Capitulo 26

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Han pasado dos semanas desde el último día en qué asistí al colegio. No he podido si quiera pisar fuera de mi cuarto. He dicho apenas unas veinte palabras, y me cuesta mucho poder moverme.

¿La razón? Miedo.

No he hablado con Bruno en todo este tiempo, y apenas le dirijí la palabra a Lucas o siquiera a Clara. Mi padre me ha ofrecido ya varias veces para hablar, pero simplemente no puedo.
Al otro día de que Bruno hablo con Lucia y me aseguró que todo estaría bien, cuando llego al colegio me encuentro con Bruno sumamente golpeado, con Gastón y Maya quienes se niegan a hablarme y con un instituto lleno de gente que ahora parece odiarme.
Mi teléfono no ha parado de sonar.
—Hola?—pregunta la voz de Clara al otro lado del teléfono— Mía por favor contéstame. Sé que los últimos días no han sido los mejores pero se puede superar. Se puede seguir adelante, déjanos ayudarte por favor.
No respondo
—¡Contéstame!—me grita harta y me sobresalto.—Perdón—agrega después de unos instantes.
—No puedo.
—¿Qué cosa?—me responde amablemente después de ver que reacciono.
—Seguir con esto.
Corto la llamada.
Apoyó la cabeza en la almohada e intento dormir.

Intentó calmarme y distraerme, muevo los muebles de mi cuarto una y otra vez hasta que los músculos de los brazos me piden que deje de hacer fuerza.
Escucho música en un intento fallido de no escuchar las discusiones de mi hermano y mi padre.
Muevo mi cama hacia la pared del costado y ahí lo veo, veo el pequeño paquete que Ben me había dado para mí cumpleaños.
Recojo el pequeño sobre del piso y lo coloco sobre el gran escritorio bajo la ventana. Me siento en la silla y comienzo a abrirlo.
Escucho el ruido de la puerta de mi cuarto abriéndose.
Me quedo callada y continuó viendo al lado opuesto de la puerta.
—La esperan en la estación Interestelar—escucho una voz decir.
Automáticamente me vuelven a la cabeza el juego que jugábamos con Bruno cuando éramos pequeños y en cuestión de segundos me encuentro abrazándolo junto a la escalera frente a la puerta.
— ¿Que pasa?—me pregunta mientras lo abrazo.
No respondo.
Me sigue haciendo preguntas, una tras otra y la cabeza comienza a darme vueltas.
—No necesito tu ayuda—le digo en un Intento de que haga silencio.
— ¿Que? —me pregunta.
—No necesito tu ayuda, no somos nada no tienes que actuar como alguien que se preocupa por mí. Porque ya sé que no es así. Sé que eres un mentiroso. Así que cállate. Porque no necesito tu ayuda.
Discutimos, y digo muchas cosas de las cuales me arrepiento.
—¡NO NECESITO TU AYUDA!—repito gritando.
— Es verdad, ¿Sabes que? Lo que necesitas es la ayuda de un psiquiatra. Estás loca—y sale dando un portazo.

Cambio de narrador:
Narra Clara

Estaciono el auto sobre la vereda en la casa de Mía. Subo las escaleras y toco la puerta.
—Al fin...—me dice Lucas cuando abre la puerta.
—¿Donde está?—pregunto y veo a Bruno bajar las escaleras furioso.
—¿Que te pasa?—le pregunta Lucas.
—Es imposible lidiar con ella, no acepta ayuda.
Nos cuenta de la discusión que tuvieron y me aconseja no subir a hablar con ella pero de todos modos subo.
—Mía...—digo cuando entro al cuarto y la veo sentada de espaldas en su escritorio.—Hola desaparecida...
No me responde. Me le acerco y veo el viejo bolso violeta.
No, pienso. No puede ser que lo haya hecho devuelta.
Doy otro paso al frente y veo sobre la mesa los pequeños sacapuntas desechos sin las pequeñas cuchillas.
—No—me dice en voz baja.
Doy otro paso al frente y la veo con las muñecas desechas nuevamente con la pequeña cuchilla en la mano cubierta en sangre.
Avanzo y la miro a los ojos. No logro que ella haga lo mismo.
—No...—repite—¿Que hice? ¿Que hice?—se pregunta a ella misma sin apartar la vista de sus muñecas.
—Mía—le digo y le giró la cabeza intentando que me mire —mírame—le digo y lo hace—Todo va a estar bien—ya sabemos como superar esto. Vamos al baño.
La ayudo a pararse, me saco el pañuelo que tenía puesto y se lo envuelvo en las muñecas para no chorrear nada en los pasillos. Caminamos hasta el baño y comienzo a sacarle la sangre de los brazos. De a poco comienzo a secar las heridas y con medicamentos a curarlos. Pero la sangre no cesa... las heridas eran más profundas está ves.
—¡LUCAS! —grito.
Este llega y entra al cuarto.
—Aquí adentro—le gritó desde el baño.
Lucas entra y queda espantado al ver la situación que tiene enfrente.
—Necesito que llames a Ben, no me importa lo que haya pasado. Llámalo y dile que volvió a pasar, dile que llame al Dr. Morales que tenemos una emergencia. Después llama a Fernando—el papa de Mía—y dile que vamos en camino a la clínica.
—De acuerdo
—Rápido.

Han pasado dos horas. Mía se encuentra dentro del consultorio con  su psicólogo a quien había logrado dejar de visitar.
Miro a un lado y veo a Bruno entrar como loco por la puerta de la clínica.
—¿Que pasó?—me pregunta.
—Volvió a pasar—le digo y luego me acuerdo que el nunca se enteró de todo lo qué pasó.
—¿Que cosa?
—Mía se corto.
Me mira desconcertado y le explicó que no era la primera vez. Le explico el porque y me mira con cara de pena.
—¿Me estás diciendo que yo causé esto, no una sino que varias veces?

Si. Pero no lo digo.

NOTA DE AUTOR:
No me maten, no me maten sé que demore mucho pero bueno, ya llego el capítulo. Perdón, fue corto ya se.
Se vienen capítulos nuevos y personajes nuevos también! Espero les haya gustado,
Muchas gracias por el apoyo como siempre
~Mica.

entre ellos y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora