Capítulo 7

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—¿Vas a meter tu dedo allí? —preguntó Yuuri y Wolfram respingó.

—¡No metas nada en mi trasero! —ordenó el rubio en un grito y reí a carcajadas.

—Lo meteré, debo descartar un desgarre —expliqué—. Por sus caras asumo que fue la primera vez anoche y que están un poco faltos de conocimientos al respecto de este tema, te revisaré y les explicaré lo que he aprendido.

Entonces hice lo que el rubio no quería y algo que al moreno parecía molestarle bastante.

»Parece que no están tan verdes en el tema —señalé después de revisar a Wolfram—, pero sí hay que ser más cuidadosos; por lo pronto le daremos un par de semana de reposo a tu trasero.

—Pero, ¿está bien? —preguntó Yuuri preocupado.

—Casi excelente —dije y Wolfram refutó mi diagnostico con una queja.

—Pero si no puedo moverme —dijo—. ¿Qué diremos si preguntan por qué terminé así?

—La verdad —sugerí sin pizca de broma en el rostro y los rostros de los otros dos en la habitación se descompusieron. No pude evitar reírme de sus expresiones—. Solo diremos que caíste de trasero y te lastimaste la espalda, así reposarás sin que nadie sospeche de sus amoríos ilícitos —dije envuelta en risas.

—Majestad, debemos irnos —anunció alguien detrás de la puerta interrumpiendo el aura medio cómica y me dio molesta que habíamos establecido los participantes de la actual conversación. 

Yuuri volvió a preguntar por el bienestar de Wolfram y, una vez que le juré y perjuré que él estaba bien, y estaría mejor, se fue cumplir con sus labores como Rey de Nuevo Makoku que tenía años desempeñando satisfactoriamente.

—Ayer fue... —comenzó a hablar Wolfram, pero no terminó su frase. En lugar de eso dijo algo diferente—. No entiendo bien que pasó...

«Pues ya somos tres» pensé estirando los labios mientras un suspiro abandonaba mi alma.

»No estaba pensando con claridad —dijo—, solo estaba sintiendo esa imperiosa necesidad de que Yuuri me acariciara completo y terminamos en algo que ni siquiera me hubiera atrevido a imaginar, eso fue... 

Wolfram se quedó callado, como si no encontrara la palabra que describiera lo que había vivido.

—Fantástico. ¿no? —inferí queriendo ayudarlo.

—Mejor que eso —dijo sonriendo y sonreí con él. 

De verdad que lo entendía, fantástico tampoco alcanzaba a describir lo que había pasado en mi habitación la noche anterior.

—Te dije que iba a dolerte pero luego se pondría placentero —le recordé—, no pensé que Yuuri contribuiría, pero te pondrías cachondo. —Reí ante mi nada científica declaración y continué—: Lo que sigue será bueno para ambos. Esta es la manera de hacer crecer el amor, aumentando la intimidad, entregándose en cuerpo y alma.

—Si no teníamos experiencia ¿cómo es que terminamos de esta manera? —preguntó Wolfram.

—Supongo que es instintivo —respondí.

—Vamos a equivocarnos, ¿no? —preguntó algo preocupado.

—Un montón de veces —dije—. Pero de eso se trata aprender, de experimentar, de fallar y la próxima vez evitar los errores, de acertar y repetir los aciertos, de conocerse el uno al otro al punto de convertirse en un experto de la persona amada.

—Eso es muy bonito —dijo él.

—Eso es el amor —dije yo.

—Algo en lo que no quieres caer, ¿no? —preguntó mirándome casi con pena.

—El amor es muy aterrador, y yo no soy tan fuerte como ustedes. 


Continúa...


UN BEBÉ PARA WOLFRAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora