Capítulo 8

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Los días pasaron tranquilamente, recibí algunos whatsapp de Samanta a los cuáles no respondí ninguno, tampoco recibí sus llamadas. Necesitaba tiempo sola, cambie los muebles de lugar y los colores de la casa, hasta pensé en adoptar un perro pero se pasaría horas solo y podría romper la casa, pensé en un gato pero soy alérgica a ellos, asi que descarte la idea de tener una mascota.
Hoy vendría Emma a retirar su pedido y la vería, ya que mi horario terminaba a las 14 y ella debía retirarlo para el mediodía.
Hoy era un sabado soleado, ni una nube en el cielo, si estuviese con Pilar hubiesemos ido al río después de trabajar, preferí no pensar porqué me pondría triste y lo he estado evitando, no quería volver a llorar, no queria volver a sentirme una mierda por las cosas que le dije la otra vez. Hasta Sofía me había dicho que me había pasado un poco y creó que tiene razón.
Lo peor de nuestra separación es que necesito su piel por las noches, abrazarla fuerte cuando sus pesadillas la atacaban, comprar helado los viernes y hacer maratón de películas, la extrañaba, hasta creo que la sigo amando, pero lo nuestro ya no podía ser, ni aunque me pidiera perdón, yo creo seguirla amando pero más me amo yo como para lastimarme así, ella se fue con él y para colmo me lo presentó como su hermano, vaya a saber Dios cuántas veces se rieron de mí.
Respire profundo y seguí trabajando, ya eran las 13.30 y Emma no vino a buscar su pedido.
-Luci te esta buscando mi tía, en su oficina- Me puse pálida, hasta donde sé no hice ninguna macana y las ventas venian bastante bien así que no podría ser recorte de personal, ¿O sí?.
-Permiso Marta, me mando su sobrina, ¿qué necesitaba?.
-Hola Lu, pasa, siéntate y ponte cómoda, mira... Me acaban de llamar que hay un pedido que no pueden venir a buscar, sé que tu horario termina en 10 minutos, te pagaría una hora extra si lo llevas tú.
-Disculpe mi atrevimiento pero, ¿No hay delivery para eso?- Me dio media sonrisa y me miro con picardía
-Claro que lo hay, pero la señorita Martínez pidió exclusivamente por tí y sí un cliente lo pide, no veo el porqué negarme -le restó importancia con sus hombros- aparte hizo un pedido importante, ya esta todo en cajas sólo hay que llevarlo.
-Bueno, no hay problema - salí de su oficina pensativa, ¿Quién era la señorita Martínez?, me subí al auto delivery del negoció y fui a entregar el pedido a la dirección indicada.
Toqué timbre y esperé, nadie salía, era un barrió privado y el señor de seguridad me dejo pasar de inmediato cuando le dije para quién traía el pedido, me dijo que no queria retenerme por miedo que "La señorita Martínez" se enojara, ¿Quién era esa mujer para no poder esperar?.
Insistí con el timbre y me abrió la puerta una señora, llevaba un vestido negro que creó que valía más que mi sueldo, me hacía acordar a alguien pero no se a quién.
-Disculpe, vengo a entregar un pedido, llamaron hace un momento para que lo traigan hasta aquí
-Ah sí, me llamo Clara, entra el auto por el portón y déjalo al lado de los jazmines, hay una puerta celeste es la puerta trasera de la casa, ahí esta la cocina. Mi hija te esta esperando - cerró la puerta y me dirigí al auto, el porton de rejas marrón se abrio automáticamente, me dirigí a donde me habia dicho aquella mujer, era rubia de ojos celestes y me hacía acordar a alguien, esa sonrisa la reconocí pero no se de dónde... Toqué la puerta y estaba media abierta, una mujer de rizos chinos estaba de espalda leyendo un libro, tenía puesto un vestido floral, ¿No era mucho?, esta bien que hacía calor, pero todavía no empezaba la primavera.
-Disculpe, vengo a entregar un pedido de la confitería café qué está en la calle principal... - Se dio vuelta y me volví a perder en su mirada, en su hermosa sonrisa que ahora se de dónde la heredó.
-Hola Lu, vamos te ayudó a entrar las cajas- Dijo con media sonrisa y me derreti, una sonrisa de boba se instaló en mi cara
-Em la piñata, ¿ya la colgaste?-Dijo un hombre entrando a la cocina, tenía algunas canas mezcladas con su cabello negro y unos ojos marrones, no me gustan los hombres, pero tengo que admitir era muy apuesto, me sonrió y se dirigió a Emma... Le dio un pico, me sentí de más en ese lugar y la sonrisa estúpida que llevaba se me borro en ese instante.
-Disculpe señorita Martínez, ¿dónde le dejó las cajas?, debo irme tengo mucho trabajo- Me miró apenada y hasta puedo decir que su mirada era de disculpas, pero quizas era mi cerebro consolandome para no sentirme tan idiota.
-Dejelas arriba de la mesa por favor-Salí a buscar las cajas y se las deje arriba de la mesa, ella estaba de espaldas a mi, él me miraba y se sonreía mientras ella le hablaba por lo bajo, no llegué a escuchar lo que decían, pero pude ver de perfil que ella apretaba los dientes mientras le hablaba. Me hizo acordar a mi mamá, cuando se enojaba conmigo, porqué no queria comer las verduras en alguna reunión familiar y no quería que la abuela se diera cuenta que me estaba regañando.
-Que tengan una linda fiesta, con permiso- ella se dio vuelta, me miro y le dio una mirada a quién supongo qué era su marido, éste le dijo algo al oído y se fue por dónde vino, ella se acerco, me dio las gracias e intento darme propina.
-No se preocupé, ya debo irme y no hace falta
-Me hubiera gustado ayudarte, siempre aparece en los momentos menos oportunos-Sonrió nerviosa
-No se preocupé, antes de irme quiero hacerle una pregunta
-Claro, dime
-¿Porqué pidió por mí?
-No lo sé, simplemente me salió así cuando llamé para que me traigan el pedido, disculpame si te molestó
-No me molestó, sólo preguntaba, me alegra verla y no haberla chocado esta vez
-Jajaja ya me habia acostumbrando a qué me saludara así
-Jajaja, soy una torpe, disculpe
-No te preocupes- se acercaba a paso lento y yo estaba pérdida en ese mar esmeralda, nuestras narices se rosaron, nuestros labios estaban a centímetros y la respiración se me atoro en la garganta, sentí su aliento chocando en mi boca y quería que alguien me pegara u algo para estar segura que no era un sueño, ella bajo su vista a mis labios y me sonrió, me perdí en la curva de su sonrisa, me perdí en ella...
-Hija, llegaron los compañeritos del jardín... ¿interrumpo algo?-había entrado su madre y no pude dar ni un paso atrás, estaba perdida en sus ojos que aún me miraban fijamente
-No, nada- desvío su mirada, rozó su mejilla con la mía, me dio un beso en la mejilla qué había rozado, y se dirigió a mi oído susurrando -Ya nos volveremos a chocar- Me dio la rosa que decoraba el centro de mesa, sonreí como una tonta y asentí con la cabeza - Vamos madre- Me dí medía vuelta y salí de la casa, me subí al auto, apreté la rosa contra mi pecho y maneje hasta casa con una sonrisa de boba terrible. ¿Hace cuanto no me siento así?


Muchísimas gracias por leer!!😘😘😘

Me perdí en sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora