Arzaylea mientras veía que el teñido de negro le costaba llevar el cuerpo de su novio, sonrió con malicia y corrió haciendo que sus tacones sonaran hacia la cocina, viendo un cuchillo carnicero en el fregadero.
Hoy es su día de suerte, pensaba la morena. Tomó con cuidado el afilado objeto y lo metió en su bolso de cuerpo, cerrándolo con cuidado.
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