Capitulo 3.
Por desgracia sigue siendo lunes, son las casi las 10:00 am y no tengo nada que hacer. Las 5 materias que me tocaban me tienen expulsada 2 meses cuando muy poco. Para ir a casa es muy temprano, si esto sigue así buscare un trabajo de medio tiempo. Sin ninguna meta en la vida me dirijo a la biblioteca de la escuela, es uno de mis lugares preferidos, está muy limpia y ordenada. Los libros se impregnan de olor a limón, (como el plan z.), además ese lugar me inspiraba para escribir nuevas historias, y canciones. Soy escritora de algunas canciones que se utilizan en series, esta vez me toco hacer la canción de entrada (opening) de una serie de acción. Me dirijo hacia mi mesa preferida, está alejada del bullicio que se hace al presionarse las teclas de la computadora, y en la biblioteca por ser tan silenciosa se escuchaba similar al ruido infernal que emana a las tres de la madrugada. Tome el manga para el que trabajo, y lo comencé a leerlo y verdaderamente era genial, contaba con una excelente trama, buenos personajes, lo planteaban tan bien que hacían que te hierva la sangre de un momento a otro, luego que te sintieras extremadamente feliz.
Sin más me he puesto a trabajar.
Una llamada me interrumpe con mi trabajo, al ver la pantalla de mi celular veo que es mi padre. Decido no contestarle y solo espero que salga la llamada. Tendré que volver a cambiar de número de teléfono si esto sigue así. Continúe con lo mío, y en eso sentí una mirada pesada que penetraba mi alma, buscándola con desesperación en la biblioteca vi que a unas cuantas mesas, cerca de la ventana, se encontraba él chico pelirrojo.
-Que se trae con las ventanas-lo dije entre dientes.
Trate de ignorarla, pero esa mirada me incomoda bastante, así que decidí salirme en cuanto antes de ese lugar.
El chico sale detrás de mí. Así que me paró en seco para enfrentarlo de una vez, acto seguido doy media vuelta, él, choca conmigo haciéndome caer al suelo.-Lo lamento, no estaba prestando atención- me extendía la mano para levantarme, sin verme ni siquiera fijarse en mí, tenía la mirada perdida. No la tome y me levanto enojada
– Qué rayos te pasa-. El chico sorprendido se me observa, parecía como si tratara de recordar algo.
–Oye quítate voy a pasar-. Lo dije tratando de imitar su voz, pero realmente soy mala para ello.
–Oh la chica del autobús, había podido olvidar tú espantosa cara, porque no le haces un favor al mundo y te largas-.
-Pues no era así hace un momento, sé que me estabas viendo- trátate de sonar presumida, pero la verdad no me sale serlo.
Una sonrisa invadió su rostro –no estoy loco para hacer eso, no tengo tan malos gustos, ni un ciego se fijaría en ti y los que se fijen, vaya que están muy mal de la cabeza, das cáncer visual. Lo último apenas lo pudo pronunciar de tanta risa que le estaba dando.
Unas ganas tremendas de llorar de frustración, no sé si era porque no sabía que contestarle porque yo de igual manera lo creía. No dejare que me vea llorar, ¡No lo dejare! O al menos eso me repetía sin parar, acto seguido agache la cabeza y apretando los puños.
-Ja, te duelen las verdades, que débil eres- creyéndose inferior.
Ya no podía contener la rabia, me ha ganando y sin darme cuenta ya tenía la mano sobre su rostro. Le di una cachetada, mi mano se sentía entumida viendo su rostro marcado por una silueta exacta de mi mano solo que era de color rojo. No puedo creer que lo hice. De manera que solo corrí, huyendo de la escena, a toda velocidad, como un terrorista.
Se escuchaban los pasos tras de mí, me perseguían sin cesar, la adrenalina se apoderaba de todo mi ser, y al voltear atrás era el chico corriendo, que al mismo tiempo me gritaba. -¡Quiero que te disculpes en este instante!- Solo sabía que debía seguir corriendo, lo bueno que tengo resistencia, haber estado en atletismo al fin dio sus frutos. A los minutos conseguí perderle de vista. Decidiendo que irme a mí casa sería lo mejor. Estando a unos metros de ella se encontraba una persona tocando el timbre, y otra estaba viendo por la ventana. Pude reconocerlos al instante, eran trabajadores de mi padre. He quedado congelada y solo pude ir a esconderme para que no me vieran, espere que se fueran, confirmando que ya se habían ido ingrese a mi casa. Y había una carta en la entrada. Era de mi padre.
Tome la carta llevándola a la cocina, prendo la estufa colocándole en el fuego. Dejo que se queme disfrutando como se hace cenizas el papel, acto seguido apago el fuego y limpio lo que quedo de aquella carta.
En mil pensamientos me encuentro perdida. El coraje de nuevo me está ganando y las lágrimas corren por automático en mis mejillas, tumbandome al piso de la cocina, pasaron las horas, ya no soy consciente de nada.
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Lost in the same way
Ficção AdolescenteSolo nos encontramos cuando más lo necesitamos - - - La vida no tiene sentido alguno, sin metas ni objetivos, esa era yo. Una chica con miedo, un defecto más de fabrica. Tomando las riendas del camino para seguir por el mundo. Con el...