16. Aliens

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Viernes a mediodía. Kate y yo acabamos de bajar del avión de vuelta a Klein. Tras la escena de la pelea, la cita de Ian con el ángel y mi fallido intento de arruinar los planes a Kristen, nos fuimos a mitad del partido. No había nada en el mundo que me apeteciera menos que estar allí, así que convencí a mi amiga brasileña y nos fuimos. Kate, la pobre, tuvo que aguantarme el resto de la noche en el hotel, contándole de una forma tras otra lo desgraciada que era mi vida últimamente.

Por suerte no hemos coincidido en el mismo vuelo ni con la coreana ni con míster Graham. Claro que viendo lo visto, puede que él vuele en jets privados...

Vuelvo a casa para encontrarme con Shak, que debe estar echándome de menos. Era la primera vez desde que tenía a esa bolita de pelo que se quedaba una noche sola. Siempre duerme a los pies de mi cama. Cuando estaba con Piero también, y él lo odiaba porque decía que acababa con la ropa llena de pelos. Pero con pelos o sin ellos, la gata resultó ser más fiel que él.

Abro la puerta de la entrada y allí está, esperándome, ronroneando y moviendo la colita de un lado a otro.

—¡Ay Shak! ¡Vaya día! —Le digo mientras me agacho a rascarle bajo el morro.

Hoy es uno de esos días en los que me encantaría llamar a mi padre. Descolgar el teléfono y contarle mis problemas. Escuchar uno de sus consejos. Pero no. No voy a hacerlo. Lo último que quiero es que su mujercita me responda y me amargue lo que me queda de día. Así que el único que me queda para levantarme los ánimos es Sheldon. Sí, Sheldon Cooper. Pienso tragarme media temporada de The Big Bang Theory si hace falta, con un gran bote de helado (¡oh! ¡Sí! ¡Qué típico!) y mi té roiboos. ¡Qué narices! ¡Nada de té! ¡Pienso tomarme un buen gin tonic!

Voy hacia la cocina para ver si me queda algo de ginebra de la última vez que los hice en casa con las chicas, pero antes de llegar, mi teléfono móvil empieza a sonar. Miro la pantalla luminosa y veo que es Max. Descuelgo.

—Dime Max...—Digo algo cansada.

—¿Estás ya en Klein, Gigi? —Pregunta.

—Sí. ¿Qué quieres?

—Charlar contigo. No te volví a ver en tu asiento en el Staple Center. ¿Os fuisteis?

—Sí Max.

—¿Vas a decir algo más aparte de "Sí, Max"?

—No Max. —Digo para hacerle de rabiar. Se oye un suspiro.

—Giselle, tengo buenas noticias para ti y quería verte para contártelas. Solo era eso, pero si vas a estar en ese plan...

—¿Buenas noticias? En estos momentos lo único que me alegraría es saber que cayó un meteorito en el Staple, sobre el cual iban montados unos alienígenas que abdujeron a Kristen y a la rubia que estaba con Ian, y no hay ni artículo ni ángel de Victoria. ¿Ha pasado eso? —Pregunto sarcástica.

—No. No fue un meteorito. —Dice Max, soltando una risilla. —Lo que nos aplastó a Kristen y a mí fue una avalancha de aficionados lanzándose comida y peleándose. Lo que ocurrió en tu zona se expandió al resto y se montó una verdadera batalla campal en pocos segundos. Los de seguridad empezaron a desalojar las gradas.

—¡Oh! ¡Vaya! ¿Alguien sabe por qué se peleaban? —Dije titubeando. ¡Mierda! ¡Todo había sido mi culpa!

—No. Supongo que fue por la tensión del partido. Los Lakers iban ganando y los aficionados de los Nuggets tienen fama de peleones. Pero bueno, eso no es lo que te quería contar. La cosa es que cancelaron el partido, y como te digo, los de seguridad empezaron a desalojar a todo el mundo, los primeros por supuesto fueron las celebrities. Por lo tanto, Kristen se quedó sin foto.

—¿Qué? —Dije aún sin creer las palabras de Max. —¿De verdad? —Añadí mostrando un claro entusiasmo. —¡Eso es genial!

—Genial para ti, no para ella.

—Sinceramente, me alegro. No se merece el puesto más que yo... —Digo aún a riesgo de parecer malvada. —Solo espero que no te haya repercutido a ti todo esto. ¿Te ha echado Kristen la culpa de algo?

—Al principio estaba algo enfadada, pero luego la salvé de ser arrollada por un perrito doble con extra de cebolla crujiente, y entonces se le pasó. Aunque he de decir que está algo histérica por haberse quedado sin tema para el artículo. Me ha llamado antes y estaba bastante tensa.

—Seguro que se las arregla perfectamente. Es Kristen. No te olvides.

—Bueno esto te da ventaja. —Dice.

Y tiene razón. Que a Kristen se le hayan arruinado sus planes hace que ambas estemos ahora mismo en la misma situación. Sin nada y con el tiempo en nuestra contra.

—Ya y eso es genial Max. Pero ¿sabes qué? Se me han quitado todas las ganas de impresionar a Ian después de verle allí con esa chica. Aún no entiendo cómo me ha podido engañar así.

—Pero si no habéis tenido nada no te está engañando Gigi. —Dice Max, muy razonablemente.

—¡Da igual Max! Para mí es un engaño y punto. No puedes tener novia y tener una cita a ciegas. Eso no funciona así. —Respondo algo enfadada. —¡Además me dijo que le ponía llamarme Señorita Greene! ¡Eso no se dice si tienes novia!

Max parece haber sentido un escalofrío.

—Voy a olvidar esa última frase. —Dice después. —No sabes si es su novia. En las fotos que les hice no salen haciéndose caricias ni besándose ni nada. Simplemente están sentados disfrutando el partido. Nada más. Puede que sean solo amigos.

—¡Claro Max! ¿Tú te harías amigo de ese portento sin tener ninguna mínima intención más con ella? —Digo movida por los celos. Como si no pudiera existir amistad entre un hombre y una mujer sin ninguna segunda intención. Como si se me hubiera olvidado que el hombre con el que estaba hablando era mi mejor amigo y ya. —Un momento. —Recapitulo. —¿Has dicho que les has hecho fotos? —Añado tras darme cuenta de lo que Max acababa de decir.

—Sí. Les hice un par de fotos después de que me llamaras. Era la nueva modelo de Victoria Secret. No soy un pervertido pero no me disgustaba tener un par de fotos de esa pedazo de...—Para, conteniendo alguna burrada. —profesional de la moda, claro. —Intenta arreglar.

Suelto una pequeña carcajada.

—Quiero verlas. —Digo casi como una orden.

—¿Para qué? No quiero que sufras más.

—Mándamelas ya mismo. —Insisto.

—Como quieras, pero luego no quiero ni una sola llamada con llantos.

—No voy a llorar. Simplemente se me acaba de ocurrir una idea maravillosa...

Gigi Greene de nuevo en acción.

Punto y seguido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora