XIX -Si te quedas mudo, escribe

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Finalizadas las competencias de motocross los chicos se despidieron y César fue el primero en partir. Tan pronto Alfonso pudo, le preguntó a Ariel:

—¿Y bien? ¿Qué pasó? ¿Pudiste?

—¿«Pudiste» qué? ¿De qué hablas?

—No te hagas el tonto, Ariel, que no te sienta. ¿De qué hablaron César y tú mientras yo no estaba? ¿Pudiste hacer algún avance? ¿Cómo reaccionó?

—Sólo me preguntó sobre las notas anónimas, si me había llegado alguna nueva y me dijo que si llegaba otra, le avisara de inmediato. Y me dio el número de su móvil... y se dejó el mío.

—¡Hombre! Eso es un gran paso, tío... Ahora ya no se te puede escapar.

—No digas tonterías, Fonsi. César es un chico honesto y serio y sólo se preocupa porque ningún idiota me haga daño; cualquier chico así, haría lo mismo. ¿Acaso no lo estás haciendo tú también?

—Sí, sí... pero no es lo mismo.

—¿Cómo que no es lo mismo? Si crees que César lo hace por otros motivos, sólo estás imaginando cosas, Fonsi.

Mientras caminaban para tomar el autobús siguieron discutiendo ese asunto. Fonsi insistía en que Ariel no podría estar seguro de qué clase de sentimientos podría tener César si no hacía algo concreto para dilucidarlo; y Ariel insistía en que Fonsi tenía su imaginación desbocada y veía cosas donde no había nada. Incluso Ariel le recriminó el haber planeado esa triquiñuela de haber invitado a César a sus espaldas y haberlo engañado con ocultárselo; pero Fonsi le dijo que si no lo hacía así, de seguro Ariel nunca habría ido. En esa discusión se pasaron todo el trayecto de autobús sin que ninguno pudiera convencer al otro. Llegado el punto donde Ariel tenía que bajarse, se despidieron y Alfonso siguió en el autobús rumbo a su casa.

Al llegar, Ariel subió a su habitación para encender su PC y ver la solicitud de amistad que César había dicho que le había enviado. Efectivamente ahí estaba:

«Alfonso me dijo que habías abierto una cuenta aquí y te sugirió como amistad. Por eso aquí estoy. César»

De inmediato Ariel la aceptó y se dispuso a contestarle el mensaje:

«Gracias por mandármela. Aunque no lo creas, significa mucho para mí. Ariel.»

Pero antes de enviarlo, lo borró; le pareció muy evidente. Intentó con otro de nuevo:

«Muchas gracias. Claro que la acepto. Saludos. Ariel.»

Pero le pareció muy seca y también la borró antes de enviarla. Hizo una pausa para pensar y las palabras de Alfonso seguían campaneando en su cabeza: había que decir algo que pudiera dejar en César por lo menos la duda de qué podría sentir. «No debo ser directo», pensaba; «pero tampoco ser absolutamente indiferente... ¡Rayos! ¿Cómo decirlo?» Finalmente, optó por la primera de las opciones y que había descartado:

«Gracias. Aunque no lo creas, tu amistad significa mucho para mí. Ariel.»

La releyó y consideró que era apropiada pues le decía que era importante pero lo puso sólo en términos de amistad. Si fuera del caso, César debería entender que para Ariel era un amigo y uno importante. No tendría que especular sobre otro tipo de sentimiento que no fuera la amistad, pero al mismo tiempo, que tampoco era un amigo común y corriente... Se dio por satisfecho y lo envió. Casi enseguida vino otro mensaje:

PhantomJC: Gracias. No te vayas a meter en problemas. No aceptes las solicitudes de amistad de nadie que no conozcas personalmente y aún así, acepta sólo la de tus amigos, no de sólo conocidos. Esto de FB es divertido pero también es un arma de doble filo. El lunes, en el colegio, te enseño el asunto de WhatsApp y cómo poder ver FB en tu móvil. Buenas noches. Ah! Y Ariel: discúlpame si fui muy grosero con eso de las notas. Lo estuve pensando y aunque parece ser una farsa, me gustaría que fuera una realidad. Te mereces un amor así, tal como te lo imaginas.

EL BESO BAJO EL SAUCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora