Capítulo 15

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—¡Deja de gritarme! —exigió Wolfram envuelto en lágrimas y quejidos.

—¡Pues deja de llorar! —grité—. Eres una nena —musité logrando que Gissela me sacara de la habitación donde Wolfram estaba dando a luz.

—¿No podías dejar al muchacho en paz? La estaba pasando mal —habló Conrad recargado a un muro, viéndome caminar como león enjaulado en la sala contigua a donde Wolfram berreaba.

—¡Cállate, marica! —grité más fuerte mirando al muro que separaba las habitaciones, pero al siguiente grito del chico me senté a llorar.

En poco más de un mes yo estaría pasando por lo que él estaba sufriendo justo en ese momento. El parto de Wolfram se había adelantado, era predecible, su cuerpo no estaba preparado para un embarazo, mucho menos para un embarazo triple.

»Conrad, yo no voy a poder —gimoteé escuchando llorar a Wolfram. 

Estaba demasiado asustada. Estaba siendo testigo de un futuro que me asustaba mucho y que llegaría rápido. 

Conrad caminó hasta mí y se sentó a mi lado.

—Todo va a estar bien —aseguró acariciando mi espalda con suma ternura.

Pero no le creía. ¿Cómo podía hacerlo cuando en la habitación de al lado se estaba muriendo Wolfram?


* *


Al final, Wolfram ni se murió. Después de nueve horas de gritos y quejidos él y sus tres hijos estaban bien, como si nada hubiese pasado.

Yuuri y Wolfram ahora tenían cuatro hijos, dos bellos niños y dos hermosas niñas. Los trillizos fueron dos nenes muy parecidos a Yuuri y una nena idéntica a Wolfram.

Cuando vi a su hermosa familia sonreír, no pude evitar volver a llorar. Ese futuro definitivamente valdría las nueve horas de sufrimientos que pasara yo. Aunque realmente estaba esperando que fueran muchas menos.

Y gracias al cielo sí fueron menos. Mi parto fue de tres horas, y mi compensación eran dos hermosas nenas que Conrad y yo amaríamos toda la vida.

El castillo se volvió berridos de bebés y llantos de adultos. La paternidad no era tan fácil como todos hubiésemos querido. Pero esto no sería para siempre, ¿verdad?

Necesitaba creer que sí o me volvería asesina de bebés, de hermosos y muy amados bebés.

Por otro par de meses, además del cansancio, todo fue felicidad. Nos asustaba un poco saber la llegada de un nuevo bebé, sobre todo porque era hijo de Anissina. Ella estaba más loca que Wolfram y yo juntos, mucho más loca que todos en el castillo juntos, eso no presagiaba nada bueno.

Pero los bebés son bendiciones. Eso nos gustaba pensar. Eso y que si los matábamos seríamos maldecidos por Dios, por eso solo los amábamos. 

Un bebé más en la casa sería motivo de felicidad. O al menos así debió haber sido.

El parto de Anissina fue mucho más complicado que incluso el de Wolfram. Anissina no sobrevivió y las cosas no se pusieron para nada felices, sobre todo por la actitud que Gwendal puso para con su bebé. Un bebé que parecía haberse quedado sin sus dos padres.


Continua...


UN BEBÉ PARA WOLFRAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora