Vístete de fortaleza

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Y cuando me puse mi vestido de fortaleza, vi como cada una de mis debilidades retrocedían, me lo puse a juego con una armadura de gigante y fui pisando cada uno de mis complejos.
Y seguí adelante, con la frente en alto, viendo pasar mi pasado y dándole la mano al presente, una lágrima resbalaba por mi mejilla... era una despedida y la bienvenida de algo mejor.

Versos que no son versosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora