Arzaylea sabía que estaba sucediendo en la sala, sabía que su novio la estaba engañando con su amigo, bueno, por así llamar a la escoria que consideraba al pelinegro.
De su bolso sacó el tarro de pastillas para dormir que encontró en el baño, sonrió cínicamente y buscó rápidamente un poco de agua para todos, moliendo con cuidado las pastillas y vertiéndolas en el vaso de su novio, suspiró satisfecha al saber que su plan de su retorcida mente estaba saliendo al pie de la letra.
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