Capitulo 8: "La niña"

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Mientras yo me preguntaba dónde se encontraba Zayn en ese momento, Robert alzó su mano por encima de su cabeza y lanzó un grito al conductor del autobús indicándole que se detuviera. Robert me tomó de la cintura manteniéndome a un costado de su cuerpo para que yo me quedara a su lado. Bajamos del autobús de la misma forma, yo caminé junto a él descalza sintiendo el suelo rustico debajo de mis pies unas dos cuadras hasta que volví a vislumbrar aquella casa. La misma vieja casa en la que estuve la noche anterior, las sombras de la misma ya parecían empezar a susurrarme. Me estremecí al recordar a Zayn invitándome a bailar, tocando el piano, susurrándome que le gustaba y acostado a mi lado justo antes de que mis ojos se cerraran y me quedara dormida. Caminé todavía pegada a un costado del cuerpo de Robert y mientras nos acercábamos aún mas hasta la casa abandonada me percaté de que había algo diferente en aquella casa, algo diferente con respecto a la última vez que la había visto esa misma mañana, todas las puertas estaban abiertas de par en par invitándonos a entrar.
–¿Alguien habrá entrado? –preguntó Robert para sí mismo en voz alta–. Esta mañana cerré las puertas y ahora están abiertas.
–Zayn–pensé. 
Quizás... ¿Existía la posibilidad de que fuera Zayn el responsable de aquello? De él me esperaba muchísimas cosas, siempre me sorprendía. Me adentré junto con Robert hasta aquella casa, atravesamos el jardín cautelosamente, todo estaba silencioso, escuché cada diminuto sonido que manaba de aquel jardín del frente, el ruido que hacían los arboles al chocar sus ramas unos con otros por efecto de la gélida brisa, el canto aterrador de los búhos y los grillos, las hojas de otoño secas quebrarse cuando yo las pisaba con las plantas de mis pies sin calzar, el hierro de las rejas crujir cuando el viento las agitaba al igual que el golpeteo de la madera de los arboles al impactar contra los vidrios de las ventanas altas del segundo piso inexplorado de la casa, el mismo viento hacía que mi cabello largo volara por los aires y que gruesos mechones de este cubrieran mi rostro. Ambos atravesamos el umbral de la puerta principal abierta de la casa, en cuanto estuvimos dentro de la enorme y oscura casa la puerta se cerró detrás de nosotros haciendo mucho ruido, yo me asusté y mi nerviosismo se hizo bastante notable, Robert hizo caso omiso a la situación, por mi parte yo seguía pensando que aquella casa me ponía los pelos de punta y que algo muy extraño estaba sucediendo. La noche anterior había visto y escuchado cosas horribles e indescriptibles. El recuerdo de la niña apareciendo reflejada en el espejo me causó terror, en absoluto yo catalogaría aquella visión como una de las más espeluznantes que había visto en años que llevaba de ver extrañas sombras y tener sueños tenebrosos.
–Voy a darme un baño –dijo Robert con voz que reflejaba lo ebrio que se encontraba. Guardé silencio y observé a Robert explorar la casa para encontrar un cuarto de baño hasta que pareció encontrarlo y me quedé sola en la sala escuchando el sonido del agua de la regadera chorrear mientras Robert se bañaba. Todo seguía en plena oscuridad, no quise si quiera moverme de mi lugar por el miedo que me causaba estar sola, incluso cuando sabia que Robert estaba a unos cuantos metros de distancia disponible. Examiné con la mirada cada rincón vacío de la casa, la sala se comunicaba con varios pasillos y con algunas habitaciones, tenía unas escaleras de piedra enormes y decoradas como las de las mansiones de las princesas que comunicaban hasta el piso de arriba que yo aún ni siquiera conocía. Una luz entraba por unas puertas de vidrio que supuse que daban con el patio trasero ya que era la misma luz de la luna la que se adentraba en el interior de la casa atravesando los cristales de las ventanas. Sin saber que hacer se me ocurrió ir a visitar ese aparente patio trasero, vacilé al caminar hasta allí, me acerqué dando grandes zancadas y como un destello atravesé las puertas de cristal para encontrarme con un escalofriante ambiente de un aparente patio. Había en el suelo asfaltado un hoyo enorme, para ser mas especifica era una piscina vacía, en el fondo de la misma pude ver hojas caídas de los arboles que ensuciaban y daban mal aspecto a la misma, a sus alrededores reposaban inmóviles unas estatuas de piedra solida en color gris alusivas a extrañas personas que no reconocí, cada una de las estatuas era más escalofriante que la otra. Cuando miré hacia el suelo vi junto a mis pies la muñeca pelirroja con aires diabólicos tirada allí, me puse de rodillas para recogerla pero al momento en que incliné mi mano para tomarla sentí unos dedos rodear mi muñeca, miré detenidamente mi mano y efectivamente una mano blanca y pálida resaltaba con el contraste de mi piel y me apretaba tan fuertemente que yo creí que rompería mis huesos.
Chillé de dolor en el acto pero mi miedo era todavía más grande que el dolor físico que sentía, levanté mi mirada y fue entonces cuando comprendi que quien estaba agarrándome era esa misma niña del espejo, su rostro parecía demasiado angelical para ser maligna o uno de ellos, y cuando hablo de ellos quiero decir de las visiones que sólo yo puedo ver... Hablo de... ¿Los fantasmas? Realmente nunca me preocupé por darle un nombre a las malévolas presencias que me atormentaban. Esta niña me miraba sin expresión alguna, en su rostro no pude ver ni tristeza, ni felicidad, ni dolor, ni ninguna otra emoción. Sus ojos eran negros en su totalidad, y me refiero a que incluso la parte que normalmente debería ser blanca estaba oscurecida en un tono más negro que la sombras. Yo estaba petrificada, aterrada, asustada, y cualquier otro sinónimo de la palabra, una lágrima se asomaba desde mis ojos, quise gritar pero me di cuenta de que no podía hacerlo, era como si mis labios estuvieran sellados, quise moverme pero tampoco podía hacerlo, mi cuerpo estaba inmovilizado por una fuerza sobrenatural. Lo único que pude hacer fue soltar las lágrimas, "no me hagas daño," “¿qué quieren de mi?" pensé, ya que hablar no podía. Desvié la mirada y vi alrededor mil sombras que atestaban el lugar, eran siluetas de cuerpos pasando fugazmente como un soplo "Suéltame" pensé nuevamente mirando a la espectro que tenía al frente. 
Hice sonidos de gemidos intentando gritar. Habían pasado demasiados segundos y ella todavía estaba agarrándome del brazo de forma muy dolorosa.
–No tomes lo que no te pertenece –me susurró una voz maliciosa y demoniaca–. Sal de aquí.
El viento comenzó a hacerse violento de un segundo a otro, me estremecí, las voces empezaron a hablar y a susurrarme cosas inentendibles, era como si escuchara mil voces de distintas personas hablando al mismo tiempo, no logré entender ninguna de sus palabras excepto una de ellas, una de las voces dijo su nombre..., "Zayn", esa palabra podía distinguirla sin problemas entre cualquier muchedumbre, esa palabra para mi resaltaba más que cualquier otra... Su hermoso nombre. La niña ladeó su cabeza mientras me miraba con sus ojos diabólicos.
–Ven a jugar conmigo –me dijo sin siquiera mover sus labios, pero aun así supe que era su voz porque era la misma horrorosa voz que había escuchado la noche anterior diciéndome exactamente las mismas palabras. Mi cuerpo empezó a temblar y comprendí que estaba comenzando a tomar movilidad, sacudí mi cabeza de un lado a otro y en cuanto supe que podía hablar susurré "Zayn". La niña se desvaneció y desapareció sin dejar rastro. Todo se silenció nuevamente. Aún con lágrimas en los ojos miré mi muñeca y alrededor de esta estaban marcados cada uno de los dedos de ella. Corrí en busca de Robert y lo encontré en la sala secando su cabello con una toalla y vestido con ropa nueva.
Él ni siquiera notó que mi rostro estaba bañado en lágrimas. Esa noche yo no le comenté nada de lo que había visto, ambos dormimos cada uno en un sofá. Me desperté exasperada cuando sentí unas grandes manos tomar mi rostro con fuerza haciéndome daño, al abrir los ojos y descubrí a Robert sobre mí con un gesto en el rostro que destilaba furia.
