Capítulo 17

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—Es increíble que no seas tú, ¿o estoy viendo doble? —preguntó Yuuri tallando sus ojos con ambos puños—, ¿estás segura que es hombre?

—De eso se trata ser gemelos, y el maquillaje —señalé sonriendo—. Espero que sí sea maquillaje.

Lo último fue un susurro temeroso. Kazuo estaba loco, aunque, como su nombre decía, él era un hombre atractivo, de buen corazón y cariñoso.

Kazuo y yo nos parecíamos mucho físicamente, él era delgado, de piel pálida y rasgos finos, su cabello era el más sedoso que yo hubiese conocido e, incluso, se veía mucho mejor en ese vestido que traía que yo en el mío.

Pero nuestras personalidades eran bastante diferentes. Yo era una bomba, él era calma y armonía, una que adoraba y por la que haría cualquier cosa: desafiar a mi padre, las leyes de los mazoku e, incluso, las de la naturaleza. 

—No vas a arrepentirte —dijo la falsa bella morena insinuandose sobre el brazo de un ebrio repugnante.

—Mucho más porque hoy es dos por uno —dije sonriendo a uno que parecía perder el alma ante mi aparición.

—¿Katzuenee? —trastabilló mi gemelo.

Fruncí los labios mientras apretaba los puños. Internamente libraba una batalla entre abrazarle y llenar todo el vacío que por no tenerle se había acumulado y, por otro lado, golpearle por las idioteces que estaba haciendo.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté conteniendo ambas ganas. 

Él frunció el entrecejo y se tragó sus ganas de que le abrazara, porque yo sabía cuánto amaba tenerme cerca, yo lo hacía justo igual. Pero justo en ese momento yo estaba enojada y él  lo había notado.

—Como yo no puedo ponerme a jugar a la casita y la familia feliz —dijo sarcásticamente— estoy consiguiendo dinero fácil para ser superficialmente feliz.

—Kazu... —comencé a hablar pero me interrumpió.

—Si viniste a regañarme puedes irte —dijo. 

Pero el plan no era regañarle, era detenerlo y se lo hice saber.

—De hecho vine a apresarte —expliqué logrando su total atención—. Estás bajo arresto por estafa y robo.

Conrad y Gwendal aparecieron para detenerlo y me aparté para que lo condujeran al carruaje donde sería transportado al Castillo Pacto de Sangre.

—Tenemos siglos de no vernos y vienes a meterme a un calabozo —se quejó bastante furioso.

Lo entendía, de haberme hecho lo mismo me odiaría. Pero necesitaba que Shin Makoku viera que ni un familiar directo del Maou se escaparía de purgar sus delitos.

Respiré profundo y, deseando con todas mis fuerzas no me rechazara, lo abracé tan fuerte como mi amor por él me pidió lo hiciera.

Kazuo comenzó a forcejear furioso pero pronto solo lloró en mi regazo, justo como lo hice yo atrapándolo entre mis brazos.

—¿Por qué hiciste eso? —pregunté una vez que ambos estuvimos más calmados.

—Porque no sabía cómo llamarte —dijo—. Pensé que si gritaba por tu atención la tendría pronto.

—Debí enseñarte a tocar puertas —concluí y ambos reímos.

—¿Iré a prisión? —preguntó realmente asustado.

Sonreí y lo miré con ternura acariciando su mejilla, ese chico era mi pequeño hermano, uno por el que en serio haría cualquier cosa. 

—Solo para los registros. Aunque puedes jurar que no dejarás el Castillo por mucho tiempo —dije sin saber que estaba sellando el destino de más de una persona.


Continúa...


UN BEBÉ PARA WOLFRAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora