Capítulo 19

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Llegó sábado en la tarde y la mayoría de personas que Serena había invitado estaban ahí. Serena, en un delicado vestido de satín color azul rey ajustado al cuerpo, sonreía al ver a algunos de ellos platicar tan animadamente; como a Mina con Kunzite por ejemplo.

A Serena le alegraba mucho que su amiga, una de sus más queridas amigas, estuviera tan sonriente, que se viera tan feliz. Se había sentido muy mal con Mina durante algún tiempo porque pensó, equivocadamente, que la culpable de que Mina hubiera perdido casi cinco kilos y que hubiera estado tan deprimida cuando terminó con Yaten había sido ella; cuando en realidad no fue así. Serena nunca quiso que una de sus más queridas amigas, casi que su hermana, sufriera de esa forma. Ella siempre supo que lo que su amiga sentía por ese artista de platinado cabello, era mucho más que atracción. Siempre fue consciente de lo mucho que Mina quería a Yaten y respetaba la decisión que había tomado al mantener con él la relación que había mantenido por más tres años. En definitiva estaba muy contenta por Mina pero si estaba contenta por ella, más lo estaba por la otra razón de su existencia.

Por Rini.

Su hija, su hermosísima hija de quince años, se veía más que radiante en ese holgado vestido blanco con romántico escote en los hombros. Para Serena (pero a veces parecía que más para Darien) no había sido fácil aceptar que su niña ya no era esa pequeña niña de cinco años que se embarraba la cara con helado de chocolate cuando salían a pasear al parque. En el marco de la cocina y mientras observaba con que ansiedad Rini miraba el reloj de la sala, mientras la veía esperar impacientemente a su novio, aceptó el abrazo que muy amorosamente él le dio.

Recibió con una gran sonrisa a Darien que apenas salía de su habitación.

— Guau, estas, guau, te ves increíble mi amor.

— Supongo entonces, por lo que acabas de decir mi coqueta reina, que este traje se me bien. — Sonrió Darien en aquel elegante traje negro de saco y corbata— ¿No te parece que exageramos un poco? Hasta parece que estuviéramos en uno de esos cocteles a los que tenía que ir cuando el hospital organizaba un...

— No molestes Darien que este día es muy importante.

Se acercó a Darien para acomodarle la corbata; la tenía un poco torcida.

— Hoy te estamos dando la bienvenida oficialmente cariño.

— Tal vez, hoy, — y miró con detenimiento a todos sus invitados que tomaban y platicaban— me estoy reencontrando con gran parte de mi pasado pero, pero sin importar todo esto yo aún no defino mi situación Serena y no me parece que... oye, oye, ¿y quién es ese que acaba de llegar?

Serena sonrió. En ese momento le dio gracias a todos los santos de que Helios, hubiera llegado al fin; era el único que faltaba por llegar. Igual de sonriente a cuando vio a Darien levantar una ceja con extrañeza al no reconocer a Helios, le dijo que ese era él, su querido yerno.

— ¿Qué? No, ese, ese no puede ser el gavilán de Helios, mi reina. Tan solo mira. Ese muchacho se ve muy elegante como para ser...ah no, sí es. Rini no estaría abrazando a ese sujeto como lo está abrazando sino se tratara de él.

— Ay bueno, pero si quiera que ya llegó porque ya....

— Hoy si vino elegante tu yerno. ¿No te parece, Darien?

— Haruka...— Sonrió Darien y acto seguido le extendió la mano para saludarla, claro, a ella y a Michiru también. Ese día Michiru estaba más hermosa que nunca. Si parecía lo que Haruka se la pasaba diciendo de ella, parecía toda una sirena en ese fino vestido de múltiples colores ceñido al cuerpo— tan amable como siempre. Bienvenidas, nos da mucho gusto tenerlas aquí.

Un robot enamorado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora