6. Que gane la mejor

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El corazón me va a mil. Ian acaba de tomar asiento en la mesa de reuniones de mi editorial. ¿Por qué no me dijo nada de esto en la no-cita? Vale, ni si quiera le había preguntado por su trabajo, pero porque lo primero que hizo fue decirme que no quería interrogatorios...

Nada más sentarse, se estira la chaqueta, parece que sigue lloviendo fuera porque él también viene algo mojado. Se pasa los dedos por el pelo para colocárselo. Está tan guapo o más que el viernes. No he sabido nada de él en todo el fin de semana, porque cuando terminamos nuestro encuentro decidimos que quedara sólo en eso, un encuentro. Pero no, el karma, los dioses o el universo me lo han vuelto a poner en el camino...

Ian parece inspeccionar a los asistentes a la reunión. Su cara de asombro al cruzarse con mi mirada debe parecerse mucho a la mía en estos momentos. Intenta disimular, y yo también bajando la cabeza.

—Siento el retraso, me he quedado sin gasolina y no encontraba ninguna gasolinera cercana, luego no me iba la tarjeta de crédito. Ha sido una cadena de catástrofes. —Dice haciéndose el gracioso en la última frase. 

¿Un momento? Esto me suena. O su coche consume una barbaridad o ha puesto exactamente la misma excusa que el viernes a propósito para hacerme notar aún más su presencia... No tiene gracia. Todos sonríen. Yo no.

—No te preocupes, Graham. —Dice Hallway. Por supuesto, Ian es uno de los accionistas, estoy segura de que incluso si viniera borracho a la reunión les parecería genial. —Estaba contándoles a todos el nuevo proyecto de la revista, que has financiado y que estamos tan contentos de empezar a trabajar en él. 

—Ellas son las candidatas a la redacción. —Dice Lucy Benson mirándonos. —Las señoritas Kristen Lee y Giselle Greene.

A Kristen le cambia el gesto cuando oye la palabra "candidatas". Y a mí también. ¿Están pensando en ofrecerme esa columna? ¿De moda? Mi pasión, mi sueño, mi, mi... ¡Ay! ¡Qué emoción! No quepo en mí de gozo. 

—Encantado de conocerles. —Dice Ian desde la otra parte de la mesa extendiendo el brazo, a duras penas para intentar estrecharla con las nuestras. La mesa es tan larga que aunque me pongo de pie solo consigo rozar ligeramente sus dedos.

—Estábamos a punto de comentarles que aún tenemos dudas acerca de quién va a ocupar el puesto. —Continúa Kettle. —Por una parte la señorita Lee ha demostrado su destreza en la redacción con su último artículo, que ha tenido mucha repercusión en redes sociales y en distintos medios. En un primer momento pensamos que ella sería la candidata ideal, dado que cuenta con un gran conocimiento en moda. Es asistente asidua a desfiles y eventos de moda, gracias a la influencia familiar y los contactos de su familia.

Ian escucha atento a las palabras del subeditor. Observo a Kristen que con las últimas palabras de Kettle a empezado a hincharse de placer. Es injusto. Me consta que ella ni si quiera terminó la carrera de periodismo. Eleanor me contó una vez que aún le faltaba una asignatura y el proyecto de fin de carrera, pero como su padre, un importante empresario hotelero tiene muchos contactos, movió hilos para conseguirle el puesto a su niñita en la OMG.

—Sin embargo, —Corta Eleanor. —propuse al consejo, la candidatura al puesto de Giselle. Lleva diez meses trabajando muy duro como asistente de redacción en la editorial y creo que estamos desperdiciando a una gran periodista, que merece algo mejor. No sé si lo saben pero me consta que fue una de las mejores de su promoción y además tiene un Máster en Marketing y Comunicación de Moda, que es justo lo que necesita esa columna.

En estos momentos quiero levantarme y darle un beso en los morros a mi salvadora. A mi Eleanor. ¡Chúpate esa Kristen! Ian me mira de reojo. Puedo ver en su rostro un sentimiento de orgullo al escuchar las palabras de Eleanor, como si le emocionara conocer cosas sobre mí. O quizá sean solo imaginaciones de una mente loca como la mía.

Punto y seguido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora