Capitulo 14

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Comenzaron las rutinas en el colegio. Por la mañana a las clases y por las tardes a estudio.
Cada vez más fuí siendo conocido por mis virtudes y no por mis despistes. En pocos meses me hice el ídolo de Secundaria.
Se me daba bien todos los deportes, los idiomas y las mates.
Y si saliamos en grupo por Madrid las chicas se fijaban en mí.
Mi problema era que no las entendía bien y que no sabía que hablar con ellas.
Así que encontra de lo esperado, eso era, según Fernando y los demás compañeros, era lo que más les gustaba a ellas.
Hacían conmigo lo que querían. Yo no sabia decir que no.
Y como era muy cortés las dejaba hablar y hablar hasta aburrirme.
En verdad ellas hablan si las escuchas.
Y eso, yo lo hacía muy bien.
Me contaban de todo, sus problemas, sus alegrías, discusiones con amigas, se preocupaban si a mí me gustaba alguna, ...
Bueno, yo de mí no les contaba más que lo bien que me iba el colegio y los amigos. Y aunque se intrigaban por mi familia, yo no les hablaba nada sobre mi vida íntima.
En verdad, como eran otros tiempos y edades, yo las respetaba y eso se volvia encontra mía.
Me llegaron a llamar el "Loco calienta mecha", eso me duro todo un año, por lo menos.

Y bueno poco a poco fue pasando el curso sin contra tiempo, mas que algunos castigos en el colegio por mi mala respuesta ante riñas y peleas con algunos compañeros que pretendían humillarme o reirse de mí cuando sin querer me equivocaba o tropezaba.

Llegaron a llamar a mi padre una vez que me peleé con Miguel, alumno de 3° y que para hacerse el gracioso me escupio en la bandeja de la comida.

Le respondí cogiéndola y plantándosela en las narices con todas mis furezas. Y como tenía mucha fuerza, lo caí encima de otros dos compañeros.
Nos castigaron a los dos. Pero como él era mayor, pensó que en la calle podría conmigo.
No sabía bien que yo había dado clases de Judo y era a mis 14 años conturon azul.
Recuerdo como aquel día estuvo todo el tiempo llamandome "Loco", "Loco", la te has ganado.
Me lo repetia cada vez que se cruzaba conmigo.
Hasta que aquel viernes de mediados de mayo, cuando salimos mi grupo de paseo. Me asaltó en la calle Alcalá.

Se fué con sus amigos detrás nuestra y cuando le pareció, me cogió por la nuca agachándome al suelo con su fuerza y gritando:
A mí no me torea nadie, sabes niñato.

Recuerdo que mi amigo Fernando se llevo un buen golpe cuando se abalanzó para defenderme y Juan consiguio liberarme de un empujón.

Pero fué entonces cuando yo desde mi posicion de descuido y de rodillas, me levanté y con una mano le golpeé la nariz y con la otra mano le hice una llave con la que lo tiré al suelo donde lloró del dolor.

Yo le dije muy enfadado:
-  Chulito de mierda, que no se te ocurra meterte más con ninguno de nosotros o te las veras conmigo siemmmmprre.   Ya lo sabes.

Y le solté la mano que se la había puesto en la espalda mientras lo tumbé boca abajo en el suelo y echando sangre por la boca.

Lo solté y nos fuimos.

Sus amigos, no se metieron, sólo decían:
- En parte se lo ha buscado. Es más pequeño que él y le ha dado fuerte.

Ese viernes después del cine cuando llegamos a la residencia estaba el director esperandome.
Decía que me iban ha expulsar, por ser tan agresivo, que no podían tener a alguien en ese colegio como yo.
Que a Miguel le había roto la nariz y el brazo.
Y eso es muy gordo.
Así que habían llamado a mi padre para que me recogiera y hablarian con él.
Al salir y comentarlo con mis amigos, ellos pidieron hablar con el director, pues cremos que no sabían la verdad de lo sucedido y sólo  habían escuchado a Miguel.

Eso fué fantastico, para mí.
Lo mejor del año.
Vi como mis amigos me respondían sin yo pedírselo. Además, nunca había tenido amigos como ellos y en esos momentos actuaban a mi favor, con fidelidad.

Pasé tres días en casa, como castigo visible y de conducta, aunque entendieron los motivos y no me expulsaron.

Y a mi regreso, una tarde, nos echaron un sermon tremendo a todos los alumnos para que no huviese situaciones tan graves en otras ocasiones y que deberíamos siempre,  hablar con los tutores de curso para mediar este tipo de situaciones.

Pero claro, sin quererlo, consegui el respeto de todos y nadie más se paso de la raya abusando, aunque sí tuve otras discusiones tipicas de la edad.

En  Las Nubes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora