Capítulo 36

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— ¿Qué tal es Inglaterra?, he querido ir allí — comento tras un trago del líquido, la vibración del aparato en mi bolsillo fundiéndose con la fuerte música del lugar, sin inmutarme en tomarlo.

— Es muy lindo, tranquilo, te acostumbras rápido — responde — Aunque debes tener paciencia para entender a los ingleses — comenta con gracia entre risas.

— Debo imaginarlo, aunque sospecho lo haría bien, te entiendo a ti — respondo, el orgullo airándose en mi voz.

— Creo que en realidad no has cambiado — comenta, ganándose mi risa.

El efecto del alcohol me golpea con brutalidad, mi campo de vista ralentizándose en cuanto inspecciono el sitio.

— ¿Estás bien? — pregunta Emma, el tono de preocupación en su voz sin pasar desapercibido mientras mis ojos espabilan.

— Sí, solo estoy un poco mareada — respondo, dispuesta a tomar la botella.

— Es suficiente, no quiero tener que cargarte hasta el auto — comenta entre risas en cuanto arrebata la botella lejos de mi alcance, dejándola en el otro extremo de la mesa.

— A mí me gustaría saber por qué pareces una alcohólica éste día, Gianna — comenta Cristian tomando asiento, los cabellos rulos adhiriéndose a su frente, inspeccionándome mientras tomo el último trago presente en el recipiente transparente.

— ¿Mucha diversión? — apenas logro pronunciar, arrastrando ligeramente mis palabras.

— Estás borracha — comenta entre risas — Puedes responder mi pregunta — sentencia.

— Supongo, tengo más problemas de los que desearía —

— Problemas eh...— comenta Diana, uniéndose a nuestra conversación al dejarse caer junto a Cristian.

— ¿Ésos problemas tienen nombre? — indaga con curiosidad Emma, una sonrisa escapa de mis labios.

— La respuesta es Camila — afirma Diana, mirándome pícara.

— Puede que sí, puede que no — vacilante, escucho el arrastrar de mis palabras asentarse. Mi vista aterrizando con lentitud sobre Abril y Lucas, bailando con emoción a la par de la música. — Alguien se divierte — canturreo.

— No intentes cambiar el tema — advierte Cristian con severidad, el incesante aparato en mis bolsillos pronto me alerta.

— Nos va a ignorar — escucho a Diana antes de tomar el aparato en mis manos. Las interminables notificaciones destacando en la pantalla me causan migraña, las letras nublándose, mezclándose, mis dedos intentando acceder a los mensajes. La luz que destella repentinamente, pronto me permite ver la llamada entrante.

— Camz, estaba pensando en ti hermosa — los ligeros sollozos a través de la línea congelan mis sentidos. — Camila, ¿estás bien? — indago, alarmada, la mirada atenta de aquellos chicos sobre mí resulta irrelevante.

El bullicio presente en el lugar pronto aturde mis sentidos, la fuerte música fundiéndose entre los gritos eufóricos de las personas, a pesar de que mi mano acuna el celular en busca de una mejor audición, parece no funcionar, mi mente sin lograr comprender las palabras de la morena. Ligeros tropiezos me hacen falta antes de llegar a un pequeño rincón aislado.

— Perdona Camz, ¿qué has dicho? — su silencio me atormenta.

Tienes que venir a casa — la debilidad en su voz me confirma el llanto.

— Camila, ¿qué está pasando?, ¿estás bien? — suelto con rapidez — Estaré en un par de minutos allí — aviso, sin darle oportunidad a una respuesta.

Jugadas Del Destino © | Camila CabelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora