Teach me.

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Su voz había sonado incluso más ronca y áspera, ¿cómo podía hacer que esta cambiase? El color de sus ojos había oscurecido también ¿qué eran aquellas transformaciones de organismo? Y sólo se me ocurrió una respuesta para todas las cuestiones que rondaban en mi mente.

Jeon Wonwoo era el demonio personificado.

Una sonrisa desvergonzada apareció en su rostro, no sabía por qué, pero me daba la sensación de que todos aquellos gestos querían decirme algo ¿cómo diablos podía comprender lo que me estaba queriendo decir si yo no soy humana? Por lo que pude comprobar en sólo un par de horas, las personas son impulsivas, irreflexivas y vehementes queriéndolo decir todo a través del lenguaje corporal, sin necesidad de utilizar las palabras pero, ¿cómo podía yo entender todas aquellas señales cuando era como un recién nacido en aquel mundo?

-Acompáñame, no creo que quieras... ayudarme en lo que yo te necesito aquí, pareces toda una princesita recatada. –Y sin borrar aquella sonrisa del rostro me tomó de la mano, empujando mi cuerpo a donde el Señor y ese tal Dios sólo sabe.

Su mano encallada, tomaba con suavidad la mía pero con autoridad suficiente como para no negarme a su petición. Atravesamos calles tan aterradoras como la primera, me había perdido en cuanto nos adentramos en un par de callejones, los cuales todos me parecían idénticos, así que sólo esperaba que no tuviese que huir en algún momento posterior porque apostaba a que no sería capaz de salir.

Finalmente llegamos frente a una puerta, era de color roja pero la suciedad y porquería la hacían parecer negra. En cualquier caso o no le importaba o estaba demasiado acostumbrado a la basura que los rodeaba en el Bulevar Marie, ya que abrió la puerta sin tapujos y sin que ningún sentimiento de asco o repulsión atravesara su inmaculado rostro.

Unas escaleras nos hacían descender varios metros bajo tierra, con su presencia, parecía que nos encontrábamos en el mismísimo inframundo. Finalmente llegamos a otra puerta que, aunque descuidada también, no llegaba a parecer tan nauseabunda como la anterior.

Cuando Jeon la abrió entramos a una pequeña habitación repleta de cosas por todos lados. Con un movimiento de cabeza me invitó a pasar, bolsas y cartones de comida basura estaban esparcidos por el suelo.

Él se mantenía en silencio mientras que yo observaba el lugar sin interrupción. Me dirigí hacia el final de la sala, no muchos pasos más allá, donde había un colchón en condiciones nefastas. Un par de mantas sin orden alguno se encontraban sobre este y un par de pequeños "sobrecitos" cuadrados al lado de este, jamás había visto uno de estos, así que me puse en cuclillas para verlo más cerca. Cuando llevé mi mano a este, Wonwoo tomó mi muñeca con una amplia sonrisa en sus labios.

-Al final nos has salido más espabilada de lo que creía ¿eh? –Entretanto me rodeó la cintura con su brazo libre mientras que con el otro aún me sostenía la muñeca.

-¿Qué quieres decir?

-No te hagas la tonta conmigo. Bueno, gracias a ti antes perdí al chico que me ayudaría a pagar el alquiler este mes así que tendré que irme de mi acogedor hogar, ¿qué te parece si le damos buen uso antes de que deba marcharme?

-¿Quieres que limpie toda tu basura? –Wonwoo dejó de sonreir por unos momentos, como si no supiese de qué le estaba hablando, aunque posiblemente él no andaba tan perdido en la conversación como lo estaba yo.

-Estás tan loca como una cabra, pero en realidad me pones, posiblemente eso me haga el más loco de los dos.

-¿Te pongo? ¿Qué significa eso?

-¿Acaso has vivido todo esto tiempo en una casa de muñecas? ¿A qué te refieres con "qué significa eso"? En fin, si es realmente verdad que no sabes de lo que hablo, yo podría enseñarte. ¿Qué te parece? –No sabía en qué me estaba metiendo, ¿enseñarme? ¿No era eso lo que quería? Quiero decir, necesitaba saber más de los humanos, pero sobretodo, más de él.

-Enséñame.


Un ángel en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora