Capítulo 9: Parque de diversiones

4.5K 265 23
                                    

Ahora estoy metida en el despacho del con todos los que estuvieron presentes en la pelea. El director nos asignó como castigo a Sasha, Alice, Caroline y a mi, limpiar la cafetería mañana, nada por que preocuparse, pero la zorra con aires de Barbie, con ganas de joderme la vida, mencionó las bromas que nos gastamos Cárter y yo. El director luego de un discurso de tres siglos nos obligó a hacer servicio comunitario, en no se donde; el punto es, que ahora debo pasar una tarde limpiando el lugar donde comen cientos de pubertos desastrosos, con la compañía de dos idiotas con menos coeficiente intelectual que un maní, y después una semana limpiando porquerías de algún parque de mala muerte junto con el Imbécil que ahora se supone es mi amigo.

Hoy de verdad que no es mi día

Nunca lo es querida, nunca lo es...

Ni Me lo recuerdes.

—Pueden irse. — nos informó el viejo bigotón.

Todos salimos de ahí como una manada de elefantes en estampida.

Caminamos en silencio hasta la entrada y todos subimos al auto de mamá, imaginense, 7 personas en un pequeño autito de cuatro puertas es igual a viajar con un hombro perforando tu espalda y una rodilla en tu pulmón. Llegamos, en cuanto se abrió la puerta salimos todos disparados hacia afuera.

—¡Al fin libertad! —grito James mientras se tiraba al piso. Todos reímos ante su estupidez y pasamos a la casa, hoy Caro se quedaría la tarde aquí, Cárter fue a su casa a cambiarse para luego volver, mientras los chicos calentaba la comida Caroline subía conmigo a cambiarse.

Cuando bajamos estaban todos sentados comiendo a lo que nosotras nos unimos. Luego de comer llegó mi vecino.

—¿Qué vamos a hacer? — Pregunté

—¿Qué les parece si vamos al parque de diversiones? — propuso Michael.

Todos estubimos de acuerdo y nos subimos al auto luego de informar a nuestros padres a donde íbamos. Una hora después ya estábamos frente el parque observando los millones de luces, personas y niños corriendo de un lado a otro.

—Yo quiero ir a la rueda de la fortuna — dijo Caroline dando saltitos, Mike, la observaba con ternura, yo le dí un codazo disimulado para que se ofreciera a ir con ella, cosa que captó ya que ambos se fueron hacía allá.

James, Chris y Josh se adentraron detrás de unas chicas que les hicieron ojitos.

Dejándonos solos a Cárter y a mí en la entrada.

—Solo quedamos tu y yo, ¿qué quieres hacer? —me preguntó

—¡Quiero ir a esos juegos donde se ganan los peluches! ¡Vamos!

Amo los parques de diversiones, casi tanto como la playa. Lo jale hacia adentro y paramos en un puesto donde habían muchos peluches de diferentes tamaños y colores, pero había un gran cerdito púrpura demasiado hermoso, desde que llegué no pude quitarle la visita de encima.

Luego de pagar el hombre me dió tres pelotas a mi y tres a mi acompañante para tumbar tres pilas de botellas. Las Arroje todas y sólo tumbé una botella, me giré decepcionada pero el sonido de las botellas callendo me hizo voltear nuevamente. Cárter había derrumbado ya dos de las montañas de botellas sólo faltaba una, que derrumbó enseguida, quedé boquiabierta. Me dirigió una mirada de suficiencia y sonrió.

—Deme ese cerdo morado, por favor — pidió al señor, luego se giró y me lo entregó —Para mi amiga zanahoria.

Sonreí y abracé mi nuevo obsequio.

—Gracias, imbe.... Cárter —me corregí, este de inmediato sonrió y me abrazó por los hombros

—De nada chica zanahoria, no se que le ves a esa cosa, no es natural, ¿Qué Cerdo es morado?

—Por eso me gusta, porque es diferente.  —contesté mientras caminabamos, él aun me abrazaba, no dije nada al respecto, ¡me ganó un cerdito! Lo mínimo que se merece es que no diga nada.

Luego de eso nos subimos en la rueda de la fortuna, el martillo (donde por cierto, casi vómito, la peor decisión de la tarde) y a otras atracciones, hasta que nos encontramos a Caro y a Mike Caro venía sonriente, comiendo un algodón de azúcar, Mike feliz a su lado, harían una linda pareja.
Estabamos Cárter y yo sentados en una banca esperando a Caroline y Mike que iban por unos helados, cuando pasó frente a nosotros una pareja de ancianos.

—Mira Harold, se parecen a nosotros cuando jóvenes —comentó la señora mientras nos miraba. El tal Harold nos miró

—Tienes razón Martha, me recuerdan a nosotros.

—No, no, sólo somos amigos — dije negando varias veces con la cabeza.

—Eso decíamos nosotros y miranos, con 50 años de casados  —me contestó el señor mientras se alejaban.

Pero que absurdo, ¿Cárter y yo? Nunca.

Nunca digas nunca, Eidercita

Tu no opines Pancracia.

¿Pancracia?

Sí de ahora en adelante, te llamaré Pancracia.

¡Ese nombre es más feo que el tuyo!

Luego dices que porqué

—Eso fue raro — dijo Cárter, sacándome de mi extraña conversación.

—Mucho... — segundos después llegaron los chicos con los helados.

Luego de comernos los helados nos pusimos en busca de los chicos para irnos a casa. Los encontramos junto a las chicas de hace rato, cabe destacar que son de esas Zorras con aires de Barbie, ¿serán familia de Sasha?

...

Llegamos a casa luego de haber dejado a Caro; Cárter se fue a su casa luego de saludar a Mamá, que llegó temprano hoy, y yo subí a mi cuarto, dejé mi nuevo peluche junto al florero donde tenía aún las rosas que me regaló Mi Vecino, me bañé y me fuí a dormir. Por suerte hoy es viernes.






Mi Idiota Vecino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora