Capítulo 21

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GWENDAL POV'S

—¿Qué estás haciendo en la habitación de mi hijo? —pregunté casi furioso al criminal frente a mí. Él parpadeó un par de veces sin dejar de mirarme, pero no dijo nada—. ¡Responde! —exigí mientras le tomaba por los hombros.

Sentí como su cuerpo temblaba y entendí que estaba asustado. Y, aunque no entendía bien la razón de su miedo, me sentí mal por ser el responsable de su malestar.

—Lo siento —musitó bajando la mirada y la cabeza. 

Le solté y él pretendió irse.

—No te quiero cerca de mi hijo —dije logrando que sus pasos se detuvieran en seco y sus enormes y hermosos ojos cafés se posaran de nuevo en mí.

—No me haga eso por favor —pidió volviendo sus pasos—. Yo no puedo estar lejos de ese pequeñito.

—Él es mi hijo —le recordé y Kazuo mencionó algo que yo no sabía, obligándome a caer en cuenta de que solo era padre de nombre.

—Y no se ha enterado que por casi un mes he sido yo quien se ha hecho cargo de Hisoka —dijo.

—¿Por qué? —pregunté muy contrariado—. La mujer a cargo de mi hijo era Katsue.

No lo entendía. Aunque no era difícil de responder, de hecho a él no le dolió nada darme la razón de ello.

—Porque ella tiene una vida, ella es madre de dos niñas y no puede ser la madre de alguien más solo por capricho de un padre desobligado.

Escuchar sus certeras palabras me hizo molestar. Él no era santo de mi devoción precisamente y, ahora, soltando verdades a ton ni son me hacía querer odiarle. Aunque era difícil, aun siendo hombre él tenía la cara y, al parecer, el carácter de Katsue.

—Eso no fue lo que pregunté —dije queriendo voltear la tortilla—. Lo que quiero saber es porqué es un estafador quien se hace cargo del niño cuando hay tanta servidumbre de confianza en este lugar.

Kazuo me miró furioso. Y, aunque al principio creí que le molestaba los agravios que yo estaba soltando, me hizo enterarme de su molestia casi gritando otra cosa que yo sabía y me negaba a ver.

—Porque nadie más que usted debería hacerse cargo de él —dijo—. Nadie debería cuidar a un niño por obligación. Usted como su padre debería cuidarlo por amor.

—No diga idioteces —pedí—, yo tengo muchas cosas importantes que hacer.

Le vi temblar y entonces sí que gritó.

—¡Nada es más importante que un hijo! —aseguró sorprendiéndome y despertado al chiquillo chillón en la cuna detrás de mí. 

Ambos miramos al niño pero solo uno de nosotros fue a atenderle.

—Dije que no se acerque a mi hijo —repetí viendo como pretendía llevarse al niño después de levantarlo en brazos.

Pero él no hizo lo que yo exigía, solo me miró furibundo.

—Hisoka es más mío que de usted, yo si lo amo —dijo y se fue dejándome de piedra. 


Continúa...

UN BEBÉ PARA WOLFRAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora