4. Bajo mis redes.

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La proximidad de nuestros cuerpos hace que cada vez que se acerca de un paso hacia atrás hasta que mi espalda toca la puerta de madera. Tan pegados están nuestros cuerpos que oigo su respiración como si fuese la mía. Sus manos siguen enredadas en mis muñecas. Mis labios se abren lentamente cuando siento sus labios en mi labio superior. Esta vez soy yo la que me acerco más a él. Quiero sentir sus labios sobre los míos. El presiona lentamente en la comisura de mi labio. Sus manos ahora sostienen mi nuca y cuando me dispongo a besarlo, se separa de mi y se ríe.

-Mañana más y mejor, hermosa- dice guiñándome un ojo.

-Imbécil-digo golpeando fuertemente su hombro. El se ríe.

-Yo madrugo por lo que te quiero prontito en la calle ¿ de acuerdo? Y levántate de buen humor. – dice sonriendo.

Mete sus manos en el bolsillo de su chaqueta y saca de ella mi llavero y me lo lanza. Lo agarro como puedo y comienzo a buscar la llave que encaje. Todavía no ha puesto en marcha el motor de su moto. Miro hacía atrás y sigue ahí observándome.

-¿Qué miras, palurdo?-digo al encajar la llave en la cerradura.

-No quiero privarme de las extraordinarias vistas que tengo de tu cuerpo.

Bufo. Y abro la puerta de casa. Muevo de manera silenciosa mis pies sobre  la madera vieja que cruje con el mínimo movimiento que realices.. No quiero despertar a mi padre son casi las cinco de la mañana y no será agradable tenerle de mal humor desde tan pronto.

Cuando llego al piso de arriba me acerque al baño para desmaquillarme. No quería parecer un mapache mañana por la mañana. Con un disco de algodón y el líquido desmaquillante frote mis ojos suavemente limpiando toda la pintura que había en mi rostro. Bebí agua del grifo en grandes cantidades. Sabía que sino mañana tendría una resaca del horror.

Me dirijo a mi habitación y con todo el cansancio del mundo me quito la ropa y la dejo tirada por el suelo. Me meto en la cama semi-desnuda y disfruto de las frías sabanas que se enredan alrededor de mi cuerpo. Poco a poco los ojos se me van cerrando y me quedo completamente dormida.

Un sonido retumbaba en la oscura habitación una y otra vez. No paraba. Solo se escuchaba el horroroso sonido de mi móvil. Retumbaba una y otra vez en mi cabeza. Golpeando contras las paredes de mi cabeza. Era como tener a un pequeño mono tocando los platillos dentro de mi.

Meto mi cabeza bajo la almohada para evadirme del sonido pero sigue retumbando y cada vez más fuerte. Saco mi mano de debajo de mi almohada y de un manotazo agarro el móvil. Las diez de la mañana. ¿Quién llama tan pronto?

-¿Si?-digo con voz de dormida.

-Tu voz de recién levantada es relativamente sexy- dice su voz ronca. Es Harry.

-¿Qué cuernos quieres a estas horas de la mañana?-digo enfadada.

-Te recuerdo que habíamos quedado. Estoy esperándote en tu puerta. En diez minutos te quiero aquí abajo.

-Me acabo de levantar. En diez minutos no me da tiempo.

-Te da tiempo si te levantas ya. Venga.

-Tengo que ducharme, vestirme, desayunar y no quiero salir de la cama así que puedes irte.-digo apunto de colgar.

-Te invito yo a desayunar. Y como no salgas en diez minutos entraré a tu casa y ya será casualidad si te veo recién salida de la ducha- puedo notar como una preciosa curva se forma en su rostro pero a la vez es una sonrisa maliciosa.

Lanzo el móvil al suelo y me acerco a la ventana, levanto la persiana y veo como un sol brillante y caluroso calienta la ciudad. Sin ordenar ni hacer la cama, salgo corriendo de mi cuarto y voy a la ducha.

Secretos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora