Capítulo 3: Chica de la ventana

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—Si Caroline, mañana te lo explico mejor. Adiós.— colgué.

Llevo una hora tirada en mi cama respondiendo su interrogatorio sobre los chicos, hablar con ella por teléfono es agotador, nunca se cansa de hablar. Luego de responder sus preguntas, siguió insistiendo con que le debía una mejor explicación.

Bajé las escaleras en pijamas, de la forma más sigilosa que pude.  Son las 12 am y mañana hay clases por lo que si mamá me encuentra despierta estaré en problemas. Abrí el refrigerador silenciosamente y saqué un sándwich que había ahí.

Comí  todo en tiempo récord. Me dispuse a subir las escaleras pero sonido extraños provenientes de la calle me detuvieron.

Me quedé parada en la mitad de la escalera, escuchando atentamente, sonaba como si estuvieran moviendo objetos de un lado para otro.

Me quedé debatiendo entre,  bajar, averiguar de dónde venía ese ruido y arriesgarme a ser testigo de un asesinato
(Exagerada se nace)
o subir para no arriesgar mi suerte y dormir de una vez por todas.

La curiosidad mató al gato querida Eider.

Pero el gato murió sabiendo mi querida conciencia.

Está decidido. Bajé de nuevo y caminé hacia la ventana que daba a la calle.

Me asombre al ver frente a la casa que queda justo al frente de la mía, un enorme camión de  mudanzas parado. Hacía aproximadamente 6 años que esa casa estaba vacía. (Según los vecinos, porque yo vivo aquí hace solo dos años) No sé los motivos, pero los niños de la cuadra decían que estaba embrujada.

Me quedé observando unos minutos para alcanzar a ver a los nuevos vecino, pero no logre distinguir a nadie con toda esa oscuridad.

De seguro son una pareja de ancianos.

Cerré la cortina, ahora si podía ir a dormir tranquila. Yendo de camino al cuarto me tropecé con la mesa, caí sobre la lámpara que se rompió en millones de pedazos haciendo un ruido sordo.

Cerré los ojos, esperando ver a mamá alarmada, bajar las escaleras.

Un minuto y nada. Ni un ruido.

Abrí los ojos extrañada, me relajé  acomodé el desastre y me dispuse a seguir mi camino pero justo cuando estaba a punto de llegar al piso de arriba oí a alguien tocando la puerta, me giré sobre mis talones algo fastidiada.

Miré por la rendija de la puerta de quien se trataba; era un chico; que digo un chico, EL chico, era H-E-R-M-O-S-O si, con letras mayúsculas.

Santa virgen de la papaya, no me digan que este es nuestro vecino.

Ojalá conciencia, ojalá

Me quedé mirando un rato más su perfíl.

—¿Quien es?— Pregunté justo cuando él se estaba dando la vuelta, supongo, para marcharse.

—Emm...oí ruidos extraños y quería saber si todo estaba bien.

Esa no me la creo. Quien en su sano juicio que escucha algo extraño en una casa desconocida, en un barrio desconocido a altas horas de la noche va a preguntar si todo esta bien. Eso es raro. ¿Y si es un sexy asesino que quiere saber que tan susceptibles son sus víctimas?

Estas exagerando.

Tal vez si, tal vez no. Uno nunca sabe.

—No chico todos estamos bien aquí —no le hiba a contestar  "Ah, si es que te estaba espiando a través de mi cortina y me tropecé" muy normal.

—Bien. Buenas noches — se dió la vuelta y se marchó a la casa del frente.

O mi Dios. Es. Mi. Vecino.

Nunca había tenido un vecino tan guapo.

Subí sigilosamente las escaleras, me acosté y en menos de tres minutos ya estaba dormida.

...

—Eider, despierta, despierta. Yujuuuu...primaaa — ese es James brincando sobre mi cama despertándome. Intenté ponerme de pie, por desgracia, a causa del movimiento del colchón termine cayendo al suelo, pero no sin antes jalar el pie de mi primo.

Si yo caigo, el también.

—¡Auch! Mi trasero. — Dijo sobando su trasero.

—¡Todo es tu culpa ñoño! Ahora salte que me voy a vestir.

Salió aún con la mano en el trasero.

Estoy rodeada de idiotas...

Hice mi rutina de higiene diaria, tomé mi feo uniforme, me vestí y bajé a desayunar.
Estaban todos sentados en la mesa mientras mi madre cocinaba.

—Buenos días a todos — saludé y bese a mi mamá en la frente.

—¿Oye y nuestro beso? —me preguntó James haciendo pucheros.

—Ustedes no se lo merecen — contesté sacando la lengua, recibiendo de su parte el mismo gesto.

Desayunamos en silencio, Luego tomé mi mochila y me encaminé a la cárcel llamada escuela.  Mis primos aún no irían al instituto debido a no se habían inscrito, pero mañana ya vendrán conmigo.

En menos de diez minutos ya estaba frente las puertas del lugar de tortura de muchos.

Caminé hacia mi casillero donde estaba Caroline esperándome .

—¡Hey Caro! — saludé cuando llegué a su lado.

—Cuentame, ¿Como se llaman? ¿Qué edad tienen?, ¿Van a estudiar aquí? — preguntó emocionada.

—Oh, yo estoy bien gracias por preguntar, mejor amiga. —dije sarcástica

—Si, si, lo que sea —hizo un gesto con las manos restándole importancia — Ahora responde.

Giré los ojos y contesté a sus preguntas. Recibiendo de su parte comentarios como "son muy guapos" o "¿Estas segura de que llevas su sangre?" Esa es mi mejor amiga subiendo mi autoestima.

En el salón sólo habían algunos alumnos, ya que todavía faltaban unos minutos para entrar. Hablamos durante un rato más hasta que el sonido de un timbre anunció la entrada a clases.
El profesor Marshall entró con un chico detrás, al que no le presté mucha atención debido a los parloteos de mi amiga.

—Buenos días alumnos, hoy tenemos un nuevo alumno — el chico dió un paso adelante, lo miré más detenidamente...

Un momento.

Es el chico guapo de anoche ¡Es mi vecino!

—Soy Cárter Mason, vengo de Inglaterra — se presentó causando algunos suspiros de parte de varias chicas.

Cachondas.

Sus ojos vagaron por el salón deteniéndose en mi, y lanzando una pequeña sonrisa. Raro, no soy de las que llaman mucho la atención.

—Bien, por favor señor Mason, siéntese junto a la señorita Parker. — ¡vaya! Hoy amanecí con suerte.

Llegó al asiento asignado y me sonrió de nuevo.

—Hola chica de la ventana.

La suerte se esfumó.

No. puede. ser. ¿me vió? Eso explica su aparición en mi casa a esa hora. ¡Lo sabía!. Eso era muy raro.

Bien Eider, acertaste está vez.

Mi Idiota Vecino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora