Capitulo 6

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— Y eso es lo que pasa cuando dos hombres se dan besitos.

La mirada del conejito estaba fija en la del felino. Este lo miraba con un deje de ternura al ver como su amigo se agarraba las orejitas dando al miedo que le había transmitido «debería de escribir un libro de terror, sería el mejor escritor» pensó al ver que había cumplido su cometido.

Ambos híbridos se encontraban en la oficina del moreno, poniéndose al día con absolutamente todo lo que había pasado en esos casi cinco meses sin verse.

Luego de aquel curioso día de feria, Luhan empezaba a creer que su Sehunnie lo empezaba a querer. El estaba consiente que no había llegado en el momento indicado a la vida del editor, sabía que este cargaba con muchas responsabilidades y eso lo ponía triste, pero al ver como este se mostraba mucho más cariñoso con el, empezaba a creer que este ya lo quería o le tenía un cariño, por más mínimo que fuera.

Ese sábado durmieron abrazados. Cuando despertó ya eran las once de la mañana pero dado a que el mayor no trabajaba, se dedicaron a tener un tiempo dueño-híbrido.

Al despertar Luhan inmedianamente se zafó de los brazos del mayor para luego correr a la primera planta de la mansión, buscando con la mirada a la Nana.

¡Nana!

La mujer que se encontraba haciendo el intento de una muy antigua canción de Beyonce, Single Ladies, corrió hacia a el para lanzársele encima.

— ¡Mi pequeño conejito!

Le empezó a acariciar las orejitas y el pelo, haciendo que la melodiosa e infantil risa del menor resonará por toda la cocina.

— ¿Cómo estás mi niño? ¿Sehun arreglo las cosas? ¿Debería de servirle nada hoy?

Luhan se abrazó a la mujer para luego negar con su cabeza. En el poco tiempo que llevaba en la Mansión Oh, se dio cuenta lo tan maravillosa e increíble que era aquella mujer.

— Estoy bien nana —sonrío, mostrando su perfecta hilera de dientes—, Sehunnie ya arreglo las cosas ¡Incluso me llevó a la feria!

La mujer pudo observar los brillitos imaginarios que salían de los ojos del menor.

—Muy bien, le daré lo mismo de ayer pero —se sentó en la gran mesa—, le agregare mantequilla, se la ganó.

Se sentaron en la mesa para hablar de trivialidades. Luhan pudo conocer más de aquel maravillosa mujer. Esta tenía 45 años, tenía una hija de 27 años y estaba a pocos meses de ser abuela, dado a eso no dormía en la casa, tenía que estar presente para su hija.

— ¡Cuéntame más nana!

La mujer le había empezado a contar sobre el pequeño Sehun. Cuando ella llegó a la mansión, apenas tenía veinte años. Prácticamente ella fue la segunda madre de Sehun. Vio como su niño crecía y cumplía todo sus sueños, lo vio cayendo pero luego levantarse con todos los ánimos. Vio como la tristeza lo comía al perder a sus padres -que en paz descansen- en aquel espantoso accidente.

Desde la muerte de ellos, Sehun había creado un muro. No sonreía al igual que no reía. Habían pasado 16 años desde la muerte de sus patrones y este no hacía nada más que estar serio ante todo.

— Cuando iba en el jardín ¡Peleo con un chiquillo! —recordó aquel día como si hubiese sido ayer— Le había pegado y todo porque el otro se había comido su mandarina.

Ambos empezaron a reír, la mujer al recordar aquellos tiempos y el conejito al imaginar a un mini sehun pelear por una mandarina. Adorable.

¡Quiéreme amo! •HunHan•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora