La pelinegra buscaba desesperada unas pastillas de dormir, su plan tenía que funcionar a la perfección, tenía que ponerle fin a esta pesadilla que se producía.
Mientras que en la sala el teñido pelinegro besaba y mordía un poco el cuello del rubio, moviendo a la vez sus caderas contra las suyas, elevando un poco su falda del mismo que su cabello y toda su vestimenta.
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