A la mañana siguiente, Ariel se despertó sintiéndose diferente; la nube negra que siempre pesaba sobre él cuando se alistaba para ir al colegio no era ni tan negra ni tan pesada. Incluso sentía un extraño cosquilleo en la boca de su estómago ante la expectativa de volver al colegio y encontrarse con otra nota. Esa mañana cambió su ritual: se vistió con todo cuidado prestando atención a su aspecto, se peinó e incluso se perfumó con un agua de colonia que su abuela le había regalado un par de cumpleaños atrás. Pensó que debería tener una mejor y más adecuada a su edad y a los tiempos que corren, una de moda; pero esa era la única que tenía. Durante la noche había seguido pensando. Su amor por César estaba asegurado, así que no perdía nada con intentar conocer al autor misterioso de las notas, pues dos cosas eran posibles solamente: o el autor no era capaz de conquistarlo y ganar por sobre César (y por consiguiente, todo seguiría igual), o era lo suficientemente lindo, tierno y comprensivo... tanto como para lograr borrar a César de su mente, y en ese caso, habría encontrado finalmente a su pareja. Nada que perder y mucho por ganar. Pensó también que aunque eso pareciera una forma de traición, el hecho real era que César no sabía nada, no tenía ningún compromiso y por lo tanto, no estaría siendo infiel o traicionero; pero aún así, sentía que de alguna forma estaría traicionando sus propios sentimientos por César, a pesar de saber que, a como iban las cosas, esos sentimientos eran totalmente inútiles.
Cuando llegó al aula, lo primero que hizo fue buscar en el fondo del estante bajo su pupitre; sin embargo no había ninguna nota nueva. Se sintió decepcionado aunque pensó que había llegado muy temprano y quizás no hubiera dado tiempo para que el autor o el mensajero, lograra ponerla sin ser visto.
Algunas de sus compañeras que se sentaban alrededor de él le hicieron un par de bromas sobre el perfume, a las que contestó que se lo acababa de regalar su madre y que había insistido en que lo usara esa mañana. Al mismo tiempo, Ariel se mantenía alerta con lo que sucedía a su alrededor por si alguien se comportaba distinto y pudiera descubrir alguna señal que echara luz sobre este asunto de las notas. Sin embargo, no encontraba nada fuera de lo normal y por lo tanto, seguía a ciegas. Así transcurrió la mañana y el descanso para el almuerzo. Por más alerta que pretendiera estar, no veía ninguna pista que condujera a resolver el misterio. Pero al volver al aula luego de almorzar, allí estaba: una nueva nota. Miró para todos lados y al ver que había llegado primero y estaba solo, la leyó de una vez:
«Ariel:
«Esta noche ve a los vestidores del gimnasio a las 7 así nos podemos ver. Estará abierto, no te preocupes. Es una cita. Sólo tú y yo.»
Ariel sentía su corazón acelerado. Volvió a doblar la nota y la guardó en su mochila junto con las demás, felicitándose por haber cuidado su apariencia y haberse perfumado; de esa forma, podría causar una mejor impresión en la noche. A esa hora, el gimnasio estaría cerrado y tanto los conserjes como los guardias de la seguridad que tenía contratada el colegio, se limitaban a sus labores: los conserjes se iban a las siete y los guardias hacían sus rondas sin mayor preocupación y muy espaciadas. Todo el mundo sabía que había formas de entrar al gimnasio sin ser vistos, pues algunos alumnos se metían y luego abrían desde dentro la puerta principal; pero Ariel no sabía cómo era que lograban entrar ni por dónde. Por eso no le extrañó que el chico misterioso lo citara allí y a esa hora.
En la tarde, la profesora de literatura anunció que ya había seleccionado el poema que representaría a la Sección. Se lamentó de que sólo cinco poemas se habían presentado y como no había abierto las plicas, tal como habían acordado, no sabía de quienes eran, esperando que fueran, por lo menos, de cinco alumnos diferentes. No obstante, se mostró más que encantada con la calidad del poema elegido, comentando sobre el talento para resumir en no más de siete versos una pasión contenida y una fuerza atemperada con un aire de nostalgia que le habían impactado. Algunas de las chicas mostraron su entusiasmo por lo que algunos comenzaron a especular quiénes podrían ser las autoras. Tres de ellas ya habían dicho expresamente que habían presentado poemas para el concurso, pero la profesora acababa de decir que había recibido cinco, por lo tanto, la clase se quedó en la incógnita de quiénes podrían ser las otras dos; incluso Ariel, quien era inclinado a escribir poesías, no imaginaba quiénes pudieran haberse postulado además de las tres chicas que todo el mundo sabía y había previsto.
![](https://img.wattpad.com/cover/80950969-288-k418428.jpg)
ESTÁS LEYENDO
EL BESO BAJO EL SAUCE
Teen FictionNOVELA CORTA - DE TEMÁTICA GAY (Reto: #EscríbeloYa) No siempre lo que parece imposible lo es. Muchas veces, sobre todo en la adolescencia, se tiende a confundir lo difícil con lo imposible, y tanto más cuando se trata del primer amor; ese que junt...