Veintinueve

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Adrien se quedó estático por un momento, cada músculo de su cuerpo estaba completamente paralizado. Intentó decir alguna excusa, pero las palabras no salieron de sus cuerdas vocales, estaba mudo. Ni él entendía por qué había besado a la chica, pero quería repetirlo. Fue una de las mejores sensaciones del mundo, uno de los mejores momentos. No sabía qué hacer, no podía quedarse solo mirando el suelo sin responder, eso sería descortés.

- No sé porque lo hice – Marinette asintió y dio un paso a la derecha para irse, pero Adren la sostuvo del brazo y la atrajo hacia él. La ojiazul estaba roja como un tomate, sentía sus piernas flaquear como nunca y no podía creer lo que estaba sucediendo. El rubio sonrió un poco y cerró los ojos antes de decir: - Pero no me arrepiento de haberlo hecho. – La besó, la besó por tercera vez. Era mágico, ella tenía los brazos alrededor de su cuello y él la abrazaba con todas sus fuerzas. No querían separarse, pero tenían que hacerlo. Sonrieron. Cada uno se fue por su lado, sin creer lo que acababa de pasar, sobretodo Marinette.

Había alguien que no estaba para nada feliz; Claire. Las lágrimas escapaban de sus ojos rápidamente, no podía contener el manojo de sentimientos que sentía en ese momento. Lo que podría haber sido el mejor día de la vida de los chicos, era el peor día de Claire. Comenzó a golpear las paredes con toda su fuerza, los puños le sangraban, su mandíbula estaba completamente apretada pero no dejó de llorar en ningún momento. Sus puños no dolían más que su corazón roto.

Luego de un tiempo largo, se sentó en el suelo y miró a un punto fijo en la pared, intentando olvidarse de todo por un momento. Allí apareció Alex. Era un invento de la loca mente de Claire, Alex le decía que hacer. Le hacía ponerse aún más loca.

- ¿Qué haces allí sentada llorando? ¿El rubio millonario se dio cuenta de que estás mal de la cabeza? – Rió, le encantaba hacer que Claire perdiera los estribos. – Tengo una manera muy fácil de hacer que todo termine ¿Sabes? – Ella no lo miraba, lo odiaba con toda su podrida alma – Mátalo así nadie podrá estar con él. Es fácil.

- Tú no existes... Tú no existes... - Claire repetía eso cada vez que él aparecía. Ella tenía claro que Alex era producto de su imaginación y de la terrible enfermedad que padecía, odiaba tener esquizofrenia. – Vete ya... Vete ya...

- ¿Qué no existo? Soy tan jodidamente real como tú, ahora levántate y hazle daño al chico que rompió tu corazón.

- Claire vació un poco, pero se levantó y limpió sus lágrimas con la maga de su buzo. Cogió un cuchillo, lo guardó y abrió la puerta de la calle. Mientras caminaba hacia la puerta de la panadería miraba el cielo, sonriendo. El cielo era lo único, aparte de Adrien, a lo que podía quedársele viendo por horas sin aburrirse. Siempre le encantó la astronomía. Le hubiera encantado ser astrónoma, pero allí estaba, parada en la puerta lista para secuestrar otra vez a Adrien. Tocó varias veces y cuando Sabine abrió ella sonrió de oreja a oreja. Ella la dejó pasar y le dijo que Marinette estaba en el piso de arriba, como la vez pasada cuando también los había visitado. Subió las escaleras y abrió la puerta, allí estaba Adrien, estaba sentado de espaldas a ella, leyendo una revista. Claire se acercó de puntillas y antes de golpearlo en la cabeza para que se desmayara, susurró un "lo siento" sumamente sincero. Cuando se estaba yendo, oyó el grito de Marinette desde dentro, estaba enojada. Claire siguió su camino y cerró la puerta y la trancó con una madera que encontró por allí. La peli azul intentó con todas sus fuerzas abrir la puerta, pero esta estaba completamente trabada.

Tenía que salvar a Adrien.

Subió las escaleras hasta su cuarto rápidamente y se transformó en LadyBug. Salió a la calle, miró hacia los lados pero no encontró rastro de la chica ni de Adrien. Preguntó a todas las personas que pasaban por allí si los habían visto, pero nadie había tenido contacto visual con ellos. La chica estaba comenzando a perder el control. Llamó a Chat Noir, él no le contestó. Pensó en enviarle un Whatsapp, pero no quería envolverlo en su problema. Por otro lado Adrien despertó atado a la misma silla, esta vez con cinta en las piernas y en la boca. La ventana por la cual había salido anteriormente estaba sellada con madera y la lámpara de la luz estaba rota en el suelo. Claire yacía sentada en una esquina, con la luz de una vela iluminando tenuemente su pálido rostro. Tenía una sonrisa maniática. Adrien comenzó a moverse en la silla para intentar liberarse, pero solo logró lastimar sus muñecas. Estaba desesperado. Ella se levantó y se sentó encima de él, estaba feliz. Lo abrazó con todas sus fuerzas y dejó salir un sollozo. Lo miró a los ojos y le dijo:

Whatsapp || Chat Noir y LadyBug ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora