delirios..Parte 22.

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—también podría ayudarte con tu miedo a los vuelos— Digo y reímos... esa era la idea, no que llorara, sino que me regalara una hermosa sonrisa.

—bueno, te la puedo prestar a ver si te animas a cargar a Belinda— Me dice arqueando una ceja.

—uummm, lo puedo pensar— Le digo con determinación.

—bueno... es un trato Albert Stevenson... tendrás que cargar a mi pitón— Me dice señalándome con su índice. Yo rio rogando se le olvide pronto esa loca idea.

—prefiero que la llames Belinda, si la sigues llamando pitón no te prometo nada—Ella ríe y asiente.—además deberás prometerme que tu víbora no me va a comer— Le digo fingiendo terror, mientras ella ríe con malicia y un brillo travieso en sus ojos.

—no te preocupes Albert, ella es muy selectiva con lo que come— La miro serio haciéndome el ofendido esperando se retracte. Finalmente terminamos en un juego de miradas, como dos adolescentes tratando de ver quien vence sobre quien, este juego muy oportuno me permite detallar más su hermoso rostro, esos hermosos ojos verdes, sus bien delineadas cejas, su nariz puntiaguda, su boca tan... tan...

—¡eres hermosa!—¿Por qué tenía que terminar así este juego?.. Ella me mira conteniendo la risa, y terminamos riendo a carcajadas.

—perdón... disculpen—Dice Gaby luego de sonar su garganta. Trae unas bandejas con el almuerzo. Nos sirve moneditas de plátano, arroz blanco, res a las hierbas, rodajas de papa con mantequilla, ensalada hawaiana y jugo de cerezas. Estamos comiendo la delicia ejecutiva que nos han servido cuando Emily cierra sus ojos como detallando cada sabor en su paladar. La miro extrañado pero sonriente.

—definitivamente Albert...el que preparó esta delicia es un dios en la cocina— No se percata que don Luciano Spark se acerca para ver que nos ha parecido el menú y alcanzó a escucharla.

—muchas gracias señorita, jamás me habían dicho un halago tan especial—Dice y Emily se atraganta con el jugo al sentirse sorprendida por él, Luciano se inclina presentándose y todos reímos.

—Luciano Spark ... a sus órdenes.

—Emily Concalves... muchas gracias— Él le asiente.

—¿y todo bien señor Albert?

—muy bien Luciano, como siempre... Ya sabe todo un dios—Le digo y miro a Emily con picardía haciéndola sonrojar. Luciano se retira dándose cuenta de que tres no es mi número favorito en este momento, lo cual agradezco. Gaby retira las bandejas y Emily y yo nos recostamos en el mismo sofá, hay un silencio hasta que Emily pregunta:

—¿cuál es tu genero de película favorito?

—de todo un poco, acción, vaqueros, comedia, con tal tengan buena trama ¿y el tuyo?

—eeh, me encanta el romance, también la comedia y el suspenso... ¿vemos una?— Pregunta con emoción.

—si, por que no— La dejo que elija y escoge una de Jason Statham , creo que pensó en mí al elegirla, porque en ningún momento mencionó la acción entre sus favoritas, disfrutamos un rato la película, ella empieza a dar señas de sueño, parpados cargados, bostezos ,en verdad no le gusta la acción.

—oye, te acompaño a la habitación así duermes un rato— Ella acepta. Entramos y la acompaño hasta la cama.

—solo me recostaré— Me dice.

—ok, cuando...—No he terminado de hablar y está dormida. Me siento a su lado, la observo un momento, acaricio sus mejillas con mis dedos dulcemente. Acerco mi cara a la de ella y le doy un ligero beso en su frente. Ella sonríe dormida. Mientras la miro pienso en lo felíz que sería si fuera mía. Si pudiera entregarle mi corazón completamente, suspiro de la felicidad al imaginar a Emily como algo más que mi eficiente asistente, mis ojos se cargan, creo que la paz que siento me hace sentir sueño, veo la cama y me recuesto a su lado.

El tiempo pasa volando, despierto y no sé cuánto dormí, veo a Emily aún dormida, me levanto con cuidado y salgo de la habitación, voy a la cabina del piloto, pregunto cuanto falta por llegar al aeropuerto.

—una hora señor— Me responde el piloto.

—gracias Raymond— Vuelvo a la habitación decidido a despertar a Emily, pero ya ha despertado y viene hacía mí ya saliendo de la habitación.

—creo que dormí mucho— Me dice y nos dirigimos al sofá. Me siento a su lado.

—falta una hora—Le digo.

—que bien— Dice frotando sus ojos. —ya me está dando claustrofobia—Me dice riendo, me mira detenidamente y pone su mano sobre mi mejilla.

—¡gracias!— Me dice. Yo tomo su mano y beso sus nudillos, nuevamente nos interrumpe Gaby.

—¿café o chocolate?— Pregunta con su gentil sonrisa.

—café— Decimos al unísono. Ella nos sirve y, Emily toma un sorbo.

—que rico, muchas gracias— Le dice a Gaby. Nos tomamos el café y luego nos anuncian que en algunos minutos aterrizaremos. Abrochamos los cinturones y esperamos pacientes descender. Una vez en tierra me dicen que son las nueve de la noche, hora local. Serían las cuatro de la tarde en nueva york. Nos levantamos, bajamos del avión, hacía muchísimo frio, Emily parecía niña pequeña mirando para todas partes emocionada. Un señor alto, delgado de cabello blanco se acerca con un letrero:

"ALBERT STEVENSON". Me acerco y nos presentamos. Nos saluda en nuestro idioma con algo de dificultad. Nos conduce hasta un auto que nos llevaría al hotel HALSINKI VANTAA. Ayudé a Emily con sus maletas y di instrucciones a Raymond sobre el avión, le agradecí a mi equipo de vuelo por toda la buena atención y nos despedimos. Emily camina a mi lado algo nerviosa, no se despega ni un centímetro de mí. La miro y nos sonreímos con cariño. Subimos al auto y miramos por las ventanillas, las luces, los edificios, los autos, muchísimas cosas lucen diferente, pero es emocionante pisar otra parte del mundo. Cuarenta minutos después llegamos al hotel. Un edificio elegante con un acabado arquitectónico impresionante. Un botones se acerca, nos da la bienvenida en nuestro idioma.

—buenas noches, bienvenidos a nuestro hotel, soy Engel Reilec , el hotel HALSINKI VANTAA les da una cordial bienvenida— Dice mientras lleva las maletas, nos acercamos a recepción, un distinguido joven nos recibe cortésmente. Le doy mi nombre y me busca en su computador.

—aquí está... habitaciones 37 b y 37 c... piso 7, son para usted y la señorita Emily Concalves—Dice mirando a Emily y sonriéndole mientras nos entrega las llaves.

—muchas gracias—Le digo mientras el botones nos acompaña al ascensor.

—¡no creí que nos hablarían en nuestro idioma!— Dice Emily tomándome del brazo.

—es parte del servicio, nos asignan a un empleado que hable nuestro idioma a quien podamos entender— Le digo guiñándole el ojo. El botones solo se limita a subir nuestras maletas, mirando los marcadores, no parece ni respirar, el ascensor abre en el piso 7 y él nos conduce hasta las habitaciones.

—37 b y 37 c— Dice señalándolas. Entramos a la de Emily, son habitaciones muy confortables, servicio de lujo. El botones deja las maletas, le doy su propina y se marcha. Emily da un vistazo a la habitación y vuelve a la puerta donde la espero.

—¿te gusta?— le pregunto.

—¡me encanta!— Me sonríe y se recuesta de la puerta.

—¿estarás bien?— Le pregunto.

—claro... tú estarás cerca— Me dice.

— A una puerta— Le digo y tomo su mano.  Nuestros dedos empiezan a tocarse, como si estuvieran conociéndose entre sí, siento un calor recorrer mi cuerpo, y una fuerza poderosa que me suplica que me quede, beso su mano, y un silencio bonito nos envuelve.

—bueno... me voy a dormir, descansa— Me doy la espalda y giro nuevamente. Le guiño el ojo, la miro un instante más, suspiro y me marcho a mi habitación.

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