5. Buenos días, Señor Graham

401 52 3
                                    

Tres mujeres, periodistas, sentadas en una habitación alrededor de la misma mesa. Una bomba de relojería a punto de estallar. 

—¿Y para qué estamos aquí? —Pregunto.

—Ahora lo verás. —Responde Bárbara. —Un poco de paciencia Greene. 

Kristen que ha estado en silencio todo este tiempo empieza a hacerle la pelota a la jefa. ¿Se puede ser más repelente?

—Bárbara, me encanta tu pañuelo. —Lleva uno atado al cuello, azul marino con un minúsculo y casi indistinguible estampado de pájaros de color beige. Probablemente sea de seda y muy caro.

—Soy la Señorita Fraser para ti Lee. 

Bien, encima hoy está de mal humor... ¡Señor ayúdame! Kristen se queda cortada y se calla.

Entonces la puerta se abre y comienzan a entrar varias personas, varias de ellas portando vasos de café y papeles en la mano. Todos perfectamente trajeados. Los conozco, son los jefazos. Los que están por encima de Bárbara.

Poco a poco van tomando asiento junto a nosotras en la inmensa mesa. En el sofá más grande y presidiendo un hombre de unos cuarenta años, delgaducho, con gafas de pasta negras y un traje de chaqueta algo más informal pero moderno y actual. Es Peter Hallway, el Director Editorial, el encargado de que toda la revista funcione y al que todo el mundo le rinde cuentas. 

A su lado, están Lucy Benson, Editora Jefe (la que de vez en cuando le da alguna voz a Bárbara) y Theodor Kettle, Subeditor. Al otro lado de la mesa, dos hombres más, editores de sección. También nos acompaña la adorable Eleanor Robins, una de las mejores redactoras de la editorial, competencia directa de Kristen. Pero seamos sinceros, Lee nunca ha tenido nada que hacer contra Eleanor, cuya experiencia y magistralidad con la escritura y la palabra son capaces de derrotar a cualquiera.

Eleanor fue una de las pocas, junto con Max, que me acogió cálidamente y de inmediato cuando me incorporé a la plantilla de la OMG Magazine hará unos diez meses y le tengo un especial cariño. De hecho, nada más tomar asiento me mira y me guiña un ojo, probablemente para tranquilizarme, sabiendo mi nerviosismo por estar ahí.

Todos los asientos menos uno, junto al Sr. Hallway se han llenado. La reunión da comienzo.

—Bien, —Dice Hallway. —comencemos la reunión. Como todos me conocen me voy a saltar las presentaciones. —Añade. Y oigo a Kristen soltar una risita de complacencia. ¡Aaaagggggg! —El Señor Graham, accionista y parte del Comité Editorial ha tenido un pequeño problema de camino a la editorial, por lo que va a incorporarse algo tarde a la reunión. —Dice señalando el asiento vacío. 

Aún sigo tan desconcertada como antes de entrar. ¿Qué hago ahí con todos los peces gordos de la editorial?

—El primer tema a tratar hoy, —Continúa. —es la nueva sección de la revista, que ha sido aprobada recientemente por el Comité Editorial. Por eso están aquí las señoritas Kristen Lee y Giselle Greene. 

¿Qué nueva sección? ¡Más trabajo de corrección! ¡Oh, no!

—La nueva sección, —Dice Lucy Benson, mirándonos directamente a Kristen y a mí. —va a ser de moda. Tocará temas como nuevas tendencias, desfiles, street style, estilismos de las famosas, pero más a fondo de lo que veníamos haciendo ahora... Sin olvidarnos, por supuesto de que la temática principal de la revista es el corazón y no la moda. Empezaremos haciendo una pequeña columna y si tiene una buena acogida, puede que incluso valoremos dedicarle una página completa a la sección.

—Con todo el boom de las redes sociales, los blogs de moda y las it-girls es una temática interesante de cara a mantener el número de ventas y el interés del público más joven. —Añade Theodore.

—Además, el Señor Graham, que está a punto de llegar, es presidente de una cadena de tiendas de ropa muy famosa aquí en Klein, y ha accedido a aportar una generosa cantidad de dinero para hacer despegar esta sección de la revista, con el fin de que publicitemos algunas de sus prendas. 

—Es una idea maravillosa. —Digo. —Pero ¿qué tengo que ver yo en todo esto Señor Hallway? —Pregunto algo avergonzada. —Quiero decir, cada vez que sale una columna o sección nueva, Bárbara... —Mierda. —perdón, la Señorita Fraser añade los artículos a mi lista de corrección, nunca he participado en estas reuniones.

—Espere Señorita Greene. Usted siempre tan impaciente. —Dice Bárbara.

—Bien, Señorita Greene, —Continúa Hallway. —El problema ha surgido a la hora de decidir quién debe hacerse cargo de la redacción de dicha columna. Como aún no estamos seguros de la acogida que tendrá no queremos contratar a ningún redactor nuevo especializado en moda. Además, nos gustaría que esto fuera confidencial, no podemos correr el riesgo de que se infiltre y las revistas de la competencia se nos adelanten. Queremos que la persona responsable sea de confianza.

—¡Oh! Gracias Señor Hallway. —Dice Kristen, que ha permanecido en silencio durante toda la reunión. —Entonces se refiere a que yo voy a ser la redactora, ¿verdad? Y Giselle se encargará de corregir los textos. ¡Es fabuloso! Después del gran éxito de mi último artículo le agradezco esta nueva oportunidad. La moda siempre ha sido mi punto fuerte...

—No. Verá, Señorita Lee, no...—Dice Lucy. Pero se detiene cuando la puerta de la sala de reuniones se abre. 

Desde mi posición no puedo ver quién entra.

—Buenos días, Señor Graham. Pase, pase. Le estábamos esperando. —Dice Hallway.

El susodicho da un paso al frente y entra apresurado. Creo que me está dando un infarto, un tromboembolismo pulmonar y un ictus todo a la vez. Noto mis párpados abrirse tanto que me empiezan a doler los ojos y lucho contra mi mandíbula para que permanezca cerrada. 

Graham. El Señor Graham es Ian. Ian Graham. Sí. Mi no-cita. Ese Ian. El mismo. No puede ser. ¡Joder! Que me trague la tierra ahora mismo... 








Punto y seguido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora