Capítulo 34

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Sábado.

           « ¿Quién demonios llama tan temprano un sábado? »

El incesante sonido del tono adjunto a la vibración pronto me impacienta.

            « ¡Qué manera de iniciar el día! »

— ¿Diga? — espeto con brusquedad ante mi mal humor.

Oh por Dios, ¿estabas dormida? — aquella voz femenina crea confusión rápidamente.

— ¿Quién habla? — el tono enronquecido de mi voz no merma la mezcla de confusión y molestia.

Soy Emma, lamento tanto haberte despertado — confiesa con timidez, pronto la memoria de nuestro encuentro en la heladería se pasea a través de mi mente.

— Sí, claro, no te preocupes — menciono con rapidez. — ¿Necesitabas algo? — el frío que se cala a través de mi pies en cuanto hacen contacto en el suelo me provoca escalofríos.

En realidad quería saber si podíamos quedar hoy, ya sabes — titubea, ocasionando una sonrisa en mi gesto ante la evidente timidez en su petición.

— Eso sería perfecto, porque los chicos se encuentran aquí — comento, un bostezo abandonando mis labios en cuanto mi mano se extiende por el armario en busca de una camiseta.

¿Todos?, ¿de verdad? — pregunta con asombro.

— Sí, todos — reitero — Te avisaré la hora, ¿está bien? — pensativa observo la vestimenta que he escogido reposar sobre la cama.

— ¡Estupendo!, esperaré tú mensaje — es lo último que escucho antes de colgar.

          « Necesito una ducha. »

Treinta minutos, quizá más, transcurren en aquella ducha antes de encontrarme en el comedor tomando el desayuno en compañía de los curiosos chicos que residen en mi hogar. Mi mente se pierde en la lejanía de las fotografías que permanecen destrozadas en la cesta de mi habitación.

— ¡Eh, que es contigo! — la palma de Diana en mi panorama me trae de vuelta.

— Lo siento, ¿qué decías? — digo, tomando otro bocado de la tostada en mis dedos.

— Queremos conocerlas — repite, aquellos pares de ojos aterrizando sobre mí casi en sincronía.

— ¿A quiénes? — indago con curiosidad, Cristian gira sus ojos, incordio sobre su asiento.

— ¡A Fifth Harmony, mujer! — expresa el rubio con exasperación, el jugo de naranja atascándose en mi garganta repentinamente.

— Olvídenlo, eso no pasará — afirmo en cuanto la tos cede.

— Sabes que no te dejaremos en paz — advierte Lucas desde su sitio, la gracia ávida en sus ojos antes de tomar otro bocado de sus huevos revueltos.

— Es cierto — argumenta Abril entre risas.

— A ver — carraspeo —, hay algo mejor para hacer más tarde — menciono, creando despiste hacia el tema anterior.

— ¿Qué cosa? — indaga Diana, curiosa.

— Emma está aquí — revelo, dejando a todos perplejos en su sitio — Así, que estaba pensando en que fuéramos a un bar todos, o algo parecido — digo, tomando el último trago del líquido naranja en mi vaso.

— ¿Emma?, ¿Emma Thompson? — pregunta Lucas, sin poder darle crédito a lo que sus oídos escuchaban.

— Sí, con permiso — respondo crédula, irguiéndome en pie.

Jugadas Del Destino © | Camila CabelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora