Confesiones

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El simple tono de voz de James fue suficiente como para separarme rápidamente de Wonwoo y asegurar el agarre a la sábana para que ocultase mi cuerpo desnudo excepto por mi ropa interior.

El moreno me observaba confundido al ver al otro hombre en la misma habitación y no era de extrañar ¿cómo entró? Me parecía totalmente fuera de lugar en ese momento explicarle que era un ángel guardián y podía teletransportarse en menos de un segundo y, en caso de hacerlo, dudaba que me creyese.

La sonrisa con suficiencia en sus labios me puso el vello de punta. Wonwoo se apoyó en su codo para poder tener una mejor vista del hombre que nos observaba atentamente. Poco a poco se fue acercando a nosotros, regodeándose por el miedo que se veía reflejado en mis ojos. Wonwoo me rodeó con su brazo, intentando mantenerme segura. Qué ironía, yo llegué a su lado para esa misión y ahora era él quien debía protegerme.

–¿Sabes Ela? Al igual que tú yo también tengo mi lado humano y he aprendido muchas cosas sobre ellos, como por ejemplo, que las cosas a las malas tienen un resultado más efectivo.

–¿A qué te refieres? –Sin decir una palabra más dejó a la vista de nosotros sus manos las cuales habían estado ocultas tras su cuerpo todo el tiempo, enseñando una pequeña pistola con la que me apuntó directamente.

–Bueno, supongo que ha quedado claro lo que quiero decir, ahora Wonwoo, si no quieres que tu preciosa amada salga herida siéntate allí y aleja tu mugroso cuerpo del suyo. –Con el arma señaló la silla que había junto al escritorio, sus ojos estaban abiertos de par en par e incluso podía escuchar y sentir junto a mi hombro los rápidos latidos de su corazón antes de ponerse de pie y sentarse donde le señaló. Este tenía todo su torso desnudo y pude ver sus músculos completamente en tensión, esperando como una fiera el momento de atacar, entretanto yo rezaba que no lo hiciera.

James era mil veces más fuerte que yo, mientras que mis poderes estaban restringidos, él era libre de usarlos siempre y cuando el Señor no se lo negara. En caso de que a Wonwoo se le ocurriese sólo hacer un movimiento, James sería capaz de aparecer y desaparecer cómodamente y matarnos a los dos sin que se le moviera un sólo pelo. Sin embargo, mientras que el moreno estuviese en la habitación yo no podía hacer nada, ni desaparecer, ni poner a salvo a Wonwoo si no era haciéndole caso al guardián.

–El Señor se enterará y ya sabes que no te interesa que eso ocurra.

–¿El señor? –Miré suplicante a Wonwoo para que no hiciera preguntas, cuanto menos supiese, mejor. La duda e interés de este fue suficiente para que la sonrisa de James se incrementase.

–Vaya, vaya... Chico, creo que deberías de conocer mejor a las... personas –soltó una carcajada – que te llevas a la cama. –Wonwoo me observaba confundido y con un chispazo de dolor en su mirada, como si anticipara que  iba a sentirse defraudado de mí. –Cuéntaselo Ela, dile quien eres.

–Sabes que no puedo hacerlo. –James se había acercado a mí y pasó la punta de la pistola por mi rostro, pude sentir como el aire de los pulmones de Wonwoo desaparecía con aquel acto mientras que sus ojos brillaban por las lágrimas que comenzaron a acumularse en ellos.

–Tampoco puedes amar a los humanos y lo haces y qué decirte de lo que hicieron esta noche, ¿no? El Señor estaría muy poco complacido por tu forma de actuar –chasqueó un par de veces su lengua mientras que negaba con la cabeza –Su hija preferida y mira con qué sorpresa nos salió. ¡Díselo! –Su voz grave y fuerte hicieron que llevase mi mirada al suelo mientras que jugaba con mis dedos.

–Wonwoo... no soy quién crees que soy... No soy una chica normal, no tengo veintitrés años, más bien tengo varios meses de vida, nací dos semanas antes de conocerte.

–¿Ela estás loca? ¿Cómo puedes decir que tienes unos meses de vida?

–Está diciendo la verdad, déjala que siga. –James parecía divertirse con la situación por la forma en la que observaba a Wonwoo para no perderse ninguna de sus expresiones.

–Es cierto y es posible porque... por-porque... No soy una humana, yo no nací en tu planeta, no soy como tú. Es cierto que en muchos aspectos puedo parecerme pero no del todo. –James tomó algunos mechones de mi cabello con su mano libre y dio un pequeño tirón para que mis ojos quedasen fijos en los del moreno quien, por la forma en la que nos miraba, parecía que echaría a correr en segundos. –Soy un ángel y vine para que cambiaras y hacerte una mejor persona.

Wonwoo soltó una estúpida risa que carecía de humor, dejándome percibir como su corazón se rompía en miles de trozos. Tal vez no era por el hecho de que fuese un ángel, ya que estaba claro que más bien pensaba que me había vuelto totalmente loca, sino porque podía sentir que esto era un adiós tan bien como yo lo hacía.

–¿Crees que voy a creerlo? –Sus lágrimas recorrían sus mejillas. –Escúchame. –Intentó acercarse pero por la forma amenazadora que lo miró James detuvo sus movimientos y volvió a sentarse en la silla. –Si hice algo mal, si te arrepientes de lo que ocurrió esta noche sólo dímelo no es necesario que muestres todo un teatro para apartarme de tu lado.

Fue entonces, cuando James se transportó y acabó a su lado, en cuclillas pegado a su oreja y susurrándole algo que no alcancé a oír cuando este se tensó y creyó todo lo contado.

Wonwoo paseaba su mirada rápidamente entre James y yo, con el miedo completamente reflejado en su rostro.

–Ya que está todo resuelto supongo que me toca hablar a mí y explicar qué hago aquí, apuesto lo que sea que Wonwoo está deseando de saber. –James quedó frente a él, agachándose lo suficiente para que su rostro estuviese a la misma altura que el del moreno. –¿Cómo pudiste hacerme esto a mí? ¿No había mujeres en el mundo a las que tirarte que tuviste que elegir a mi ángel? –Su sonrisa se había borrado y escupió las palabras de la forma más despectiva que pudo. –¿Sabes lo que pasará si el Señor se entera de que su favorita eligió a un inmundo humano antes que a sus hermanos? Porque esto no sólo la afecta a ella, ¿qué pasará conmigo? El ángel guardián de los ángeles, si ella lo hace mal es porque yo lo hice aún peor y no me dediqué a observarla lo suficiente.

James se giró sobre sus propios talones, ahora quedando frente a mí con el dolor tan palpable en su rostro que sentí como si me estuviesen estrangulando.

–¿Qué se siente Ela? ¿Qué tan bueno es como para que lo prefieras a él? Porque sin quererlo lo elegiste por encima de lo que eres. –Se había acercado tanto a mí que su nariz chocaba contra la mía, Wonwoo observaba todo con rabia mientras tanto. James soltó sin esfuerzo mi agarre a las sábanas y analizó de cabeza a los pies mi piel desnuda. Con sus gélidas manos la pasó por mi brazo, acabando en mi cadera y muslo. –Muévete y te juro que lo mato. –Susurró para que no lo escuchase Wonwoo antes de besarme.

Sus labios se movían de forma tosca y grosera sobre los míos, mientras que los de Wonwoo eran dulces estos me parecían completamente amargos. Pude escuchar mi nombre de los labios del moreno con dolor, desgarrando su garganta mientras lo hacía, pero no se movió cuando mis ojos abiertos de par en par se lo negaron.

James soltó un áspero gemido mientras que soltaba el arma en la cama y con sus manos me tumbaba en la cama.

–Vamos Ela, no te hagas derogar sabes que eso lo empeorará todo. –Con su mano hizo fuerza en mi cintura, dejando la marca de sus dedos a su paso. Poco a poco comenzó a dejar caer su peso sobre mi cuerpo, haciéndome sentir completamente cada milímetro de él. Llevó mi diestra a la zona baja de su espalda y fue cuando su cadera chocó toscamente contra la mía cuando escuché su voz como una bendición, aquella que me salvó.

Para. –Y con una simple palabra el Señor detuvo cualquier movimiento por parte de James.

Un ángel en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora