Secret

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El cómodo y apacible silencio fue interrumpido por algunas voces que aunque intentaban ser susurros no lo eran en absoluto . Afiné mi oído, a pesar de que aún estaba entre sueños, para saber quienes eran los culpables de haberme despertado.

Jungkook.

Adaia.

Mi ángel.

Cuando vivía mi mente se mantuvo imaginando qué sería de nosotros después de morir ¿nada? ¿otra vida? ¿otro mundo? Miles de escenarios fueron creados pero lo que nunca pensé fue esta desapacible sensación en la que no tenías las fuerzas suficientes como para poder gesticular, hablar o abrir los ojos para, al menos, poder ver a las personas que más quiero.

Supongo que en el momento que decidí acabar con mi vida después de la noticia del Señor debería de haberlo pensado mejor, pero elegía mil y una veces el poder escucharla, sentir su aguda voz cerca de mi cuerpo antes que el mantenerla alejada.

No recuerdo nada de mi muerte. Comencé a tomar pastillas sin parar y hubo un momento en el que no pude soportarlo más y me desplomé. Al menos puedo decir que no fue dolorosa, aunque tal vez fue un regalo especial por todo lo que sufrí en vida.

Antes de que Ela apareciese, vivía sin rumbo, no sabía quién era o quería ser; sin embargo, en el momento de conocerla me propuse ser una mejor persona, lo suficientemente perfecta para poder ser merecedor de al menos una mirada suya.

Momento tras momento fue rememorado en mi mente como si acabase de ocurrir, podía incluso sentir un cosquilleo en la punta de mis dedos al imaginar el tacto de su cuerpo bajo el mío.

Poco a poco, sus voces se fueron apagando y percibí cierto calor humano, como si ellos se hubieran percatado de mi presencia y se hubiesen acercado a mí. ¿Qué diablos estaba ocurriendo?

–¿Wonwoo? ¿Estás despierto? Si es así haz algo, lo que sea. –Dios, su maravillosa voz.

Si en algún momento dudé de la existencia del cielo, paraíso o como lo deseéis llamar, ahora no lo hacía. De todas formas, aunque lo hubiese creído, no solía estar muy esperanzado de que las puertas de aquel lugar paradisíaco estuviesen abiertas para un vil pecador como yo.

Sin embargo, contra todo pronóstico lo estaban. Parecía que allí estaban esperándome todo lo bueno que dejé en la tierra, ¿o tal vez aparecí en el mundo de mi ángel? Imposible.

Con mucho esfuerzo, comencé a abrir mis ojos. Si mis pestañas se me hacían pesadas, qué decir de mis parpados. Mientras que intentaba enfocar mi vista donde sólo veía tres manchas gigantes pude escuchar varios suspiros como si aquellas personas – que esperaba que fuesen Ela, Jungkook y Adaia y mi imaginación no me hubiese jugado una mala pasada – hubiesen estado aguantando la respiración desde que se dieron cuenta de que había tenido algún tipo de reacción.

Segundos después una sonrisa radiante me recibió, parecía que había vuelto a nacer, siendo este el mejor de los recibimientos.

Cuando escribí la carta de suicidio y dije que podía recordar incluso cada lunar de su rostro nunca pensé que fuese tan literal, pero así era. Incluso ahora que sus menudos brazos me rodeaban podía sentir a la perfección su tacto suave y su aroma natural a coco.

–¿Mi-mi ángel?–Ela rió entre pequeños sollozos. Deseaba quitar cada una de las lágrimas que mancillaban su inmaculado rostro pero mis entumecidos brazos no me lo permitían.

–Aquí estoy, no te preocupes.

–Tio nos diste un susto de muerte, ¿a quién se le ocurre cruzar la carretera sin mirar en una ciudad tan grande como esta? Estás jodidamente loco.

–Idiota no le eches la bronca ahora, debe de estar cansado, ya habrá tiempo. –Adaia golpeó su cabeza juguetonamente mientras que lo regañaba y Jungkook le dedicaba una sonrisa. Hacía tanto tiempo que no lo veía feliz, o eso me parecía a mí, incluso no sabía cuánto tiempo estuve inconsciente como para que Adaia volviese.

Un momento, ¿accidente de tráfico? ¿De qué está hablando?

–¿Ac-accidente de tr-...? –Ela pasó su mano por mi cabello, tranquilizándome.

–¿No lo recuerdas? Tuvimos una fuerte pelea, tú te fuiste y gracias a Dios que te seguí, conseguí traerte al hospital rápido. Al principio parecían sólo heridas externas, pero sufriste una hemorragia interna. Wonwoo, no vuelvas a dejarme así, yo-yo... –De nuevo sus sollozos no la dejaron hablar. Ahora los recuerdos eran más claros; sin embargo, me encontraba confundido, varias historias diferentes se aglutinaban en mi mente y no me permitían pensar.

–¿Hablaste con el señor? ¿Podrás quedarte a mi lado? –Ela volvió a reir, pero esta vez de forma más tranquila. Pasó el dorso de su mano para eliminar cualquier rastro de lágrimas mientras que negaba con la cabeza.

–Wonwoo, te lo intenté decir pero no me escuchaste, mi padre cambió de idea y acepta que queramos dar un paso más allá en nuestra relación. Después de todo no es un ogro aunque sea su hija favorita.

–¿Entonces podremos vivir juntos para siempre, mi ángel?

–Incluso el para siempre me parece muy poco, pero creo que es un buen comienzo. –Dijo antes de besarme de forma delicada, temiendo el hacerme daño. Jungkook y Adaia comenzaron a silbar y corear mientras que salían de la habitación, después les preguntaría qué fue lo que pasó con esos dos. –Idiota no reveles nuestro secreto. –Susurró antes de volver a unirnos en el beso más tierno y confuso que pude recibir en toda mi vida, dejándome en un mar de preguntas.

¿Ela era realmente un ángel o sólo fue producto de mi imaginación?

FIN 

Un ángel en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora