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Columpiaste los pies mientras esperabas a que saliera Clint de la "Oficina".
Las personas pasaban de un lado a otro con papeles y con sus peculiares trajes. Era entretenido venir. Solías pasearte por los pasillos cuando tu padre te traía. Pero desde que se enteró de la relación que tenías con Clint ya jamás volvió a ser lo mismo.
—Ya estoy Lorena—Salió de la oficina que tenía asignada con su abrigo en la mano. Se miraba muy cansado.
—¿Todo bien?—Preguntaste al ver lo cansado y frustrado que se miraba. Te preocupo al mirarlo.
—Todo en orden, nada que no se pueda arreglar nena—Paso su brazo por tus hombros y beso tu frente mientras salían de las oficinas.
Todo el camino a casa fue incómodamente silencioso. Algo extraño y muy fuera de lo común. Clint jamás se había comportado de esa manera. Al llegar a casa bajaste del auto rápidamente sin siquiera darle una mirada. Estabas enojada por el hecho de que no tenga la suficiente confianza para decir lo que tiene. Con rapidez abriste la puerta y subiste a la habitación.
—¡Lorena!—Escuchaste el grito de Clint en la planta baja.
—No estoy de humor para soportarte—Dijiste entre dientes mientras te metías debajo de las cobijas. Tenían su peculiar olor.
—Lorena—La puerta de la habitación se cerró. Sin pensar te levantaste y lo miraste sin expresión alguna.
—Deje todo por ti. Mi familia. Mis amigos. Mi vida normal. Todo por ti, tal vez exageré mucho esto, pero...¿No tienes la suficiente confianza en mi para decirme que rayos te pasa?—Dejaste caer las manos sobre la cama. Clint solo miraba un punto fijo en la habitación. Sus manos reposaban en su cintura.
—Te amo, eso es lo único que se—Planto su mirada en ti.
—Al parecer no mucho— Pusiste tu mano contra la frente intentando calmar los nervios y un tanto el coraje que sentías.
—¿Piensas que no te amo?—Dejo caer sus manos a sus costados.—Ok, pensaba dejar todo esto a un lado, pero tus tontas ideas arruinan todo. — Camino directo al closet. Con rapidez saco la ropa de un empujón dejándola toda regada en el piso, sus manos se metieron entre otro montón de ropa para poder extraer una pequeña caja.—Toma. Allí están todas tus respuestas—Lanzo la pequeña caja a tus pies. La tomaste con cuidado. Era negra de terciopelo. Al abrirla observaste el interior, tus miedos y dudas se desvanecieron al ver el lindo anillo postrado en un pequeño gancho.
—Clint—Susurraste. Clint solo miraba tristemente la cajita.
—Es imposible poder cumplir este sueño—Tragaste saliva.
—¿Por qué?—Lo miraste. Sus ojos se aguadaron en cuanto sus ojos hicieron contacto.
—Ese no es problema tuyo—Nego.
—Dímelo— Insististe. Clint sonríe de lado.
—Tu padre. Quiere demandarme—Tus ojos se ampliaron al escuchar. ¿Demandarlo?.
—Soy mayor de edad. El no puede hacer eso.—Tragaste saliva.
—Ya lo hizo—Dejo escapar aire.—He intentado quitarle aquella idea. Pero sigue insistiendo.—Se sentó en la cama tapando sus ojos con ambas manos. Al momento reaccionaste, te quitaste las cobijas del cuerpo y te acercaste para poder tomarlo de los hombros. Estaba llorando. Con lentitud enrollaste tus manos en su cuello.
—Saldremos de esta—Besaste su cabeza.—Yo me voy a encargar de eso.—Recostaste tu cabeza en su hombro.—El no me volverá a quitar mi sueño. No otra vez.
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Continua tu lectura. —>
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