Capitulo 11

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Cuando llegamos a su casa nos estaban esperando toda la familia, sus padres, abuelos y una pequeña y dulce joven.
Era especial, tan elegante y cariñosa que no pasaba desapercibida. Era tan alta como nosotros, delgada, pero ya marcaba curvas. Sus ojos eran verdes y cabello negro y ondulado, con una  sonrisa que contagiaba.
Me dió dos besos y nos cogio de los brazos a su hermano y a mí.
Dijo:
- Vamonos Fernan!!. Y  tu amigo el guapo que no se resista.

Nos llevó al comedor de la casa y nos sento a cada uno en una silla. Despues nos tapo los ojos con una venda y nos pidio que no nos la quitáramos hasta que ella dijera.
Sin más, me dejé llevar por aquella personita tan dispuesta y esperamos su orden.
Mientras, se escuchaba como alguien preparaba cosas en la mesa
Y por fin, dijo: 
-Ya, ya podeis destaparos los ojos.

Al abrirlos me sorprendió una gran fuente de chocolate en el medio de la mesa. Echaba continuamente aquel chocolate caliente y fluido. Se mojó dos dedos y nos pintó la nariz.

Después nos dijo que cojieramos un palillo y pinchando trozos de fruta, lo bañaramos en la fuente y nos comieramos la merienda.

Disfrutó como una niña. Sus padres le acababan de regalar esa magnífica fuente por su cumpleaños. El 25 de marzo cumplio los 13 años.

Pero era maravillosa, guapa, vivaracha, divertida y cariñosa.
Me enseñó la casa e incluso me tiró de un empujon en mi cama, la que tendría esos días allí. Fernando la reprendió y me pidio perdon por su poca cortesía.
Yo la disculpé y me reí desde mi posicion horizontal.
Déjala si es una niña.
No se cómo, pero seguidamente se enfadó y se marchó.
Creo que le ha molestado lo de niña, dijo Fernando.
Bueno, acomódate y nos vemos abajo en 15 minutos.
Vale respondí.

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