Cap#3 Castillo de piedras frías.

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Los días pasaban pero no mi locura.
Pronto tendría vacaciones, sería más tiempo envuelta en esta agonía.
Finalmente me levanté decidí ir de compras. El moll era gigantesco compré demasiada ropa inservible,nunca tenía con quién salir ni a donde ir. Siempre sola.
Al final del pasillo lleno de tiendas me encontré con una muy singular; se trataba de una tienda de pelucas, unas de cabello corto, otras de cabello largo, unas rizadas, otras lacias.
Al final compré una, era de cabello largo y rubio. El color no me gustaba pero sería más fácil teñirla.
Seguí y me encontré con otra tienda.. ahí sólo había accesorios para la vista. Entre tantas cosas vi unos lentes de contacto.
Mis ojos eran verdes de un verde hipnotizante pero aún así no era mi color favorito. Ahora me encontraba frente a ese bello color gris que tanto me atraía. Sin pensarlo los compré.
Ya el día finalizaba entonces decidí tomar un capucchino, el viento corría frió y dejaba besos helados en mi rostro y a la vez el vapor del capucchino hacia que mis mejillas se tornaran rosadizas.
A lo lejos la gente paseaba. Padres e hijos, novios y novias, o simplemente amigos donde uno ama en silencio mientras el otro ignora los sentimientos del que llama su mejor amigo.

─Que daria yo, porque una mujer tan bella como usted, me pusiera la mitad de la atencion que le pone a la nada─

Tras girarme asustada me encontré con un hombre de quizás unos treinta y cinco años, algo gordo y descuidado.
Realmente verlo era una tortura ¿como puede existir gente como él? Como podía pensar que me interesaría teniendo en cuenta todo.
Tras una sonrisa que en realidad salió como una mueca pague y me fui hasta mi auto donde arranque aprisa y me aleje.

~narra Alahí~

La oscuridad de la noche rodea todo mi ser. Sentada en el balcón miro el cielo, esta noche se pueden contar las estrellas, hay muy pocas, el viento sigue inclemente soplando frío. Volteó a ver mi cama y me quedo pensando: nunca ni cuando estuve enferma supe que se sentía ser abrigado por una madre o un padre. Aún menos supe que era que te contarán un cuento o te consolaran al tener una pesadilla.
En mi enorme Castillo no había nada más que piedras frías. Piedras por las que muchos matarían y yo obtenía con el tronar de mis dedos.
Talvez esos que están dispuestos a matar tampoco fueron amados pero ellos tuvieron que probar las amargas miserias que el mundo ofrece a muchos.
Yo no tenía amor pero a la vez lo tenía todo, para que preocuparme por algo que no sirve. ¿Para que anhelar amor? En realidad el amor solo era una fantasía. Intentando creer eso, quede dormida.

Kamilay: Notas De MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora