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Cada segundo que pasaba, era preciado. Thor había hecho una rica cena, que había estado preparando por varios días. En varias ocasiones había pedido tu ayuda con cosas que para el eran un tanto desconocidas.
—Adoro estos momentos contigo—Dio un trago al vino. Una espléndida sonrisa apareció en tus labios. Adorabas esos días en los que se tomaba el tiempo de dejar Asgard y venir a pasar un rato.
Levantaste la copa, a lo que Thor imito la acción. El vino se movía dentro de la copa. Dándole una sensación de confort.
—Por nosotros—Chocaron las copas. —No importa lo lejos que te encuentres. Yo sé que siempre estás aquí—Limpiaste tus labios. El pequeño reloj marco las 12 am. Thor admiro tu rostro por una vez más. Adoraba hacerlo. Desde los primeros días en los que te conoció. Eras bellísima.
—Nunca puedo sentirme solo—Te dedico una sonrisa—Contigo nunca.
Acomodaste un mechón de cabello detrás de tu oreja. Thor se levantó de la pequeña silla hasta llegar a tu lado. Con un movimiento lento, tomo tu mejilla y acerco sus labios, hasta los tuyos.
—Te amo Asgardiano—Sonrió antes de darte ese beso tan esperado. Era una típica costumbre de ambos. Besarse, el último día en el que estarías juntos, para así esperar con ansias, la próxima visita del rey del trueno.
—Mi lady, me despido—Volvió a dar un corto beso en tus labios. Tus mejillas se tornado rojas. Cualquier cosita sorpresa de Thor, provocaba ese efecto en ti. —Es hora—Saco su martillo, haciéndolo girar varias beses, antes de salir por el balcón del pequeño departamento.
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