–¡Estabas susurrando "Zayn"! –gritó–. ¿Ése es el tipo con quien estuviste la otra noche no es cierto?
Robert estaba furioso, manaba fuego de sus ojos.
–¿Por qué lo mencionas a él mientras duermes? –continuó a gritos–. Dime quién es ese tal "Zayn". Dímelo de una buena vez, _______.
–Yo... –dije asustada–. Yo... Robert...
Vi a Lucas alzar su mano para golpearme y cerré los ojos, seguidamente sentí su mano abofetearme y mi mejilla arder adolorida.
–¡Zorra! –me insultó.
Contuve mis lágrimas por orgullo, me mantuve callada y en extremo silencio. Ya todo empezaba a hartarme, los golpes, los maltratos, los gritos, los insultos y Robert con su temperamento asesino. ¿Cuánto tiempo más podré soportarlo? A la mañana siguiente salimos de casa y nos las arreglamos para desayunar en una panadería: pan tostado junto con un café, alcanzó el dinero de Robert únicamente para comprar aquello.
Mientras comíamos en las mesas de la panadería, Robert me mencionó que había contratado a un tutor de tiempo completo para que me enseñara a leer y algunas otras cosas con un dinero que le pagaron, mi rostro se iluminó con una sonrisa cuando habló de esto. Ese día conocí a Nicolás, un joven de apenas unos diecisiete años, nunca imaginé que un chico tan joven podría ser tutor pero me sorprendí al escucharlo hablar, sabia de todo lo que puedas imaginar, sabia sobre arte, ciencias, historia, mitología, libros, anatomía, astrología, pintura, música y podía hablar castellano, inglés, francés, alemán, portugués, italiano y latín. Era guapo e inteligente, también bastante serio y parecía un poco tímido, él nos acompañó a Robert y a mí durante todo el día mientras me explicaba la historia de cada monumento que veíamos en las calles de Roma. Me deslumbré al notar que este joven si me daba un buen trato, me explicaba cada cosa con absoluta paciencia y me hablaba calmadamente sonriéndome y sin malas caras. Comprendí que no todos en el mundo eran malos sino que yo solo conocía a los malos. Nicolás Salvatore no me juzgaba por parecer una salvaje y una bruta, llegó a decirme que yo era muy inteligente y talentosa. Robert pareció estar molesto todo el día viendo a él tratarme bien y hablar conmigo cómodamente, era la primera vez que alguien conversaba conmigo y me hacía sentir tan cómoda.
–Ya vuelvo –dijo Robert cuando llegamos a una casa descuidada y fea escondida en un callejón– Iré a hablar con un tipo peligroso, será mejor que te quedes aquí afuera _______. Tu Nicolás vienes conmigo.
– Robert, no pensarás dejarme sola. 
–Yo puedo quedarme si te da miedo estar sola –se ofreció Nicolás.
–He dicho que vendrás conmigo –dijo Robert con enojo–. ¿Qué acaso eres sordo? 
–No quiero estar sola, todo está oscuro y me da mucho miedo.
–Cállate y quédate aquí, no te muevas –me ordenó Robert con enojo.
Él y Nicolás se acercaron a la fea casucha. Robert llamó a la puerta golpeándola con el puño cerrado repetitivamente. En seguida la puerta se abrió y un haz de luz proveniente de la casa iluminó la calle. Robert junto con Nicolás entraron sigilosamente y la puerta se cerró. Me quedé sola, yo estaba a lo lejos atenta para verlos salir, las calles no abundaban de personas, y de vez en cuando se escuchaban ruidos de autos pasar a toda velocidad por la avenida. Seguía de pie como una idiota estatua sola esperando cuando escuché a lo lejos el ruido aparente de una motocicleta seguido de un espantoso grito de miedo de una mujer. Me asusté tanto que estuve a punto de correr hasta la casucha aquella y rogar que me abrieran la puerta, pero en lugar de eso me senté al final del callejón en el sucio suelo en un rincón casi escondida.

n/a: Espero que votéis y comentéis que os parece, es todo, gracias<33

¿Se pasarían por otra de mis historias? significaría mucho para mí.

'Feel Again' - Logan lerman, la pueden encontrar en mi perfil.

V. xx

&quot;Más allá de una atracción&quot; (z.m) EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora