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- ¿Qué demonios te pasó en la cara Dawn?- preguntó mi madre al verme - Esta toda roja.

- Se puso a jugar con el gas pimienta otra vez, suerte que yo lo cambié por pintura por si ella se equivocaba del lado que rociaba- le contestó Collin mientras se sentaba en la mesa de la cocina para hacer su tarea.

- Tu hermano es más maduro que tú, ¿no te sientes avergonzada?- dijo mamá.

- Me siento mal de que todo el mundo en la avenida viera como me llenaba yo sola el rostro de pintura, de esto ni un poco. Ahora si me disculpas tengo un auto que lavar- así que con toda la dignidad que me quedaba salí de la casa para poder empezar.

- ¡Esta vez no te equivoques de cepillo!- me gritó mi hermano antes de que saliera.

No me laves el autoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora