en una foto para reconocer no solo aquellos impresionantes rasgos y atributos que le acompañan, sino aquella belleza que posee internamente, aquella que no cualquiera tiene el privilegio de conocer, aquella que su mirada y sonrisa son capaz de delatar.

Jugadas Del Destino © | Camila CabelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora